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Xuetes, 150 años de historia

De la marginación a la potencia económica

La progresión de los judíos conversos mallorquines, los denominados ´xuetes´, los convirtió en apenas siglo y medio en una clase dotada de un considerable potencial económico

La profesora Margarita Aguiló posa en la encrucijada de la calle Colom y la calle Jaime II, justo enfrente de un comercio con propietarios ´xuetes´ desde el siglo XVII.

Año 1765. En Mallorca todavía no se ha cumplido un siglo desde los últimos autos de fe que llevaron a judíos a la hoguera, víctimas de la Inquisición de la Iglesia católica. ´La fe triunfante´, el libelo del jesuita Francisco Garau, había sido editado por primera vez en 1691. A lo largo del siglo XVIII la vigencia de los gremios corría paralela a la de los Estatutos de la Limpieza de Sangre, el marco jurídico que establecía la segregación de los xuetes, a quienes se les prohibía acceder a determinadas profesiones. El año del Señor de 1765 vio un acontecimiento que puede que marcase el inicio de un cambio en la consideración social de los xuetes mallorquines, que culminaría 200 años después. Ese año Leonor Aguiló, mujer de una más que considerable fortuna, obtuvo del obispo de la diócesis de Mallorca un privilegio que dejó estupefacta a la mayor parte de la muy conservadora sociedad mallorquina, puesto que consiguió que el prelado accediese a tonsurar a su cuñado, Tomás Cortés, en la finca de Son Vic, situada en el término municipal de Calvià. Un cronista de la época, Gabriel Ferrer, tan estupefacto como el que más por la condescendencia de su ilustrísima (se supone que a cambio de una notable donación pecuniaria), escribió que Leonor Aguiló se había convertido en la "princesa de los xuetes". Los abuelos de la señora, los Aguiló Cortés, le habían hecho heredera de empresas y fincas, entre ellas algunas de las punteras de entonces: oficinas de crédito, exportación de aceite e importación de trigo. Doña Leonor casó en primeras nupcias con su primo Onofre Aguiló y al enviudar, en 1776, con Domingo Cortés. Su descendencia fue numerosa: nueve hijos.

Lo expuesto lo relata la profesora de Matemática Financiera del departamento de Economía de la Empresa de la UIB, Margarita Aguiló Femenías, quien ha llevado a cabo una amplia tesis sobre la evolución socioeconómica de los xuetes, que abarca desde 1772, los años postreros del denominado "antiguo régimen", hasta 1935, inmediatamente antes del inicio de la Guerra Civil de 1936-1939. La profesora Aguiló tiene buen cuidado en destacar que la elaboración de su tesis, considerada imprescindible para entender el desarrollo económico y social de los xuetes de Palma en más de siglo y medio, se ha podido materializar gracias a la dirección de la profesora de Historia Económica de su departamento, Antonia Morey Tous.

Comercio

En la tesis, se evidencia que los xuetes han sido una clase esencialmente comercial, en la que el porcentaje de personas dedicadas a esa actividad era superior al 50 por ciento. ¿Por qué? La razón hay que buscarla en los Estatutos de Limpieza de Sangre, que les vedaban el acceso a otras profesiones. La profesora Aguiló destaca que a pesar de su preponderancia en el mundo del comercio, que se irá intensificando a lo largo del siglo XIX y el primer tercio del XX, los xuetes nunca representaron más del 5 por ciento de la población de Palma, añadiendo que se trataba de una clase muy heterogénea, en la que se daba un desigual reparto de la riqueza, hasta el punto de que el 20 por ciento de los xuetes de Ciutat disponía del 85 por ciento de la misma y una sola familia, la de Leonor Aguiló, llegó a poseer en 1772 el 28 por ciento. Margarita Aguiló deja claro que aunque progresivamente los xuetes fueron integrándose en la sociedad palmesana siempre tuvieron que pechar con el estigma de su condición, el de xueta, que solo se diluye hacia finales de la década de los sesenta del pasado siglo debido al turismo de masas y a la inmigración peninsular. Es durante el siglo XIX cuando los grandes comerciantes xuetes se asimilan a la burguesía de Ciutat, hasta el punto de que en 1852 los mayores empresarios de la industria y el comercio de Palma son xuetes, entre ellos el indiscutible número uno, Mariano Fuster, conocido como Polla, y Jorge Aguiló. Los negocios con la clase social dirigente son habituales, pero en ningún momento se llega al mestizaje. Fueron unos tiempos en los que el matrimonio, aunque fuese de conveniencia, entre un xueta y alguien ajeno a ese mundo era simplemente impensable, estaba fuera de cualquier consideración.

