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Desde Turquía

Un nuevo viaje con el baúl a cuestas

Un nuevo viaje con el baúl a cuestas

Dos años y medio fuera de tu país sirven para llenar un baúl de experiencias, buenas y malas, que después habrá de acompañarte siempre en cualquier viaje. En mi caso, para que se llenara, la primera decisión importante fue la de continuar en Turquía por razones personales aunque la organización para la que trabajaba cerrara sus puertas. Tomar la determinación de permanecer aquí un tiempo más fue más sencillo de lo que parecía. Lo que no iba a ser tan fácil era reinventarse y adaptarse a un trabajo en un sector muy diferente al que me había traído en principio a esta zona del mundo: el de la educación.

Las opciones laborales en Ankara para una persona que no domina la lengua local no son demasiadas, así que cuando me ofrecieron un puesto como profesora de español en una escuela privada acepté sin dudarlo. Sabía que no era el campo en el que era experta y muy distinto a lo que había estado haciendo, pero pensé que trabajar con niños no podía ser tan difícil. Después de enseñar una clase a última hora a 20 estudiantes alborotados deseando irse a su casa, concluí dos cosas: que tal vez me había vuelto invisible, porque los niños actuaban como si yo no estuviera allí, y que el reto iba a ser mayor de lo que había pensado. Efectivamente fue difícil al principio lidiar con unos estudiantes no demasiado acostumbrados a la disciplina y que veían la asignatura de español como la menos importante del currículum. Con el tiempo no obstante recobré la visibilidad, o quizás supe adaptarme y reinventarme para que los alumnos empezaran primero a tener constancia de mi presencia física en el aula, y después incluso a tomar cierto interés en el español. Escuchar en los pasillos "Hola profesora buenas noches" (aunque sea a las 10 de la mañana) es para mí todo un éxito.

Este año en la escuela me ha permitido no sólo lograr que un grupo de preadolescentes hablen español macarrónico, sino también profundizar en la cultura y la lengua de un país sobre el que apenas sabía nada antes de venir. Aprendí por ejemplo que kebab significa "asado", que nuestro "kebab" aquí se llama "döner" y que hay tantos tipos de "kebabs" como ciudades en Turquía. Cuidado, algunos son picantes. Mucho. Otro de los aspectos más difíciles pero a la vez que más satisfacción me han producido, ha sido llegar a ser capaz de comunicarme de manera básica en una lengua tan compleja como el turco. En el camino dejé algunas víctimas, como aquel pobre conductor de dolmu? -minibús dirigido por conductores bastante temerarios e ignorantes de las normas básicas de circulación que siguen una ruta establecida y se detienen a petición de los pasajeros- que se giró sobresaltado cuando grité "inek var". Literalmente "hay una vaca". Afortunadamente no se hallaba ningún bovino en el autobús, más bien había llegado a mi destino y quería hacérselo saber al chófer para que se detuviera. "Inecek var", o "hay parada" en turco.

Una lengua va siempre asociada a una cultura, sociedad y manera de ver el mundo. Esto también lo he aprendido y experimentado durante mis años en Turquía. En este tiempo he vivido cuatro elecciones y la deriva autoritaria y conservadora del actual gobierno. Esta tendencia se nota en detalles anecdóticos, como las restricciones a la venta de alcohol, y en eventos más sombríos como los intentos para segregar la educación por sexos o la censura a los medios no afines. La inestabilidad política en la región ha afectado al país, y se traduce en trágicos ataques terroristas contra la población civil que se han cobrado cientos de víctimas. Las repercusiones en el ánimo de la gente han sido notables, y he presenciado como se pasaba de la valentía inicial frente a la barbarie hacia un hastío por la situación que se asume sin embargo con fatalismo resignado. "Es muy triste, pero nadie puede cambiar esto" es una de las frases que más he escuchado a mis amigos locales.

Ahora es el momento de reemprender el viaje hacia otro destino con el baúl lleno de experiencias. Y pienso, como decía el poema de Kavafis con el que empezaba esta serie, que "Mejor que dure muchos años, y ya anciano recales en la isla, rico con cuanto ganaste en el camino, sin esperar que te dé riquezas Ítaca".

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