Diario de Mallorca

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El arte de China, Japón y Rusia

Antigüedades y joyas en Mallorca

Los coleccionistas de antigüedades, objetos "raros" y joyas, se fijan en Asia y Rusia

El mercado mallorquín de las antigüedades, además de la pintura y las joyas, ha dado un radical giro al socaire de la crisis, un drástico cambio de rumbo que ha trastocado las preferencias de los coleccionistas. Hoy no son los muebles de época los que se demandan, tampoco la pintura de los clásicos mallorquines, como Anckermann, Ribas, O´Neille y Cittadini, tampoco la imaginería religiosa europea medieval y renacentista, sino los objetos procedentes de Asia, del lejano Oriente, y las joyas rusas del período de los zares. En ese campo es donde está fijado actualmente el máximo interés de quienes poseen la capacidad económica necesaria, que no es poca, para hacerse con piezas con las que decorar sus casas o, como muchas veces sucede, engrosar sus colecciones o hacer rentables inversiones.

Triple actividad

Alfredo Moreno es quien, junto a Joana Ramis, dedicada exclusivamente a la pintura, dirige una empresa, posiblemente la única radicada en Palma, que se dedica a la compra-venta de obras de arte, antigüedades y joyas. La iniciaron en 2009 y su director destaca que son la única que "toca los tres palos", añadiendo, sin ofrecer ningún detalle susceptible de establecer identidades, que gestionan colecciones privadas de personas muy conocidas. La responsable de la sección de pintura resalta que la crisis ha hecho que los coleccionistas de siempre se hayan resentido, por lo que la pintura clásica mallorquina, de los cuatro pintores citados, además de otros, haya dejado de tener el atractivo que adquirió en décadas anteriores. Ya no sucede lo que aconteció treinta años atrás, cuando esa pintura era muy demandada y alcanzaba altas cotizaciones. Ahora, el mercado, constreñido por las dificultades económicas, se dirige hacia el arte contemporáneo, porque el fiel a los clásicos mallorquines se ha hecho mayor y no tiene sucesores. La contracción que se ha dado en el mercado la explicita diciendo que un cuadro que llegó a cotizarse a 10.000 euros ahora se vende por un cuarenta por ciento menos, por apenas 6.000 euros e incluso menos. Para enfatizar el cambio explica que algunos coleccionistas "no se bajan del burro", quieren mantener los precios de antes, sin entender los cambios que se han producido y la saturación del mercado, "porque se basan en la época de bonanza, en la de precios altos, en definitiva, en un mercado que ha desaparecido", afirma, aunque precisa que para la obra de calidad, para Miró o Barceló, "siempre hay compradores dispuestos a pagar".

Una novedad que se viene detectando es la del auge de las subastas, que hace que lo que no se vende en Mallorca, se coloca en la península y en el extranjero. "Se trata de un mundo -dice Joan Ramis- en el que todo el mundo se conoce". Al preguntarle cuál es el volumen de negocio que anualmente mueve el mercado, responde que, dejando de lado a Barceló y Miró, puede hablarse aproximadamente de un millón de euros. Sostiene que en las galerías no se hace la promoción adecuada, sino que cada galerista trata de colocar a los suyos, lo que dificulta la renovación.

Un mercado en expansión

Pero es, sin duda, el mundo de las antigüedades el que constituye el eje fundamental de la actividad de Alfredo Moreno. Al indagar a qué antigüedades se refiere, establece que "se trata de piezas muy exclusivas, que se alejan del mercado clásico de siempre; al contrario: los compradores demandan objetos con un elevado interés histórico, procedentes del lejano Oriente, de Japón y China preferentemente, y, por supuesto, bastante caras". Al solicitarle que cite algunas piezas menciona un plato de cerámica de la dinastía Ming, valorado en 2.000 euros; una calavera del Tibet, tipo kapala, del siglo XIX, con incrustaciones de oro, plata y piedras preciosas, que alcanza un precio de 7.000 euros, o la cabeza del príncipe de Siddartha, del siglo II después de Cristo, procedente de la India, valorada en 6.500 euros. También resalta un espejo de bronce chino, de la dinastía Han, con una antigüedad de dos mil años, valorado en 3.000 euros. "Son objetos raros -señala- difíciles de conseguir, por lo que para satisfacer las peticiones de nuestros clientes tenemos que viajar por todo el mundo, dado que en ocasiones los encargos que se nos hacen son muy singulares". Deja claro que en todo momento trabajan dentro de los esquemas legales de los mercados internacionales: "Compramos -remacha- con todas las garantías". Al interrogarle sobre si el mercado negro está muy extendido, al igual que las inevitables falsificaciones, responde que tanto el primero como las segundas existen, "no son pocos los objetos de procedencia dudosa, por lo que hay que estar muy al tanto, siempre alerta".