Otro elemento que la profesora Aguiló afirma que es muy destacable: en 1837 se crea el Instituto Balear, casi coincidiendo con el derrumbe del antiguo régimen y la consiguiente abrogación de los Estatutos de Limpieza de Sangre acompañada de la liquidación de los gremios, lo que posibilita a los xuetes que sus hijos accedan a los estudios medios y después, en los albores del siglo XX, la entrada en la universidad, lo que conducirá a que en 1934, durante la Segunda República, el 11 por ciento de los profesionales liberales de Palma sean xuetes cuando únicamente representaban el 5 por ciento del censo. Fue una pretensión muy arraigada entre los xuetes el conseguir dar a sus hijos estudios, tanto medios como universitarios.

Prácticas religiosas

Después de los últimos autos de fe, los xuetes abandonaron paulatinamente las prácticas religiosas judías y muchos de ellos llegaron a ser, con el tiempo, fervorosos católicos. Sin embargo, enfatiza Margarita Aguiló, conservaron algunas de las características propias de las comunidades judías; entre ellas las organizaciones de ayuda mutua, el fuerte sentimiento de pertenencia al grupo o la existencia de personajes considerados jefes de la comunidad. Aunque a partir de la Reforma liberal, tras la muerte del rey Fernando VII, en la tercera década del siglo XIX y la entronización de su hija, Isabel II, legalmente los xuetes dejan de ser tratados de forma diferente y, progresivamente, algunos empiezan a ocupar cargos públicos relevantes y a destacar en las instituciones, el rechazo por parte de la sociedad mallorquina se mantiene prácticamente inalterado, hasta que en los años del desarrollismo, allá por las mencionadas décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, la situación da definitivamente un vuelco, aunque, en algunos ámbitos, sobre todo entre los botifarres y la alta burguesía, privadamente la discriminación siguiera latente.

Los acontecimientos políticos y económicos que se sucedieron desde la llamada Reforma Ilustrada y la posterior instauración del Estado liberal, hacia 1890, repercutieron en el comportamiento socioeconómico y profesional de los sectores xuetes dedicados al crédito (prestamistas), plateros, comerciantes o tenderos, que se movilizaron para que se eliminara el trato diferencial al que eran sometidos. Ya en una fecha tan temprana como 1773 seis diputados de la calle, conocidos con el nombre de perruques por la lujosa indumentaria que llevaban, viajaron a Madrid para hacer entrega al rey Carlos III, el monarca ilustrado, de un memorial en el que solicitaban la igualdad social y jurídica de las personas de estirpe hebraica. El proceso se dilató por espacio de una década. Finalmente, el Rey atendió a las peticiones que le habían formulado Francisco Forteza, Bernardo Aguiló, Juan Bonnín, Tomás Aguiló y los hermanos Tomás y Domingo Cortés, firmando tres reales cédulas: la primera, de 1782, les otorgaba libertad de movimientos y residencia, además de prohibir los insultos, habituales hasta entonces; la segunda, fechada en 1785, declaraba a los xuetes aptos para el Ejército y la función pública y la tercera, de 1788, los declaraba aptos para desempeñar cualquier oficio. Pero todavía siguió vigente la discriminación en los grados universitarios y eclesiásticos, que siguió vigente hasta bien entrado el siguiente siglo.

El padrón de Palma correspondiente a 1816 ha permitido a la profesora Aguiló conocer la ubicación y composición de los chuetas. Al estar organizado en parroquias muestra la localización de sus casas y negocios en Ciutat. La mayoría habitaba en el barrio denominado del Segell, concentrándose en las parroquias de Santa Eulalia y San Nicolás. En esta última, además de ubicarse numerosos negocios y comercios, residían las familias más acaudaladas de la sociedad xueta de Palma. En la etapa final del antiguo régimen, hasta 1836, la actividad comercial tuvo un carácter generalista estando representada por un grupo heterogéneo de profesionales: comerciantes, negociantes, traficantes, marchantes y tenderos. A partir de mediados del siglo XIX y hasta 1935, la especialización comercial se mantiene, pero pierden representación los comercios generalistas en beneficio de los especializados. En 1935 tanto el comercio al por mayor como al por menor están fuertemente especializados.

