Una de las tradiciones que se han asentado en la isla es la de comer caracoles por San Marcos, el 25 de abril. En otras provincias es el 28, san Prudencio. Quizás sea la sabiduría popular, tantas veces invocada, la que durante los meses de invierno aconseja dejar de buscar y consumir caracoles, mientras se desarrollan y crecen las crías y respetar su vida durante los meses del desove y crecimiento de los pequeños.
Muchos mallorquines, durante su infancia o juventud no relacionaron la fiesta de San Marcos con el inicio del consumo de caracoles, aunque en algunos lugares existiera la creencia de que quien los come en número impar está a salvo de toda una serie de dolencias. Es posible que la costumbre de comer caracoles a partir de finales de abril tenga que ver con la estación primaveral, muchas veces lluviosa y con un clima templado que propicia la salida del caracol de sus agujeros y de su etapa de hibernación.
En la isla la forma habitual de consumir caracoles es cocidos -con o sin sofrito, con o sin carne- con hierbas, alguna guindilla y abundante sal, puesto que su carne es en extremo insípida. Las hierbas aromáticas son variadas, siendo indispensables el hinojo, la hierbabuena y alguna guindilla. En la isla hay una gran diversidad de platos de caracoles, muy diferentes entre sí. La producción autóctona, a pesar de las granjas, es del todo insuficiente.
