En dos años, el número de becarios en España ha pasado de 20.000 a 70.000. O sea, a las empresas de este bendito país se les permite contratar „es un decir„ a personas con titulación superior sin pagarles un duro o pagándoles, si llega, 300 euros y listo. El problema de nuestros jóvenes titulados es serio: o se avienen a ser carnaza laboral, aceptando ser humillados; o se piran. Una de las pocas alternativas que tienen es ser hijos de Vicenç Thomás, ascendencia que ha demostrado ser eficaz para que un titulado sin oficio sea enchufado con nuestra pasta, a 46.000 euros al año, por su amiguete Iago Negueruela.
Claro, que la proporción de jóvenes hijos del vicepresidente del Parlament no da para tanto. Pobres: tendrán que seguir haciendo encuestas por la calle.