Prestamistas

Una de las actividades que siempre se ha asociado a los xuetes es la de prestamistas, pero no aparece como profesión específica (a excepción de la contribución del año 1852 en la que se contabilizan tres prestamistas sobre joyas), aunque Margarita Aguiló ha podido constatar a través de los análisis de inventarios que se trata de una de las actividades destacadas de los xuetes, al igual que con el tiempo la navegación se realizará a través de entidades financieras en las que la "élite xueta" participará de lleno.

Otro dato de la tesis considerado de interés es el del reparto de utensilios de 1772 (que sustituyó a la obligación de alojar a un soldado de los reales ejércitos y correr a cargo de su alimentación), porque ha permitido conocer el número concreto de xuetes pertenecientes a cada gremio: el de los marchantes y el de los plateros, que no eran exclusivos, sin embargo tuvieron una presencia muy preponderante de ellos: el 84 y el 96 por ciento de sus integrantes. En 1852 los xuetes controlaban el comercio textil prácticamente en su totalidad y tienen una alta representación en los sectores del vidrio y el metal. A partir de 1917 continúan controlando la joyería y el sector del metal.

Lo más resaltable es que hacia mediados del siglo XIX los grandes comerciantes xuetes ocupan las primeras posiciones de la clasificación general de mayores empresarios mallorquines; son ellos los que, en el último tercio del siglo, coincidiendo con la promulgación de la Ley de Sociedades Mercantiles en 1869, los que participarán, junto con sus hijos, en la constitución de numerosas sociedades que dotarán a la Isla de las infraestructuras necesarias para su desarrollo económico y finalmente participarán de lleno en la vida social y política mallorquina, a pesar de que se mantendrá la discriminación de facto, la que desaparece en los años finales del franquismo.

A partir de la segunda mitad del XIX, surge con fuerza una burguesía progresista y modernizadora que promueve la creación de numerosas sociedades industriales, comerciales y financieras. Esa nueva clase social pasa a formar parte de sociedades culturales y deportivas animadas de un claro espíritu integrador. Un ejemplo lo constituyó el Ateneo Balear, que aglutinaba a los más destacados comerciantes e intelectuales de la época. La élite de los xuetes participó decididamente en el mismo.

Profesionales liberales

Al iniciarse el siglo XX se origina un cambio muy remarcable: la aparición de destacados profesionales liberales. Esa nueva profesionalización se incrementa paulatinamente entre los xuetes hasta que en 1934 los profesionales liberales de apellido xueta representan el mencionado 11 por ciento del total de Palma. Es un dato que pone de manifiesto la enorme importancia que los xuetes otorgaron a la educación como vehículo de integración social, a pesar de las grandes dificultades que tuvieron que superar para lograrlo y al hecho de que algunos, viendo que ni tan siquiera a través de su carrera profesional conseguían ser totalmente aceptados, decidieron no regresar a Mallorca una vez finalizados sus estudios universitarios.

Otra característica distintiva de los xuetes fue la de que, al contrario que otras familias de comerciantes y mercaderes, no optaron por el heredero único, habitual entre los botifarres. La mayoría repartieron su herencia entre los hijos varones. Esta costumbre se mantiene inalterable, excepción hecha de algunas familias de los estratos superiores de la sociedad xueta que, hacia finales del siglo XVIII, establecen fideicomisos con gravámenes de linaje muy parecidos a los utilizados por la nobleza.

Hay una peculiaridad que ha llamado la atención de la profesora Aguiló: algunos xuetes, al contrario de lo habitual en otros grupos sociales, no excluyeron de la herencia a los hijos que seguían la carrera eclesiástica, sino todo lo contrario: en ciertos casos incluso eran favorecidos sobre los otros hijos. Es una forma de proceder que parece guardar relación con las persecuciones y exclusiones padecidas por los xuetes por parte de la Iglesia católica, en la que el antisemitismo estuvo muy arraigado hasta prácticamente el Concilio Vaticano Segundo. Los xuetes que querían ser sacerdotes debían ordenarse fuera de Mallorca y al regresar, tenían vetado ingresar en los conventos, puesto que en éstos se exigía la ominosa limpieza de sangre. En Mallorca, los retratos de los judíos condenados en autos de fe estaban expuestos en el convento de Santo Domingo. Los chuetas descendientes de los últimos condenados vieron cómo los sambenitos de sus antepasados se mantuvieron colgados en el citado convento hasta 1820.

La profesora Aguiló recalca que su tesis ha sido elaborada a partir de los documentos que ha podido estudiar, los que atestiguan cómo vivieron los xuetes a lo largo de los tres últimos siglos de la historia de Palma.

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