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Un siglo de juguetes: el recuerdo lúdico de los últimos cien años

Manuel Alonso posee una colección única: la de los juguetes que también han construido la historia del siglo XX. Se trata de 350 piezas, valoradas en casi medio millón de euros.

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El recuerdo lúdico de los últimos cien años

Manuel Alonso es un personaje peculiar. Se dedica profesionalmente al mundo de los seguros, pero despliega otra actividad que ha acabado por convertirlo en alguien sobradamente conocido tanto en Mallorca como en media España. Alonso es el propietario de la que probablemente constituye la colección más completa de juguetes de la que se tiene constancia; completa porque abarca tres cuartas partes del pasado siglo, desde sus inicios hasta bien entrada la década de los setenta. Es una colección que sin duda puede tildarse de mágica, ya que en ella se encuentran todos los elementos que han alimentado la imaginación de los niños de al menos cuatro generaciones. Al contemplar lo que Alonso posee no hay forma de escapar al embrujo que emana de una colección de juguetes irrepetible. Lo chocante del caso es que su propietario está dispuesto a donarla a las Administraciones públicas para que pueda ser contemplada por todos, pero hasta ahora no ha habido forma de que éstas, pese a los reiterados ofrecimientos, hayan decidido hacerse cargo de lo que es un tesoro histórico y cultural, valorado en como mínimo medio millón de euros.

El caso es que Manuel Alonso nació en el seno de una familia dedicada al mundo del juguete. Hasta su adolescencia, con quince años cumplidos, vivió en Barcelona, donde sus padres regentaban una tienda de juguetes, naturalmente. Es en febrero de 1971cuando se traslada a Mallorca abriendo en Palma un almacén al por mayor, Juguetes Viñas-Alonso, para, cinco años después, inaugurar una tienda en pleno centro de Ciutat, en la calle de San Miguel. Son unos años en los que Manuel Alonso recorre toda España para adquirir las últimas novedades, al tiempo que se hacía con cuanto juguete antiguo se le ponía a tiro. Ese fue el inicio de su colección, que progresivamente se ampliaba puesto que los ofrecimientos que le llegaban para adquirir determinadas piezas eran constantes, y así hasta reunir las aproximadamente 350 que hoy dan forma a lo que es un museo del juguete inigualable.

Peonza y yo-yo luminosos

Otro dato llamativo de la biografía de Manuel Alonso: el 15 de enero de 1982 patentó la peonza y el yo-yo luminosos, que llegó a exportar por toda Europa. Se le ocurrió la idea un día en el que observaba a uno de sus hijos jugar con un yo-yo. Pensó que a los niños, si el artilugio se iluminaba, la cosa les podía gustar, lo que también sucedería con con la clásica peonza. Probó suerte: presentó la patente y el éxito fue inmediato. Al inquerirle si el inventó constituyó un buen negocio, se limita a decir que "funcionó". Cuenta que el montaje de los yo-yo y las peonzas se llevaba a cabo en las instalaciones del antiguo centro penitenciario de Palma.

La colección de Alonso tomó definitivamente cuerpo en marzo de 1984, en el trancurso de un viaje de trabajo a Barcelona. Allí se topó con un amigo de la infancia de su padre, representante de una fábrica de juguetes sobradamente conocida, quien le ofreció un amplio lote de juguetes antiguos: muñecas de cera, locomotoras y automóviles de hojalata, entre otras piezas. Lo adquirió por 100 mil pesetas; desde ese instante se le desató la fiebre por poseer cuanto juguete de época podía adquirir. Estableció contacto con particulares, pequeñas tiendas de pueblos, fabricantes y con quien podía poner en sus manos un juguete.

Su constante deambular por los lugares más insospechados ha dado un resultado espectacular, puesto que la colección incluye algunas piezas únicas, de muy difícil adquisición. Es el caso de una muñeca de cera de principios de siglo, de más de 110 años de antiguedad, fabricada en Alemania o Países Bajos. Al comprarla, junto a su primer lote, por las mencionadas 100 mil pesetas, sucedió un hecho que da fe del valor de la colección: a la media hora de tenerla en su poder, un fabricante de juguetes le ofreció, solo por ella, 80 mil pesetas. Pese a lo tentadora de la oferta, Alonso declinó la petición del fabricante.

La muñeca es hoy una de las piezas más sobresalientes de la colección, en la que también se incluyen los antaño populares y hoy codiciados juguetes de chapa: automóviles, trenes, payasos...; otras piezas que considera interesantes son los proyectores de cine Nic de cartón-, con sus correspondientes películas de papel. Alguno de ellos tiene una longevidad cercana al siglo. Alonso destaca que posee muestras de la evolución de esos proyectores, desde los citados de cartón hasta los modelos más evolucionados, y añade que la mayoría de sus piezas, aproximadamente un 80 por ciento, están acompañadas de sus cajas originales, tanto o más difíciles de adquirir que los propios juguetes.

Uno de los elementos de la colección que le conceden el valor económico e histórico que posee, es el de los caballos de cartón. Adquirió 14, de los que el más pequeño es de apenas cuatro dedos de altura y el mayor alcanza el metro y medio. Dice sobre ellos que muchas veces se le han acercado personas para comprárselos, llegándole a ofrecer sumas elevadas. "Por supuesto que no los he vendido", afirma, añadiendo que "tienen el valor que se les quiera dar, y hay gente dispuesta a pagar mucho por hacerse con ellos". Algunos de los caballos fueron fabricados hacia las década de los veinte; los más modernos están fechados inmediatamente después de la Guerra Civil. Sobre la confección de caballos de cartón dice Alonso que en Inca existió una fábrica en los años 50 que tuvo que cerrar por problemas económicos. Los moldes de los caballos fueron destinados a rellenar los suelos de las casas que por aquel entonces se levantaban.

