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Árboles singulares: monumentos vivos de la naturaleza

El impresionante ficus de la Misericòrdia o el olivo de Cort son dos de los 47 árboles catalogados en Mallorca. Su conservación no está exenta de dificultades

Serpenteando por el perímetro de la antigua Casa de la Misericordia, hoy desaprovechado edificio bajo el control del Consell de Mallorca, que en su día pudo ser el núcleo de la Universidad, bordeando la cuesta de La Sang, se puede ver un imponente ficus. Se trata de un ejemplar sembrado casi dos siglos atrás, puesto que las primeras noticias que se tienen de él están fechadas en 1827, año en el que se creó el jardín botánico y el huerto del Hospital General. En aquella época, en laque en España reinaba como monarca absoluto Fernando VII, el llamado "rey felón", por haber traicionado la Constitución de 1812, el ficus ya estaba allí. Claro que no puede decirse que sea un árbol extraordinariamente longevo, puesto que algunos olivos, como el de Calvià, se acercan al primer milenio de su existencia. El ficus de la Misericordia, devenido en uno de los iconos de Palma, es un árbol catalogado por la conselleria de Medio Ambiente, y por lo tanto sujeto a una especial protección. También los es el olivo que, contra muchos pronósticos, sobrevive, trasplantado, en el centro de la plaza de Cort. Son dos de los 47 árboles singulares, catalogados, de los que dispone Mallorca: ficus, olivos, encinas, pinos y otras especies. En Balears los protegidos son 75 correspondiendo 16 a Menorca y 12 a las Pitiusas. Cinco de ellos a Formentera.

Rafel Mas es técnico del Servicio de Especies de la conselleria de Medio Ambiente. Se trata de uno de los funcionarios que se ocupan de establecer qué árboles singulares han de ser incluidos en el catálogo atendiendo a sus peculiaridades. En Mallorca, además de los dos citados, están incluidos en el catálogo la bellasombra de la plaza de la Reina, la lagunaria de La Lonja, el murtera del convento de las Clarisas, que no es que tenga una singularidad específica, sino que ha sido incluido en el catálogo porque parece que fue sembrado por la fundadora del convento. La encina de ses Trujes de Escorca, con cientos de años de vida, constituye uno de los ejemplares más llamativos, así como el cedro de Massanella o el olivo de la Reina, en Calvià.

requisitos

¿Qué se requiere para que un árbol sea incluido en el catálogo? Mas precisa que uno de los requisitos que se considera indispensable es el de su "ancianidad". Han de haber superado el listón de su primer siglo, siendo indiferente su procedencia autóctona o foránea. Precisa que la edad exacta de un árbol es difícil de establecer, porque para ello habría que conocer quién lo sembró. Hay técnicas para conocerla, pero son invasivas.

Lo que un árbol necesita para su conservación es "no tocarlo", enfatiza Rafel Mas, aunque en ocasiones haya que hacer tratamientos de poda y, en el caso de los pinos, tratamientos antiperforadores. Algunos ejemplares corren riesgos más elevados, es el caso de la bellasombra de la plaza de la Reina, que necesita un grado de humedad considerable. Para el ficus de la Misericordia, se ha recomendado a la empresa encargada del matenimiento de los jardines, que no retire la hojarasca depositada sobre las raíces, puesto que las acolchan amortiguando las pisadas de los visitantes; para evitarlas, se procederá a perimetrar el árbol impidiendo que las raíces sean pisadas por los visitantes.

A la conselleria de Medio Ambiente constantemente llegan sugerencias para que determinados árboles entren a formar parte del catálogo. Entonces, los agentes de Medio Ambiente visitan el ejemplar para estudiar si ha de ser incluido. Esta previsto que a lo largo de 2016, y de acuerdo con las disponibilidades económicas, que no son las que se necesitarían, nuevos árboles, en todas las islas, pasen a engrosar el catálogo. Rafel Mas señala que la Ley aprobada por el Parlamento en 1991 establece que los árboles con un valor patrimonial o un significado cultural de una trascendencia notable integrarán el catálogo. Se trata, precisa la norma, de "individuos de talla o edad extraordinarios, o que por su ubicación y otras características, han sido conocidos y apreciados por el pueblo de manera tradicional". También se especifica que "algunos ejemplares constituyen fundamento real de cultura colectiva, están relacionados con hechos históricos o constituyen parte de la mitología y tradición populares e incluso del patrimonio artístico".

