Diario de Mallorca

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Impresiones otoñales

Memoria

Bandera mejicana.

Gonçal López Nadal debe ser uno de los pocos españoles que todavía miran hacia América. Después de décadas -las del franquismo, como poco- de hablar de la madre patria pensando en los hijos americanos bastó con entrar en Europa para que le diésemos la espalda al sol poniente. De hecho lo hicimos en el momento más inoportuno que cabe imaginar porque si algún papel tenemos los españoles en la Unión es sin duda el de servir de puente hacia toda la América latina. Pero somos como somos y tampoco parece que tengamos un remedio fácil. Hay quienes esperan las elecciones del 20 del mes próximo como agua de mayo. Ya se encargará el tiempo de enfriar las expectativas.

Pero hablábamos del profesor de la Universitat de les Illes Balears López Nadal y de las razones por las que va ya por el cuarto episodio de los encuentros entre España y América Latina que llevan el subtítulo de "Trobades i Allunyaments". Le ha tocado del turno esta vez a Méjico, país que cuadra a la perfección con el propósito del ciclo porque costaría trabajo encontrar un país más próximo y a la vez más alejado del nuestro. Próximo por una catarata de razones que se convierten en obvias nada más pisar suelo mejicano. Lejano porque hay que pasar un día entero, o una noche, para poder llegar hasta allí en avión. Pese a tal inconveniente, López Nadal supo convencer a dos mejicanos ilustres, Beatriz Pagés, directora de la revista de información y crítica política más importante de Méjico, y Raúl Gutiérrez Lombardo, director académico del Centro Vicente Lombardo Toledano en el DF y editor de la revista de mayor prestigio entre las que se dedican a la filosofía de la ciencia, Ludus Vitalis.

El encuentro se completó con especialistas en la historia y la economía del país americano bajo un lema excelente pero imposible de utilizar allí porque la frase es del dictador Porfirio Díaz: "México: Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Díaz le anteponía el adjetivo "pobre" al nombre de su país pero da lo mismo.

El azar quiso que en una de la versiones del programa que anunciaba el acontecimiento apareciese la frase de Porfirio Díaz al revés: alejando Méjico de Washington y acercándolo al cielo. Lo cierto es que la confusión sirvió para entrar en un aspecto esencial de la vida mejicana: el poder del credo religioso, contrastado con las dificultades para lograr un despegue económico capaz de acercarles al nivel de vida de los Estados Unidos. Pero en el transcurso de las ponencias y los coloquios rara vez era la que no aparecía la constatación de que los problemas por los que pasan los mejicanos se parecen mucho a los que vivimos, hoy por hoy, los españoles. De ahí que las conferencias de historiadores como Isabel Bueno, que trató de la guerra entre Moctezuma y Hernán Cortés, pareciesen un episodio anómalo al compararlo con el panorama actual puesto de manifiesto por Beatriz Pagés y Raúl Gutiérrez Lombardo.

Toda una sorpresa. O no. En el fondo las condiciones de crisis económica, de corrupción y de añoranza por unas soluciones políticas que no llegan parecen calcadas entre uno y otro país. Con la diferencia de que Méjico está muy cerca de los Estados Unidos y sufre los problemas que añade esa cercanía. Porque lejos de Dios, la verdad, con lo que llevamos vivido desde que entramos en el siglo XXI, resulta que estamos todos.

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