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Balears ante el triunfo de la izquierda

La coalición Podemos-Més-izquierda Unida puede originar un cataclismo electoral si logra sobrepasar al PP y dejar al PSOE maltrecho con un solitario diputado

La confluencia Podemos-Més-IU está en condiciones de trastocar radicalmente el mapa político balear, hasta el punto de convertir a la coalición de izquierdas en la primera fuerza política el 26-J desplazando al PP a la segunda plaza y dejando malparados a los socialistas, quienes corren el serio peligro de obtener un único y escuálido diputado. El temor del PSOE ante lo que puede sucederle es de tal calibre que la dirección del partido no descarta sustituir a Ramon Socías, a fin de intentar minimizar el desastre que se le vaticina. Andreu Grimalt comparte el negativo pronóstico que se cierne sobre el PSOE, al tiempo que corrobora las excelentes perspectivas que se abren para la coalición de izquierdas y los igualmente negros augures que tiene ante sí el PP. Ciudadanos puede quedarse como está, con el diputado cosechado el 20 de diciembre.

El sueño de Més

El pacto de las izquierdas, el de las izquierdas a la izquierda del PSOE, está en disposición de concederles tres diputados, con lo que Més, que de cuajar el acuerdo ocuparía la tercera plaza en la candidatura, por fin vería materializarse su sueño imposible: acceder al Congreso de los Diputados. El pronóstico de Andreu Grimalt es demoledor, por lo que supone de transformación del mapa político balear: 3 diputados para el frente amplio de la izquierda; 3-2 para el PP, que podría ceder uno de sus diputados, que pasaría a engrosar el botín de la izquierda, que de llegar a los 4 constituiría no ya un cambio sustancial sino una genuina hecatombe para los dos partidos que han acaparado la representación de las Islas en el Parlamento español; 1-2 para los socialistas, el posible desastre que hace que se tienten la ropa a diario, y 1 para Ciudadanos. Si Podemos alcanzara los cuatro diputados, el PSOE quedaría con uno. El peor e inimaginable escenario para los socialistas. Ese resultado sin duda acarrearía consecuencias tanto en el campo de juego del Parlament como en la propia estructura interna del PSOE balear, donde su secretaria general, Francina Armengol, presidenta de la Comunidad Autónoma, tendría muy complicado seguir liderando el partido ante semejante descalabro, a lo que hay que sumar que su suerte la ha ligado a la de Pedro Sánchez.

Grimalt matiza que es "difícil" que la todavía inexistente coalición de izquierdas llegue a obtener cuatro escaños, pero reitera que de materializarse indefectiblemente el PSOE quedará reducido a la mínima expresión. Sentencia que es evidente que el mejor de los candidatos que se presentarán a las nuevas elecciones sigue siendo el cabeza de lista de Podemos, el magistrado Juan Pedro Yllanes, quien estaba llamado a presidir el juicio del caso Nóos. La comparación con el candidato del PSOE Ramon Socías, es la que abunda en el desfondamiento que se detecta entre los socialistas. Por ello, las informaciones que aluden a que se está analizando la conveniencia de proceder a su sustitución por alguien mucho más mediático, más conocido y con mayor proyección ante el electorado, se toman muy en serio. La decisión final corresponderá tomarla a la dirección nacional del PSOE, que es donde se validan las candidaturas.

La candidatura del PP, que encabezó el exalcalde Mateo Isern, y al que parece que el expresidente y hoy senador José Ramón Bauzá trata de desplazar, tiene la aspiración de revalidar los tres diputados obtenidos en diciembre, uno por isla. El sociólogo afirma que se darán con un canto en los dientes si repiten resultados, pero no descarta que su cosecha mengue, quedando reducida a dos diputados. Otra vez la irrupción del frente de izquierdas está en disposición de darle la vuelta al mapa político: el PP perdería un diputado si el PSOE es capaz de resistir la embestida de la coalición y conserva los dos que consiguió el 20 de diciembre. La valoración que Mateo Isern le merece a Grimalt es neutra: no tiene un valor añadido, pero tampoco resta votos, por lo que no ve que deba de ser apeado de la cabeza de la candidatura, al contrario de lo que opina de Ramón Socías, sobre el que afirma que necesariamente ha de ser sustituido si el PSOE quiere salvar los muebles conservando los dos diputados del 20-D. Pero para el PP balear garantiza que el "lío" en el que está inmerso proseguirá después del 26 de junio.