El biólogo Joan Mayol dice, en Árboles y bosques de las Baleares, sobre la singularidad de los ejemplares arbóreos, que los grandes protagonistas de la naturaleza en el medio terrestre son los árboles y los bosques: la mayor parte de las tierras no transformadas por la acción humana están cubiertas de árboles, a excepción de los desiertos y los polos. Añade que las Balears están enclavadas en una región climática, la mediterránea, de vocación fundamentalmente forestal: el encinar es el bosque por antonomasia de Mallorca y Menorca; por su parte, los pinares tienen una importancia enorme desde hace milenios.

Mayol destaca que mucha gente se sorprende al saber que en las Islas existen 20 especies de árboles silvestres, por lo que no pocos se las verán con diifcultades para enumerar, más allá del pino, la encina, el acebuche y la sabina, otras especies autóctonas.

Mayol señala que las relaciones entre los bosques y las personas han sido y son de gran intensidad, añadiendo que "tenemos con los bosques una deuda impagable. Sin ellos no habría existido el progreso. Hemos navegado sobre maderas de los bosques a lo largo de miles de años, hemos extraído cantidades inmensas para la construcción, para los más variados usos artesanales y, sobre todo, hemos obtenido una colosal cantidad de energía en forma de leña y carbón para hornos, cocinas, para hacer cal y otros usos. Hasta la época de los combustibles fósiles, los bosques han sido esenciales para el desarrollo de la economía".

La gran amenaza

Los agentes de Medio Ambiente tienen perfectamente detectado cuál es el gran problema con el que se enfrentan los conservacionistas, la gran amenaza quese cierne sobre los bosques mallorquines e incluso sobre los árboles catalogados. Se trata de las cabras. Rafel Mas explica que la encina de Ses Trujes nunca tendrá descendencia, porque las cabras no dejan crecen los retoños. Su superpoblación (en el 2000 se estimó que en la Serra de Alfabia había 20 mil ejemplares) arrasa con las bellotas, todo el sotobosque y las pequeñas encinas. En Medio Ambiente son categóricos: "están deteriorando el medio ambiente a un nivel superior al de los incendios forestales, los miles de cabras causan el mismo efecto que un incendio de baja intensidad que se prolonga a lo largo de todo el año". Consideran que en la actualidad en Mallorca solo existen "encinares fósiles": se está yendo a una situación de desiertos con encinas viejas, puesto que las cabras impiden la regeneración. El perjuicio para los árboles singulares se debe a que muerden los troncos causándoles heridas que debilitan al árbol.

Se estima que el censo de cabras por hectárea no ha de superar el 0´1%, y sin datos concretos, parece que en Mallorca la proporción puede establecerse en torno al 20 %. ¿Por qué no se actúa para al menos controlar la superpoblación de esos animales? Existe una explicación, que es la que ofrecen en Medio Ambiente: la caza deportiva de las cabras da beneficios a un pequeño sector, el de los dueños de las fincas que han establecido cotos de caza. El beneficio que la abundancia de cabras obtiene ese minúsculo sector es el que está dificultando que se actúe con contundencia, puesto que Rafel Mas estima que debería eliminarse al menos el 90% de la población por los grandes perjuicios que ocasiona a la masa forestal.

Hasta el momento no parece que la Administración tenga previsto poner en marcha planes de contingencia para solventar el problema. No se sabe si la presión de los dueños de las fincas y de los cazadores es la que ha paralizado cualquier iniciativa o si, como sucedió en las Pitiusas, la eliminación de las cabras pondría en pie de guerra a determinados sectores conservacionistas, que anteponen la vida de las cabras a cualquier otra circunstancia.

Los agentes de Medio Ambiente consideran que es imprescindible acometer una actuación decidida para garantizar la protección de los bosques. En caso contrario, dicen, las cabras acabarán con ellos.

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