Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Impresiones primaverales

Semana no santa

Semana no santa

Es curiosa la experiencia de pasar una Semana Santa lejos de España y en un lugar en el que la mezcla de religiones y etnias es tan grande que uno se pierde. En el campus de la universidad de California en Irvine no había ni la más mínima señal que hiciese referencia al Viernes Santo -ni nazarenos, ni pasos, ni saetas, ni vírgenes dolorosas, ni crucifijos, ni una sola referencia o anuncio siquiera relativo al martirio del Dios de los cristianos- pero sí que abundaban los carteles advirtiendo de la celebración del año nuevo de los persas. Ignoro si será cosa de la primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, la que estableció ¡nada menos que en el año 1791! libertad de culto -y de paso libertad de reunión, libertad de expresión y libertad de prensa-, dando lugar a que en las escuelas, institutos y universidades no se pueda hacer desde entonces exhibición pública de ningún símbolo perteneciente a un credo en particular.

Esa norma extraña no poco en un país en el que el 73% de sus habitantes se declaran cristianos, con la mayoría de ellos teniéndose por practicantes de su religión aunque sólo la mitad vaya al templo cada domingo. Pero los católicos son sólo la cuarta parte de los cristianos estadounidenses y ya se sabe que las iglesias protestantes huyen de las manifestaciones de la imaginería propia de la Semana Santa. Con lo que el país entero se ahorra la polémica acerca de si las procesiones son un mero espectáculo turístico o una manifestación religiosa. No hay, y se acabó.

Pero las fiestas tienen todas ellas, comenzando por las navidades, su aspecto laico. Si el Viernes Santo queda en el olvido sin más el Domingo de Resurrección es en los Estados Unidos una de esas celebraciones emblemáticas que van más allá de los oficios de la misa de ese domingo tan particular para transformarse en el Easter Sunday, nombre que tiene incluso su traducción al árabe. Puede que sea porque sus raíces son, cómo no, paganas y están ligadas a la llegada de la primavera. Supongo que no son los niños cristianos los únicos que se ponen a buscar los huevos de Pascua por los jardines.

Mi mujer, Cristina, y yo hemos pasado el Easter no ya lejos de las congregaciones religiosas sino de cualquier comunidad digna de ese nombre. Estábamos en el desierto de Colorado, experiencia que tiene bastante más contenido místico que la mayoría de las prácticas de la Semana Santa. Para los panteístas, al menos, porque Joshua Trees, el parque más emblemático del desierto, brinda la oportunidad de volver a la naturaleza en su estado más puro. A cambio de invertir mucho dinero y esfuerzos para que se mantenga como está: un ecosistema único y peculiar, con vegetación desértica, claro es, pero que va cambiando a cada pocos kilómetros como si se ajustase a las posibilidades de vida que ofrece un terreno tan hostil. Los cactos que dan nombre al parque, Yucca brevifolia, son espectaculares pero en realidad cualquier planta, los lagartos, las rocas mismas, las colinas y los desfiladeros desafían la capacidad de asombro.

A la vuelta, buscando un colmado abierto en Easter dentro del campus de la universidad, nos damos cuenta que todos los que nos rodean son asiáticos. Debe ser que el budismo queda muy alejado de las procesiones de nazarenos, o quizá que los estudiantes tiran a agnósticos, sin más.

Compartir el artículo

stats