Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tribuna

La obsesión por los trastos

Las ardillas tambie?n esta?n obsesionadas por recoger semillas, a enterrarlas y despue?s no saber do?nde esta?n.

Hace tiempo un amigo, al que le considero de una inteligencia y una capacidad de análisis privilegiadas, me dio una opinión sobre los mallorquines que me dejó pensativo. "Los mallorquines os obsesionáis con facilidad. Observándoos desde fuera de la isla se ve con claridad, todos acabáis obsesionados por algo, unos por la lengua, otros por la política, otros por comprar pisos". Y no puedo estar más de acuerdo estoy con él. Y para reiterar en su planteamiento, me sumaré a la causa.

El último ítem a añadir a la lista obsesiones mallorquinas es el nuevo sistema de recogida de trastos de Palma. Ya saben, desde día 1 de diciembre EMAYA ya no recoge los residuos voluminosos en los hogares sino que cada ciudadano tiene que bajarlos a la calle un día a la semana para que los operarios de EMAYA los recojan. Si el sistema es bueno o malo, yo no voy a entrar: todas las decisiones tienen pros y contras y es necesario un tiempo de adaptación para que la ciudadanía se habitúe a los cambios.

Sin embargo, lo que me llama la atención es el cruce de acusaciones centrados en el tema que el Ayuntamiento y oposición se intercambian en las redes sociales. No hay día que tanto unos como otros no se acusen mutuamente del funcionamiento, malo o bueno según toque, del nuevo sistema de recogida de Palma. Unos cuelgan fotos en Twitter con retretes abandonados al lado de los contenedores, con mensajes del tiempo que lleva sin recoger. En otras ocasiones, las redes sociales se llenan de instantáneas de colchones, neveras y muebles. Todos con un mismo objetivo: volver al sistema anterior. En cambio, por parte del equipo de gobierno, se contesta con acusaciones de que el sistema funciona mejor que el anterior, en otras ocasiones con el reconocimiento que la nueva operativa aún no da sus frutos al 100 % o enseñando fotos de por dónde ha limpiado EMAYA y el tiempo que llevaba sin pasar por según qué calle.

El espectáculo en las redes sociales es lo más similar al de un patio del colegio. "Seño, Tomás me ha empujado"; "Seño, Miguel me ha estirado de los pelos"; "Seño, no me quiero comer los guisantes"; "Seño, tengo sueño"; "Seño, seño, seño".

Este espectáculo pueril, este diálogo de besugos no sirve de nada, no suma, no soluciona el problema, no construye y solamente sirve para acentuar la cacofonía permanente en la que vivimos inmersos. Eso sí, también sirve para ver que uno puede amueblarse su casa solamente viendo las fotos de muebles vintage que se cuelgan en las redes.

La concienciación, en el amplio sentido de la palabra, es clave para avanzar. EMAYA, Consell de Mallorca y Govern de les Illes Balears llevan demasiadas legislaturas sin invertir en una educación ambiental fundamentada, vertebrada, útil y que llegue a la ciudadanía. La gente no entiende el porqué tiene que reciclar, qué se consigue con el reciclaje, qué nos ahorramos al depositar una botella de vidrio en el contenedor verde, que no todo se mezcla y se acaba quemando o que los envases ligeros pueden convertirse en un forro polar. Análogamente, la ciudadanía no sabe ni tiene por qué saber qué día tiene que bajar los trastos, por qué no se pueden depositar escombros y que un frigorífico no tiene que dejarse al lado de un contenedor. La sociedad necesita entender para proceder. Que se les explique, con mensajes sencillos, qué debe hacer, por qué y cómo. Y después, castigar al que no lo hace bien, al igual que premiar el que sí que actúe acorde a la ley.

A día de hoy salimos de un nivel cero de concienciación ambiental en Mallorca. Salvo honrosas y contadas excepciones, las administraciones públicas no salen bien paradas en cuanto a la inversión pública en la materia. EMAYA, como mayor empresa pública de las islas y centrada en la recogida de residuos de más de 400.000 habitantes de la isla, puede contar con los dedos de la mano las campañas en pro del reciclaje que ha realizado en toda su historia y son décadas ya. Hay casos puntuales de campañas ejecutadas durante legislaturas pasadas que por vergüenza ajena prefiero no nombrar con la excepción de una, titulada ´Fems basta´, que no tiene desperdicio. Y nunca mejor dicho. Una búsqueda por YouTube les bastará para hacerse su propia opinión y ver cómo un perro es perseguido por sus propios excrementos, cómo una octogenaria lucha contra su papelera o cómo un montón de basura gigante asola el centro de Palma. Recomiendo su visionado para ver qué no se debe hacer en materia de concienciación ambiental. Aviso que después nunca volverán a ver la película Cazafantasmas con los mismos ojos.

Ampliando miras, en 2020 la Unión Europea obligará a reciclar el 50 % de los residuos y actualmente estamos en un porcentaje estable desde hace años que ronda el 15. Para llegar a triplicar el ratio de reciclaje hacen falta recursos, ganas, implicación de la ciudadanía e intentar remar todos en la misma dirección. Sentarse a hablar como adultos, a trabajar en pro de la calidad urbana de la ciudad y de buscar soluciones. Dejar de lado el acusar de que a uno le tiran de los pelos o de lo bien que lo he hecho. Es hora de preguntarse el porqué. Y esto solo se consigue con la suma de todos.

Compartir el artículo

stats