Comentamos hace algunos meses la historia del tubérculo más utilizado en las cocinas del mundo, así como la importancia que tiene hoy día en nuestra cocina. Pese a ello y que la patata fue, con el tiempo, una de las grandes aportaciones de la cocina andina a la nuestra, su incorporación a las cocinas mallorquines fue muy tardía.
Cuesta pensar que un alimento tan utilizado en la actualidad en todo tipo de platos que podemos llamar tradicionales, con su aportación de nutrientes, pese a que llegara a Europa (aunque fuera como planta ornamental, en algunos casos) pocos años después del descubrimiento de América y pese a las largas épocas de hambre en los siglos XVII y XVIII, no llegara a introducirse de manera habitual hasta el siglo XIX para el consumo humano, puesto que hasta entonces iba destinada al engorde o alimento de cerdos.
En los antiguos recetarios, la patata aparece pocas veces y casi siempre limitada al acompañamiento de otras verduras, además de hervida. Pero desde entonces ha ido adquiriendo un gran protagonismo: no hay guiso de carne o pescado posible sin patata, sopas de verano, bullits, fritos (tanto el de matanzas como la freixura), potajes, ensaladas de la payesía, purés, tortillas, platos dulces y el más famoso de nuestros platos, el tumbet. La escasez de trigo hizo que se impusiera la utilización cotidiana de la patata en nuestra cocina.
