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Impresiones primaverales

Centenario

Centenario

El miércoles por la tarde, siendo las seis y once minutos, bajo un cielo de tormentas y aguaceros como corresponde a la primavera de siempre, comenzó en Madrid la celebración del centenario del nacimiento del escritor y premio Nobel, por reducir a una sola sus muchas galas, Camilo José Cela. No pocos de los espectadores que iban entrando en el auditorio de la Casa del Lector, en el Matadero de Madrid, para asistir a ese estreno tan esperado apuntaban que hacía un tiempo gallego. Luego, a medida de que arreciaba la lluvia y descargaban los relámpagos, era cosa de precisar más: estábamos en la Costa da Morte, allá por Finisterre.

El camino recorrido hasta alcanzar ese paisaje de brujas, que haberlas, ya se sabe, haylas, ha sido largo y fatigoso a través de meandros políticos y administrativos, dificultades mediáticas y arcanos contables -con el añadido inquietante de que en realidad todavía no ha alcanzado la meta. El Centenario del nacimiento de Camilo José Cela así, con su mayúscula inicial, fue reconocido como Acontecimiento de Especial Interés Público en la Ley de los Presupuestos Generales del Estado de este año -las mayúsculas abundan en el Boletín Oficial- abriendo la puerta a que los mecenas pudiesen contribuir a la mayor gloria del recuerdo con importantes exenciones fiscales. Pero, ¡ay!, no sabía yo ni sabíamos los patronos de la fundación que intenta mantener el recuerdo del paso de mis padres por Mallorca que era tan complejo y difícil convertir en realidad lo que, de momento, está todavía en el platónico mundo de las ideas del Boletín Oficial del Estado. Será que la situación política es la que es pero, incluso con el viento soplando en popa y todos los partidos dispuestos a echar una mano en la empresa, con las más importantes instituciones culturales a favor y con apoyos que abundan, ni el centenario de la muerte de Cervantes ni el del nacimiento de Cela logran superar los obstáculos administrativos. El que nos ocupa, el segundo, anda pendiente de que se nombre y reúna el órgano interministerial que ha de aprobar el programa de celebraciones. Cuándo sucederá eso, no se sabe; de momento ha habido que suspender y aplazar el acto oficial de inauguración que, con asistencia de las máximas figuras institucionales del país, iba a celebrarse en Santiago de Compostela el 11 de mayo, día en el que Camilo José Cela, de haber resistido lo suficiente, hubiese ganado los cien años. Al no estar aprobada la nómina de los festejos, no hay nada que inaugurar. Pero ¿cuándo lo estará si ni siquiera se sabe en qué momento quedará investido un nuevo, o viejo, presidente del Gobierno? Quien sea capaz de adivinarlo haría bien en utilizar su bola mágica para otros menesteres más provechosos como son la lotería o las quinielas del fútbol.

De momento, y a falta de inauguración oficial, se ha hecho la inauguración efectiva del centenario de mi padre. Fue, como digo, el miércoles pasado en el Matadero de Madrid, recuperado para las causas culturales, con la proyección del documental "El recuerdo más cercano" que han producido y dirigido Carlos Agustín y Belén Tánago. De lo que es y de lo que supuso ese estreno habrá que hablar en una próxima ocasión. De cómo celebraremos el centenario de verdad, el del 11 de mayo, también será cosa de dar algunas pistas. Entre tanto, sin demasiados nervios, a consultar la bola mágica.

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