Sobre Ciudadanos, que aquí parece estar en tierra de nadie, concede que probablemente no tendrá excesivas dificultades en conservar el escaño, a pesar de que su candidato, Fernando Navarro, que nada hace pensar que no vaya a repetir, siga siendo, cuatro meses después de las elecciones en las que se hizo con el acta de diputado, un perfecto desconocido, cosa que, en mayor o menor medida, ocurre con los otros siete diputados de las Islas y con los tres senadores por Mallorca, dos del PP y uno de Podemos.

Si los resultados en Balears y en el conjunto de España son los pronosticados, las dificultades para formar gobierno seguirán siendo numéricamente las mismas que han imposibilitado tenerlo en cuatro meses. Andreu Grimalt es taxativo: el 26-J lo más probable es que estemos en la misma tesitura en la que hemos navegado hasta hoy, pero con una diferencia que considera decisiva, que no es otra que la imposibilidad práctica de ir a unas terceras elecciones, porque supondrían la quiebra definitiva del sistema, una implosión de consecuencias imprevisibles.

Además, tras el 26 de junio es muy probable que los principales actores no sean los mismos: el sorpasso de la izquierda al PSOE eliminaría a Pedro Sánchez, y sin él el PSOE puede avenirse a pactos que hasta hoy han sido imposibles. Una irrupción de la presidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz en la política española podría facilitar la denominada gran coalición, para la que seguramente Mariano Rajoy igualmente se situaría en fuera de juego. El liderazgo de la oposición encarnado en Pablo Iglesias, destaca el sociólogo, constituirá un revulsivo tanto a derecha como a izquierda, un cambio sistémico, en el caso de que los socialistas se vean impelidos a formalizar el pacto con el PP.

Consecuencias

Para Balears, Grimalt remacha que la victoria electoral de las izquierdas el 26 de junio, si ese es el resultado que arrojan las urnas, llevará aparejado un cambio importante en la política regional, en el modo de relacionarse los partidos que forman la actual mayoría parlamentaria que sostiene al Gobierno de Francina Armengol, y eso por mucho que desde Podemos se haya garantizado la estabilidad del Ejecutivo encabezado por los socialistas.

Grimalt insiste en que ante todo hay que considerar que la situación es muy volátil, aquí y en España, que las encuestas han de ser cogidas "con pinzas" y que tanto la precampaña como la campaña, con los indispensables e inevitables debates, al final será decisiva, a pesar del evidente hartazgo que exhiben los ciudadanos ante la incapacidad de los partidos políticos en ponerse de acuerdo. Al inquirirle si la abstención puede incrementarse notablemente en Balears, no lo descarta, al igual que la anticipa para España, pero estima que la confluencia de las izquierdas puede constituir un elemento que lleve a los votantes de ese campo político a las urnas, que los que pudieran estar tentados en no acudir a votar, lo hagan si comprueban que sus respectivas opciones han sido capaces de ponerse de acuerdo y fletar una coalición electoral que, además, está en condiciones de encaramarse en todo lo alto del tablero, una eventualidad que ni en las ensoñaciones más lúdicas de las izquierdas éstas fueron capaces de imaginar. Paralelamente, el desfondamiento socialista sí puede conducir a un cierto retraimiento de su electorado, el gran temor que anida en el partido, porque con ello la posibilidad de dejarse un escaño en el camino se hace patente. En el PP consideran factible que los suyos les vuelvan a votar, que no deserten el 26-J.

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