Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tribuna

Sequía en Balears

El estado actual del Gorg Blau, indicador de la sequía.

La sequía en Balears es un dato de partida. Es propia del clima que disfrutamos. Así ha sido durante toda la historia. La grave no es la sequía, sino la extrañeza e improvisación que mostramos cuando aparece.

Antes de la llegada del turismo, las islas vivían en un relativo equilibrio hídrico. Pero esto hace mucho tiempo que se acabó porque las estancias turísticas representan en Mallorca más del 25 % de la población residente, medidas en términos anuales, con puntas en verano, que es cuando la demanda de agua es más elevada, del 100 %. Menorca se asimila a Mallorca en ambos porcentajes. En Eivissa todavía es más acusada la presión, con un 40 % en términos anuales y puntas del 300 %. Formentera ya ni les cuento. Así, no hay equilibrio natural que valga.

En los años 90 del siglo pasado, en uno de los periódicos episodios de sequía, tuvo lugar el esperpéntico proceso conocido como Operación barco, que todavía pagamos, y en el que se facturó el metro cúbico de agua más caro de la historia. El último episodio serio de sequía ocurrió en el 2000-2001. En esos momentos, en Mallorca se recurrió a desaladoras móviles, a ampliar la capacidad de la desaladora de bahía de Palma, se proyectó una interconexión insular, se materializó sa Costera y se licitaron por el Ministerio las desaladoras de Alcúdia y Andratx.

Esta última poco afortunada en su ubicación, en lugar de la zona de Santanyí. En Menorca se licitó la desaladora de Ciutadella, con una proyección a futuro de conexión hasta Maó. En Eivissa se fue más allá, mediante la mejora de la planta de Eivissa, aumentando su capacidad, se mejoró la planta de Sant Antoni dándole la potencia suficiente y ampliando su capacidad y se aprobó, por el Ministerio de Medio Ambiente, la construcción de la planta de Santa Eulària. Además, se diseñó un anillo que debía intercomunicar las tres plantas, para permitir la optimización del suministro a toda la isla. En Formentera también se amplió la desaladora.

El plan dirigido por Antoni Rodríguez Perea proponía que las desaladoras funcionaran todo el año con el fin de recuperar la sobreexplotación que habían soportado los acuíferos y, al mismo tiempo, optimizar los costes completos de producción del agua desalada. Conviene aclarar que una desaladora requiere un mantenimiento permanente, tanto si se utiliza como si no. Lo mismo ocurre con la amortización técnica, que en parte se da tanto si funciona como si no lo hace. No es una instalación prevista y diseñada para funcionar intermitentemente como se quiere dar a entender.

Las tramitaciones y diferentes enredos retrasaron varios de los proyectos. Santa Eulària, Ciutadella y Andratx no han llegado a ponerse en marcha por falta de acuerdo en la financiación del agua, mientras que Alcúdia languidece funcionando muy por debajo de su capacidad. El anillo que debe intercomunicar las tres plantas de Eivissa está pendiente de finalizar. Las aguas depuradas, debido a la escasísima inversión en estos últimos años, no pueden ser aprovechadas en muchos casos para usos secundarios sustituyendo extracciones de agua de primera calidad, y se evacuan al mar o a torrentes.

Sin embargo, como la sequía disminuyó, dejó de ser una prioridad resolver el problema y como el agua extraída de pozos tiene un coste directo menor, se dejó de producir agua desalada. Ello supuso mayores extracciones que volvieron a sobreexplotar los acuíferos.

La gestión del agua, principalmente desde 2008, ha sido a corto plazo y con criterios puramente economicistas, que no económicos. Un error grave. Primero porque la situación hídrica de las islas no se arregla tan fácilmente. La recuperación requeriría una parada total de las extracciones en zonas salinizadas para recuperarse adecuadamente del tremendo estrés al que las han sometido durante décadas.

Segundo, y no menos importante, como que los precios no aumentan porque se mantiene el mismo esquema de suministro, orientado a la oferta al menor precio, la asignación de un recurso escaso se hace de forma irracional y la población en su conjunto no percibe el problema.

Es necesario utilizar todos los recursos alternativos disponibles, sustituyendo extracciones de forma severa, aplicando precios progresivamente más altos, en www.iagua.es/noticias/tarifas o "Ver más noticias sobre Tarifas" tarifas escalonadas que permitan, por una parte, mantener un precio asequible para los consumos normales y, por otra, escalones crecientemente elevados, internalizando todos los costes y aplicando criterios de gestión de la demanda. Existe, además, un grave problema añadido. El ciclo del agua no se gestiona en su conjunto a través de un ente único. Hay demasiados agentes intervinientes en el problema, a veces, con intereses contrapuestos. Esto es nefasto para llevar a cabo una buena gestión del recurso.

Como se puede ver, no estamos hablando de nada revolucionario. Simplemente aplicar el sentido común, la racionalidad económica, la planificación a medio y largo plazo y la tecnología disponible.

(*) Ingeniero industrial

Compartir el artículo

stats