Hace nada, el carnaval era carnaval. Luego empezó a hacerse el carnaval infantil y ahora parece que el carnaval es para que los niños salgan a la calle con pijama de Spiderman y papás a juego. En esta sociedad los niños tienen un gran poder y ni siquiera los que van disfrazados de Spiderman saben que "un gran poder lleva consigo una gran responsabilidad". Los niños son los rehenes de los que quieren aniñar la sociedad.
De niño, en el franquismo, vi títeres para niños y de joven, en la democracia, títeres para adultos. En origen, los títeres eran para todos y los niños eran menos niños y estaban menos aniñados. Los que vi de niño eran violentos con el lobo.
En los años de sangre y de miedo de la Transición, un papá de UCD compró a su hijo un número de la revista "Star" dedicado a "Fritz el gato", una fábula underground amoral y amoraleja, creyendo que era de Disney. Cuando vio al gato follando y drogándose lo denunció y secuestraron la revista. Hay que saber lo que se les da a los niños. En un parque vi a una abuela atemorizar a su nieto con el diablo y el infierno y confié en la dureza de los niños y no denuncié a la fanática ignorante por abuso en el ámbito familiar.
El carnaval no era infantil, los títeres tampoco y la sátira es lo contrario de la apología. No sé si es sátira el espectáculo de "Títeres de abajo", a los que detuvieron por "apología del terrorismo". No lo he visto, en eso coincido con el ministro del Interior, quien afirmó que era "apología del terrorismo y burla del dolor de las víctimas". El ministro del Interior es conocido por la ceguera con la que cree en lo que no ve. Por la página web de los titiriteros parece sátira y es normal que no guste al ministro, ni al juez, ni a la alcaldesa Carmena por carmesí que sea. Los titiriteros, que cantan a la mala reputación, la han logrado toda. Pero miren, mis señores, que no son gigantes, sino títeres.
