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Desde Inglaterra

Chav

Chav

No sé si conocen el significado de la palabra chav. Es un vocablo muy popular en Inglaterra, está en el diccionario de Oxford, pero dudo que lo enseñen en las academias de inglés. La primera vez que lo oí llevaba ya más de un año en Inglaterra, viviendo en Salisbury y trabajando en el restaurante Subway. En verano se unió al personal del restaurante Susanna, una chica inglesa de 20 años, muy guapa, muy educada y tremendamente inteligente. Nos caímos bien desde el principio, y entre cliente y cliente nos hicimos amigos. Un día me preguntó en qué zona de Salisbury vivía, y le respondí que en Bemerton Heath. Un tanto perpleja, me dijo que Bemerton Heath era un barrio un tanto chavvy.

¿Chavvy? fue todo lo que alcancé a vocalizar, sin tener ni idea de lo que eso significaba, así que ella, presta, si afanó a satisfacer mi curiosidad. Chavvy viene de chav, que es la palabra con la que despectivamente se llama a la clase obrera, caricaturizada como maleducada, violenta, sucia y claro, también pobre. Así que vivía en un barrio obrero, y por tanto decadente y peligroso ¡y yo sin saberlo! La realidad era otra. Bemerton Heath no era Son Vida, pero viví allí tranquilo y a gusto. En el año y cuatro meses que fui bemertiano, hubo una pelea un sábado por la noche en un parque cercano, y otro entraron a robar a una guardería. Nada fuera de la común. Las peleas son parte del paisaje un sábado por la noche (vayan al Marítimo a comprobarlo), y lo de robar en una guardería no se le ocurriría ni a los Monty Python.

El origen de chav es curioso: proviene del romaní chavi, que significa niño. Pero los ingleses le han dado otro significado distinto: es el término con el que las clases medias y altas llaman despectivamente a la antigua clase obrera, humillada y pisoteada por más de 30 años de políticas neoliberales, primero del thatcherismo y luego del Nuevo Laborismo de Blair. Un chav típico (y tópico) es blanco, no tiene estudios, tiene un empleo mal cualificado y peor pagado (si lo tiene), intenta vivir de las ayudas sociales, vive en una council house (vivienda de protección oficial), es maleducado, violento, vicioso y viste con poco o ningún gusto (siempre con ropa deportiva). Su versión femenina, la chavette, comparte las mismas características, añadiéndosele la de ser madre adolescente, con hijos de distintos padres.

Así que no se extrañen si nadie se reconoce como chav. Nadie quiere serlo, y nadie dirá que lo es. La palabra surge en los 90, pero sus orígenes se encuentran en los 80, la década del thatcherismo, del cierre de fábricas, de minas, de las huelgas y del aplastamiento de los sindicatos. La clase obrera es menospreciada y pisoteada por el poder, y su sentido de colectividad, de solidaridad y de pertenencia a un grupo es sustituido por el dogma del individualismo: la sociedad no existe, hay individuos y familias (Thatcher dixit). Todo el mundo es clase media: quien no lo sea es porque es vago, ignorante o inútil. El Estado se lava así las manos: si la pobreza y el fracaso son responsabilidad individual, ¿para qué tomar medidas públicas para remediarlas?

Es en este contexto de depresión y de falta de posibilidades laborales en las antiguas zonas industriales surge la figura del chav, caracterizado como inadaptado, irresponsable y vago. El cliché se extiende al resto del país y se aplica a la clase obrera como burla o escarnio. El rico humillando al pobre, nada nuevo en la clasista sociedad británica, y que encierra también una de sus grandes contradicciones (y vergüenzas): no está bien visto socialmente (como debe ser, no estoy haciendo aquí apología del odio) reírse ni de los judíos, ni de los negros, ni de los inmigrantes, ni de los paquistaníes, pero sí de la clase obrera. Una broma sobre un chav provoca una carcajada, una broma sobre un paki (término despectivo aplicado a los paquistanís) provoca acusaciones de racista. ¿No es esto un tanto hipócrita? ¿No somos todos iguales?

Si quieren saber más sobre el chavismo (el británico, no el venezolano) les recomiendo el libro Chavs. The Demonization of the working class, de Owen Jones. Tiene traducción al español, pero desconozco si la tiene también al catalán. Salut i força!

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