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Azores, un prodigio de la naturaleza en el Atlántico (II)

Vista panorámica de Terceira.

Nueve islas, nueve pequeños mundos, que tienen tanto en común como de diferente, pero en las que la todos sus habitantes comparten su simpatía y amabilidad hacia el visitante. Hay mucho que ver y hacer en las nueve islas. Aquí proponemos 10 experiencias que no hay que perderse.

04.- Practicar surf en la ventosa cara norte de São Jorge.

Es la isla de las escarpas, de los acantilados y de las fajãs, una de las más verdes del archipiélago de las Azores y el lugar perfecto para unas vacaciones en contacto con la naturaleza y el mar. Paisajísticamente salta a la vista el contraste entre la cordillera central, que atraviesa la isla casi a todo lo ancho, y la escarpada y recortada costa, salpicada por las típicas fajãs que se adentran en el mar. Las fajãs son pequeñas planicies que se originaron debido al corrimiento de tierras o de lava. En esta isla hay más de 40 y en algunos casos solo se puede acceder a ellas a pie, motivo por el cual los senderos son una de las mejores formas de descubrirlas. Al pasear por la isla de São Jorge se puede admirar el terreno parcelado para la agricultura de subsistencia, las casas de piedra con ventanas de guillotina de tres hojas, las cascadas y los curiosos cables de acero que sirven para transportar la leña hasta las planicies costeras. La ventosa cara norte de la isla de São Jorge ofrece un escenario perfecto para la práctica del surf. Pero quienes no se animen podrán apreciar lo que el paso del tiempo y la acción de las aguas del océano ha excavado en la dura lava que conforma el litoral de São Jorge, creando puentes y arcos naturales, los más interesantes de los cuales se encuentran en Velas y en la planicie de Santo Amaro. La isla es famosa por los quesos que se elaboran a partir de la leche de las vacas que pastan a sus anchas.

05.- Correr un "San Fermín" particular en Terceira.

Entre los meses de mayo y septiembre, la isla de Terceira acoge la nada despreciable cifra de 220 touradas, su particular "San Fermín". Los ganaderos trasladan desde los campos a las ciudades y pueblos jaulas con novillos que serán soltados después por las calles bajo la atenta mirada de los pastores, que, perfectamente ataviados con camisas blancas y sombreros negros, tirarán de ellos con una cuerda para evitar que se salgan del recorrido marcado. Tal como el propio nombre indica, esta fue la tercera isla del archipiélago que se descubrió. Pero lo que hace que Terceira sea especial es el magnífico contraste entre la belleza natural de esta isla volcánica y el admirable trabajo del hombre en el centro histórico de Angra do Heroísmo, su capital. Fundada en 1534, fue la primera localidad de las Azores elevada al nivel de ciudad y clasificada como Patrimonio Mundial de la UNESCO. La bahía de Angra ganó gran relevancia no solo como centro de comercio de los productos regionales producidos en las demás islas, sino que asumió todavía un mayor protagonismo como escala intercontinental de las naves que navegaban entre Europa y las Américas y la India. El centro histórico de Angra do Heroísmo es testigo de los reyes y los nobles que pasaron por allí dejando atrás una bella arquitectura que se extiende en un entramado de calles, callejones, iglesias, palacios, casas señoriales, monumentos, plazas y jardines que han perdurado hasta la actualidad. No se puede dejar de visitar los fuertes de São Sebastião y de São João Baptista, ejemplos singulares de una arquitectura militar con más de 400 años, la Sé Catedral del siglo XVI, considerada el mayor templo del archipiélago de las Azores.

06.ver un volcán en Graciosa.

Clasificada por la Unesco como Reserva Mundial de la Biosfera, es la isla más al norte de las cinco que componen el Grupo Central del archipiélago de las Azores. Se la conoce como la Isla Blanca, denominación inspirada en las características geomorfológicas y en los elementos toponímicos de la isla. Y son justamente estas especiales características las que permiten vivir la experiencia única de adentrarse en un volcán. La Furna do Enxofre es una caverna volcánica -posiblemente, la mayor del mundo- a la que se accede a través de una torre, con unas escaleras de caracol que en vez de ascender descienden por las entrañas de la tierra con muy poca luz procedente del exterior iluminando cada escalón. Toda una aventura que culmina junto a un lago que recibe el agua de la lluvia a través de una cascada. La Caldera de Graciosa es el elemento paisajístico más emblemático de esta isla. Clasificada como Monumento Natural Regional, este cráter de grandes dimensiones y gran belleza, engloba también la Cueva de María Encantada y la Cueva del Azufre, verdaderos Santuarios de la Madre Naturaleza. Otra característica destacada del paisaje de esta isla son los molinos de viento con las cúpulas rojas, de inspiración flamenca y testigos de la abundante producción de cereales que hubo en otros tiempos. La isla tiene un municipio, Santa Cruz da Graciosa, que destaca por las casas típicas, las callejuelas empedradas, que ramifican desde la amplia plaza central, donde hay un templete, estanques de agua y araucarias.

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