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Tribuna

Importación de residuos: una oportunidad perdida

Planta de valorización energética de Son Reus.

Todos los grupos políticos que se han presentado a las elecciones en Balears, incluidos especialmente los que integran o apoyan el gobierno actual de la Comunitat y del Consell de Mallorca, proponen la diversificación de la economía en nuestras islas para alejarnos del monocultivo turístico, de introducir elementos que fomenten nuevos productos y servicios con los que podamos competir.

La innovación se ha convertido en la panacea. La realidad del día a día es bien distinta, pues las cifras siguen poniendo de manifiesto nuestra dependencia casi exclusiva del turismo y nuestro posicionamiento como la última comunidad en inversión en I+D+i. En el entorno actual, la competencia es cada vez más intensa en todos los sectores de la economía, con unos países emergentes capaces de competir por precio en casi todo y unos países desarrollados que tienen la tecnología y conocimiento que les permite ofertar productos y servicios diferenciados. Por tanto, no parece muy acertado despreciar aquellos pocos sectores en los que podemos ser competitivos.

Y les guste o no a muchos, uno de esos sectores es la gestión de residuos. Disponemos de unas instalaciones modernas y competitivas y de un conocimiento acumulado que nos permiten participar competitivamente en el mercado de gestión de residuos a nivel internacional. Además, resulta que durante unos meses del año parte de la capacidad de tratamiento está ociosa, con lo que la mayor parte del coste de tratamiento, la parte de inversión ya está materializada y, por tanto, todo ingreso que supere el coste variable directo ya es aportación neta al sistema.

Los combustibles derivados de residuos o CDR se utilizan sin ningún cuestionamiento en muchos países avanzados, incluyendo Mallorca, como combustibles sustitutivos de otros en diversas actividades industriales para obtener energía en diversas formas, priorizando sobre otras formas de obtención de energía, como los combustibles fósiles.

Los CDR se obtienen de los excedentes no reciclables o valorizables materialmente de las plantas de tratamiento de los residuos municipales o comerciales y, por tanto, son residuos que, o bien deben incinerarse o bien deben verterse en un vertedero de residuos. Estas son las dos únicas opciones. Por mucho que nos empeñemos, no hay otras viables en la actualidad a corto y medio plazo.

Las cenizas y escorias resultantes de su incineración están contempladas en el proyecto inicial, que siempre se tramita para su capacidad nominal. Por tanto, están tomadas todas las medidas correctoras que recoge la legislación que, además, es la más exigente del mundo. El seguimiento en continuo del funcionamiento por entidades de la máxima garantía permite detectar cualquier anomalía en el proceso y tomar sus consecuentes medidas correctoras.

El balance ambiental y económico es, por tanto, positivo. Hay una reducción neta muy importante de las emisiones con efecto invernadero ya que la producción de energía mediante dichos combustibles genera menores emisiones que la misma energía producida en Mallorca mediante las centrales de producción (Es Murterar, Cas Tresorer, Son Reus). Y toda la energía que se produce mediante combustión de CDR sustituye la producida en las centrales eléctricas.

No olvidemos, por otra parte, que la producción de energía en dichas centrales de producción no está exenta de generar residuos similares a los de las incineradoras de residuos. También genera emisiones, cenizas y escorias, por cierto, en mayores cantidades unitarias que en el caso de los residuos y también se generan emisiones por transporte de los combustibles necesarios para su funcionamiento (carbón, fuel, o gas natural, todos procedentes de fuera de Mallorca).

Las normativas en materia de control y reducción de emisiones son más restrictivas en gestión de residuos que en la industria en general, por lo que el proceso productivo de la energía genera menos impacto ambiental por emisiones si se lleva a cabo en una incineradora de residuos que en una central de producción de energía convencional.

No olvidemos que la energía generada por la incineración de residuos es, en un 50 %, renovable, no emisora de CO2, algo que parece no conocerse desde nuestra administración puesto que no la computa como tal. Además, supone una mejora ambiental al sustituir vertido por valorización, genera ingresos adicionales que permiten la sostenibilidad económica de su sistema y, sobre todo, innovación y conocimiento.

Sí, han leído bien, innovación y conocimiento. Eso que estamos buscando por aquí todos los días y no encontramos. Porque para hacer bien las cosas han desarrollado la mejor tecnología para optimizar el rendimiento de la combustión y recuperación energética, de la logística adaptada a las necesidades específicas de manipulación de los residuos, el know-how necesario para mover por el mundo no solamente residuos, sino, de paso, muchas otras cosas.

Países como Holanda, Dinamarca, Noruega y Suecia son importadores de residuos combustibles, CDR, como hemos sido nosotros durante un breve lapso de tiempo. Y esto les permite generar ingresos no solamente directos del proceso de tratamiento sino en muchos otros sectores y países porque todos ellos están exportando conocimiento e instalaciones de gestión de residuos y agua a todo el mundo lo cual supone muchos puestos de trabajo de nivel, bien retribuidos y atractivos para las personas y empresas punteras y sólidas que fortalecen las economías de esos países. ¿Acaso no es eso algo parecido a lo que andamos buscando por aquí?

Esto es lo que hacen en los países líderes mundiales en bienestar con los que nos deberíamos comparar. No se trata de vender aquello que nos gustaría vender sin tener argumentos para ello sino de lo que el resto del mundo está dispuesto a comprarnos y nosotros seamos capaces de facilitarlo de forma sostenible y con ventajas competitivas sobre el resto. Este es un principio elemental de la economía social de mercado en la que estamos.

Tampoco los turistas vienen a Mallorca porque tengan un interés altruista en favorecer nuestra economía. Vienen porque encuentran aquí una oferta que no hallan en otros destinos turísticos, fruto de un entorno privilegiado, del trabajo de muchas miles de personas, de la perseverancia de empresarios y visionarios y de otras muchas razones que hacen que nuestra oferta sea muy competitiva.

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