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Tribuna

El hábito de hacer bien las cosas

La mejor prueba de que algo ha sido un éxito es que se consolide como un hábito. Precisamente eso es lo que ha pasado en materia de medio ambiente en Illes Balears. Si echamos la vista atrás, detectaremos que en las últimas décadas hemos asistido a una enorme transformación en este sentido, siendo cada vez más conscientes del impacto que tienen todas y cada una de nuestras acciones en el entorno natural.

El nivel de concienciación que hemos alcanzado como sociedad nos lleva a asumir una responsabilidad compartida en la protección del medio ambiente, algo que cobra especial importancia en un territorio de tanta riqueza natural como es el archipiélago. Atrás quedaron aquellos años en los que tirar un papel al suelo era una práctica generalizada o en los que ni siquiera reparábamos en el nivel de emisiones de CO2 que pudiera producir nuestro vehículo. No nos queda otra y esto algo que también nos marcan desde Europa. La última Cumbre del Cambio Climático, celebrada el pasado año en París y en la que se alcanzó un acuerdo global en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, es un gran ejemplo de esta nueva sociedad.

Lo mismo ocurre con el reciclaje de envases. Hace un par de décadas, apenas se reciclaba un 5 % de los envases domésticos en España. Hoy ya se reciclan el 74 % de los envases y nuestro país se sitúa entre los diez primeros de Europa. Esto ha sido posible gracias a la transformación que citábamos anteriormente. Al impulso que ciudadanos, administraciones y Ecoembes hemos hecho para pasar de una economía lineal -regida por el modelo de "usar y tirar"- a una economía circular, en la que los residuos se convierten en recursos para cuidar el medio ambiente y donde además se fomentan la innovación y el tejido industrial.

En todo este proceso, Illes Balears se ha posicionado como una de las regiones que más ha avanzado en esta materia y ya recicla 34.681 toneladas de envases domésticos. De hecho, en 2014 fue la segunda comunidad autónoma en la que la ciudadanía recicló más envases, todo un ejemplo. El reciclaje de envases ha conllevado evidentemente considerables beneficios medioambientales, pero también ha repercutido positivamente en la sociedad balear, generando hasta el momento más de 1.000 empleos.

Llegados a este punto, debemos continuar impulsando el sistema que entre todos hemos construido. La apuesta por la innovación y la mejora de la eficiencia, así como el refuerzo en educación ambiental, son aspectos que tenemos que seguir trabajando para alcanzar los retos que se nos plantean. El futuro pasa por seguir mejorando y por ser ambiciosos. Por eso en Ecoembes hemos querido ir más allá y, al igual que ya se ha logrado en Baleares, nos hemos planteado alcanzar el 80 % de envases reciclados en 2020 en toda España.

Para lograrlo, no podemos ni debemos dar un paso atrás en materia de medio ambiente. Los balears no se merecen ser perjudicados. Teniendo en cuenta el debate que se está generando acerca de la posible implantación de un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno, cabe preguntarse qué necesidad hay de apostar por un modelo de gestión de residuos que no es capaz de mejorar el presente, y ni mucho menos sirve para alcanzar retos futuros. La repercusión sería importante para los ciudadanos. No solo les supondría molestias en sus hogares -al tener no solo que separar en casa todavía más fracciones de residuos, sino además tener que ir hasta los comercios para entregarlos cuando hoy los depositan en los contenedores a cualquier hora-, sino también grandes costes, al verse encarecida su cesta de la compra, en beneficio de una iniciativa comercial que está detrás del sistema que lo promueve. El comercio, especialmente el pequeño, también se vería tremendamente afectado ante la obligación de realizar grandes inversiones económicas. Además de tener que sobrevivir en la complicada coyuntura económica actual, se les atribuiría la actividad de gestión de residuos.

Y a pesar de tratarse de un modelo con un alcance marginal y que no podría existir solo, pues se limitaría a gestionar los envases de bebidas -residuos que únicamente suponen un 8 % del total de los envases y de hecho ya se recuperan a través del sistema actual- tendría un elevado coste de implantación (470 millones de euros solo en inversiones), que duplicaría los costes del sistema actual, que ya se responsabiliza del 100 % de los residuos de envases.

Teniendo en cuenta estos aspectos, debemos trabajar en perfeccionar un modelo que funciona y que nos permite estar entre los países líderes en el reciclaje de envases en Europa en lugar de experimentar con alternativas que han demostrado su ineficiencia en otros países como Francia o Gran Bretaña, que ya lo han desestimado, y que no aportan absolutamente nada en una mejora real ni en la sociedad balear ni en la protección de su entorno natural.

(*) Consejero delegado de Ecoembes

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