El hecho de que sean las antigüedades orientales las más demandadas, se debe, según Alfredo Moreno, a que los clientes han puesto su interés en ellos, al tiempo que han perdido el que antaño existió por las antigüedades europeas de carácter religioso, que en los últimos tiempos se han visto muy postergadas. Son las antigüedades procedentes de China y Japón, también de la India, las que suscitan más aceptación, además de algunas piezas que pueden denominarse raras. A modo de ejemplo, cita un diente fosilizado de Megalodón, el tiburón de más de quince metros, contemporáneo de los dinosaurios, del Cretácico y Jurásico. El diente, de casi un palmo de longitud, puede adquiriste abonando la "módica" cantidad de 500 euros.

Sin ninguna relación con el arte oriental, hay que fijarse en una tercera edición de la obra de Ramon Llull "Magna Artis Generalis", imprimida en Lyon en 1515. Apenas se conocen una docena de ejemplares, con la particularidad de que de las dos ediciones precedentes no se tiene constancia de que exista ningún ejemplar. Al demandar el precio del libro, Alfredo Moreno no pestañea al informar de que es de 10.000 euros.

La demanda de obras de arte rusas es otra historia: las procedentes de la época de los zares son objeto de una intensa demanda. "Se debe a que el cliente a cambiado muchísimo -resalta Moreno-, porque ya no busca el canterano o el objeto religioso, vírgenes o Cristos, sino que se decanta por otra cosa, por piezas más decorativas, y de ahí que los platos orientales o determinadas joyas zaristas posean un atractivo muy especial". Por ello, las antigüedades europeas, fundamentadas en el arte religioso, han perdido atractivo, aunque se pueden hallar, a precios competitivos, muy asequibles, tallas y vírgenes de los siglos XIII, XIV y XV.

Caída espectacular

Lo que sí ha padecido una "caída espectacular" es el mueble de siempre. "No vale la pena trabajar con él", indica Alfredo Moreno. Añade que experimentó una gran demanda en los años de la burbuja inmobiliaria, cuando se abrieron nuevos hoteles y agroturismos, pero ahora no tienen fácil salida. Se trata de un mercado saturado.

Al contrario de lo que sucede con las joyas, sobre todo los diamantes, que siguen siendo una inversión segura, siempre al alza, puesto que, al negociarse en un mercado globalizado, no dejan de subir. Y ahí radica el desmesurado interés que se viene observando por las joyas rusas de la época zarista. El oro, que en determinados negocios se vende a peso, adquiere, para ciertos coleccionistas e inversores, un innegable interés, también de carácter histórico, por constituir antigüedades y poseer determinados diseños. Hubo unos años en los que se dio un "pico" de negocios dedicados a la compra-venta de oro, pero ahora, según Moreno, el mercado se ha redimensionado. "Nosotros -explica- valoramos las joyas como antigüedades, y la conjunción de este factor con el oro es lo que hace que alcancen precios astronómicos; concretamente las de los tiempos de los zares constituyen una verdadera locura. Asegura que si un cliente le solicita un huevo de Fabergé, de los que se contabilizan sesenta en el mundo, se podría intentar conseguirlo, pero el precio a pagar supera todo lo conocido. Se trata de cantidades al alcance de muy pocos. Uno de esos huevos, que constituían uno de los objetos más preciados por los zares, se ha vendido a un coleccionista por 23 millones de euros. "Si alguien nos pide que le consigamos un ejemplar nos pondremos manos a la obra, pero el precio, en ningún caso, bajará de varios millones de euros, es lo que vale", sentencia Alfredo Moreno.

Clientela

El hermetismo exhibido por Joana Ramis al hablar de los coleccionistas de pintura clientes de la empresa, es extensivo a quienes acuden a Alfredo Moreno para adquirir antigüedades. "No podemos desvelar el nombre ni ofrecer pistas, porque la confidencialidad es imprescindible para nuestros clientes". Sí comenta que las peticiones que se les hacen para la adquisición de determinadas piezas provienen de diferentes ámbitos, aunque con un común denominador: coleccionistas, personas interesadas por el arte y por las antigüedades, gente, evidentemente, con el necesario poder adquisitivo para satisfacer sus pretensiones o para invertir en arte, que, pese a algunas fluctuaciones, siempre ha sido un valor seguro. Las piezas que Moreno muestra en su local de Paseo Mallorca evidencian que el interés por las antigüedades está incrementándose. Ahora parece que es el momento de las procedentes del lejano Oriente, de China y Japón.

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