Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Oblicuidad

La democratización de la corrupción

La democratización de la corrupción

Al insistir genéricamente en el daño que comporta la corrupción, la ambigüedad del término impide un análisis pormenorizado de la plaga. Las epidemias clásicas solo frenan su asalto tras una disección minuciosa del agente provocador. La peste de la democracia también requiere una sistematización. El abordaje científico demostrará paradójicamente que la democratización ha elevado a la corrupción de malestar asumible hasta fiebre devastadora.

En el origen de los tiempos corruptos, las ventajas de trabajar en sábado se resumían en que la jornada semiociosa acentuaba ligeramente la disminuida perceptividad de las jornadas de ajetreo. La garganta profunda eligió el día apropiado para transmitirnos el reparto del botín, en el primer gran escándalo de la política mallorquina. Todavía contábamos en pesetas, y el empresario había tenido que entregar 150 millones para obtener el favor de la Administración.

Al donante solo le afectaba la cantidad global, la distribución quedaba al albur del líder de la manada. En su calidad de repartidor, se quedaba 75 millones de pesetas, medio millón de euros al cambio redondeado. Dado que el cobro se excusaba en la financiación del partido, se le entregaban 50 millones a la formación, en torno a los 300 mil euros. El número uno del departamento que procedía a la ilegalidad ingresaría 25 millones, en recompensa por sus esfuerzos burocráticos para retorcer el procedimiento.

Según se observa desde el mismo reparto, se vivían los tiempos de la corrupción euclídea, focalizada. Un distribuidor único y apenas dos perceptores individuales, el capo y el subalterno habilitado. Recordemos de paso que el partido apenas si extrae una tercera parte de la cantidad robada, dicho quede para escarnio de los incautos que insisten en que el problema radica en la financiación no reglada de las formaciones políticas.

La cicatería de antaño obligaba a los escalones inferiores a sisar. ¿De qué porción? Por supuesto, de la cuota destinada en teoría al partido, desviada ahora a familiares, amigos y sobre todo a amantes. Comparen aquella concentración estricta de las ganancias con la diseminación actual. En los escándalos Scala o Turisme Jove, exigían una retribución los peldaños que antes se hubieran conformado con las migajas. Al igual que sucede con la droga, por citar una peste no tan dañina, la impurificación devaluaba la calidad del producto final. La democratización de la corrupción socavó los fundamentos del Estado. Ahí estamos.

Compartir el artículo

stats