Diario de Mallorca

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Impresiones invernales

Marcha atrás

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Ahora que mis años de docencia ya han terminado es cuando vuelven los recuerdos de los primeros tiempos en la universidad, de los años en que el régimen del general Franco había desaparecido de la mano de la muerte de su fundador pero aún no contábamos con la Constitución que queremos ahora reformar. Eran tiempos tan confusos como, por lo que hace al trabajo en las aulas, espléndidos. Resultaba bastante común añadir a las clases normales unos seminarios que ni contaban con créditos ni servían para sacar nota alguna; los alumnos se apuntaban por el simple interés de aprender y lo hacían en semejante cantidad que el aula prevista se quedaba siempre pequeña.

Los seminarios de más éxito entre todos eran los que se dedicaban a comentar alguno de los ensayos marxistas disidentes, aquellos propios de la vertiente estructuralista francesa -Althusser, Balibar- oscuros y densos que intentaban interpretar los pasos más cruciales de la Historia negando tanto el determinismo económico como el sentido simple de progreso. Era típico plantearse entonces la cuestión de lo que había supuesto en realidad la Revolución Industrial de finales del siglo XIX y en qué medida ese salto adelante, indudable en términos de riqueza global, suponía mejoras en la calidad de vida de la mayoría de la población. La respuesta negativa venía de la mano de la lectura de El capital de Marx pero, ya a mediados del siglo XX, ¿seguía sirviendo la lupa marxista para entender el cambio de lo que llamábamos entonces las formaciones sociales?

El recuerdo de aquellos días se vuelve pasmo al contemplar lo que nos sucede ahora mismo, la manera como lo que creíamos ya superado vuelve de la mano de la crisis gigantesca y la falta de soluciones políticas para resolver los problemas. Si el mantra estalinista -"cuanto peor, mejor"- lo habíamos dado ya por perverso, si pensábamos que el Estado del Bienestar venido de la socialdemocracia dejaba claro que cuanto mejor, mejor, aparecen ahora síntomas inquietantes. Por vez primera en medio siglo la esperanza de vida en Francia ha bajado; poco, pero algo siendo así que estábamos acostumbrados a una subida continua e indudable. Por vez primera desde que nació el Mercado Común las instituciones se plantean ir a menos Europa y no a más. poniendo en solfa el acuerdo de Schengen de libre circulación de personas. Por vez primera desde que se aprobó la Constitución de 1978 se ve en ese hecho histórico un fracaso. Pero ahora no existe ya interés por organizar seminarios que nos permitan entender lo que sucede. Por vez primera en todo el tiempo que recuerdo el deseo de conocimiento y la esperanza puesta en la sabiduría como solución se han perdido ya.

Todo eso -el retroceso político, económico, vital e intelectual- nos sucede cuando vivimos en España días de incertidumbre, momentos en los que la euforia provocada por el fin del bipartidismo se vuelve dudas acerca de si en realidad sabremos manejar un parlamento y un país que no responde ya a la alternancia sencilla de legislaturas en manos del centro izquierda y el centro derecha. Quienes se manifiestan más escépticos sostienen que no habrá pacto parlamentario capaz de cuajar y dicen con preocupación que vamos de cabeza hacia nuevas elecciones. Qué cosas. Medio siglo atrás suspirábamos por lograr que las elecciones al fin llegasen.

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