Otras dos piezas a las que Alonso concede especial importancia son dos triciclos de madera fabricados en la primera década del pasado siglo. Destaca que uno de ellos tiene las ruedas de hierro, sin cobertura de goma, mientras que el segundo, un poco posterior, sí las posee. Cita una de las piezas que define como "curiosidades". Se trata de un Picassin fabricado en Mallorca por el empresario Torrebella, quien abrió la fábrica Xalmas enn el polígono de Asima. Alonso mostró el juguete a su creador, quien no pudo evitar emocionarse al contemplarlo. Parece que no había forma de dar con uno de ellos.

Museo

Manuel Alonso manifiesta que su "gran ilusión" es la de que sus juguetes puedan ser expuestos permanentemente en un museo. Asegura que no quiere cobrar nada por hacerlo, únicamente que se le permita estar con un cargo honorífico en el patronato del mismo. Informa que tiene un ofrecimiento de los Ocimax para ubicar allí la colección. Se le cederían unos terrenos, pero alguien se tiene que hacer cargo de su cerramiento. De prosperar el proyecto, Alonso informa que la entrada será gratuita, puesto que únicamente se solicitará un donativo para crear una fundación dedicada a la investigación de las enfermedades raras en los niños.

Al preguntarle qué respuesta han obtenido de las Administraciones públicas sus reiterados ofrecimientos responde que "la verdad es que nunca me han dado una repsuesta, no hay forma de que me digan si están dispuestos a aceptar la colección, y eso que la petición la he hecho una y otra vez, pero o no están interesados o no son capaces de darse cuenta de la importancia que la colección tiene". Que la posee, lo prueba el hecho de que las ofertas para venderla no cesan: la más reciente se produjo unas semanas atras, cuando un importante fabricante extranjero se puso en contacto con Alonso para comparle la colección íntegra. Parece que estaba dispuesto a pagar incluso más del valor que se le adjudica. La respuesta fue la de siempre: la colección no está en venta, porque Alonso no desiste de su proyecto de que se quede en Mallorca, de que se exponga en un museo.

Dice tener constancia de que en Mallorca un particular, que no sabe quién es, posee otra colección de juguetes, considerada muy interesante. Piensa que de crearse el museo ambas colecciones podrían integrarse en el mismo, ya que probablemente serían complentarias. "Podríamos poner en marcha -asegura- uno de los museos de juguetes más importantes de Europa, constituir una muestra realmente original, ya que se contemplaría cuál ha sido la evolución del juguete a lo largo del pasado siglo, lo que es tanto como decir que, a través del juguete, se puede estudiar la evolución de las costumbres, de los comportamientos sociales".

Universidad

"Constituiría un hecho importante para la vida cultural de Mallorca, por lo que pienso que a laUniversidad podría interesarle", opina, añadiendo que conoce a la práctica totalidad de fabricantes de juguetes de España, lo que, de crearse el museo, facilitará que éstos presten algunas de las piezas que poseen para ser expuestas. "Estamos en disposición, si hay voluntad para ello, de poner en marcha un gran museo del juguete, uno de los mejores", asegura.

Alonso no duda en afirma que cada una de las 350 piezas de su colección son en sí mismas "un mundo". Al mostrar los proyectores de cine, los sitúa en batería para que se pueda apreciar cuál ha sido su desarrollo, al igual que las locomotoras, de siempre muy solicitadas. También hace que la atención se fije en un simple cubo de playa. Es de metal. Su especial interéses radica en sus dibujos: se trata de escenas propias del veraneo de las primeras décadas del siglo XX. Se observan los bañadores, la forma de vestir de la época y hasta un aeroplano sobrevolando la playa. Un simple cubo constituye toda una secuencia de la vida social de nueve décadas atrás.

Cada una de las piezas que muestra, llaman de inmediato la atención, desde los simples soldaditos, de madera, plástico y plomo, hasta juguetes más sofisticados o algunas reliquias, con más de un siglo a cuestas, los juguetes regalados a los bisabuelos y tatarabuelos de las actuales generaciones.

Museo itinerante

Otra de las iniciativas que contempla Manuel Alonso es la de colaborar con la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Lo que se lleva entre manos es todavía un proyecto embrionario, pero que, de prosperar, podría ser la antesala del museo permanente, que es su primordial objetivo. El concurso de la EMT posibilitaría crear un "museo itinerante". Se dispondría de un autobús, convenientemente acondicionado, en el que se instalarían algunos de los juguetes más llamativos de la colección, a fin de que pudieran ser conocidos por toda Mallorca. Se trataría de ir a los centros docentes y a las fiestas de los pueblos mallorquines, para que los niños pudieran ver los juguetes. Alonso señala que si la idea fructifica está dispuesto a ponerla en marcha de inmediato, como primer y complementario primer paso para la creación del museo permanente.

Las peculiaridades de la personalidad de Manuel Alonso son múltiples, porque resulta que este agente comercial de seguros, poseedor de una de las colecciones de juguetes más completas de las existentes en España, fue, en su día, el primer fabricante de artilugios de broma de carácter erótico. Al intentar indagar sobre esa faceta, rechaza dar explicaciones aduciendo que se trata de una historia que nada tiene que ver con la de sus juguetes. Sin duda se trata de otros juguetes muy diferentes.También hay material para una exposición amplia y documentada.

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