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Desde Estados Unidos

El edificio que cambió la fisonomía del país

Edificio Seagram, en Park Avenue

Los edificios también sufren el mal del olvido. A pesar de lo importantes, influyentes o polémicos que fueron en un momento, tras el paso de los años ya no cuentan con la atención de la mayor parte de la población, que se deja llevar por modas y tendencias. El Seagram es quizás uno de los casos más emblemáticos en Nueva York. Es considerado como el edificio de oficinas más influyente y el más copiado de los Estados Unidos. Cuando finalizó su construcción en 1958 se convirtió inmediatamente en el edificio más imitado en todo el país y marcó la evolución de la geografía urbana de estados unidos en la segunda mitad del siglo XX. Sin el Seagram no habrían existido ni las Torres Gemelas ni el nuevo Freedom Tower. El aspecto de cualquier centro urbano del país sería muy diferente, quizás menos homogéneo.

Cada día pasan junto al 375 de Park Avenue miles de personas. Muchos de ellos turistas, ajetreados con sus guías, camino hacia algún espacio de moda que con toda seguridad carece de la importancia del Seagram, pero ya pocos se detienen a observar el sueño hecho realidad del arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe. Y definitivamente vale la pena detenerse a rendirle un homenaje. Tanto el edificio como su icónica plaza han resistido con holgura el paso del tiempo.

El Seagram es el resultado de un cúmulo de casualidades que comenzó cuando en la década de 1950 la empresa de licores canadiense Seagram decidió levantar un edificio en Nueva York. En ese momento el diseño que imperaba era clásico y tradicional, ocupando el máximo espacio permitido. Una persona ajena a la empresa fue determinante a la hora de optar por el riesgo y no la convención. Samuel Bronfman, presidente Seagram, recibió la rotunda opinión de su hija, la arquitecto Phyllis Lambert, que debía desestimar el diseño original de Charles Luckman, poco novedoso. En una contundente carta explicó las razones por las que Seagram debía ser original y pionero. Phyllis fue la encargada de entrevistar a los arquitectos más destacados del momento y se decidió por Ludwig Mies van der Rohe. El arquitecto había abandonado su Alemania natal por discrepancias con los nazis, que despreciaban el movimiento bauhaus del que Mies van der Rohe era un miembro destacado.

No sólo Seagram fue imitado hasta la saciedad, también la novedosa generosidad por parte de los propietarios del solar a la hora de no utilizar todo el suelo edificable, inspiró un cambio radical en el plan urbano de Nueva York de 1961. El Seagram dejó de ocupar un generoso espacio frontal entre Park Avenue y la estructura del edifico. Crearon una plaza de acceso público en suelo privado. Ese fue el embrión de los espacios públicos en terreno privado que ahora hay por toda la ciudad. La diferencia sustancial es que el Seagram lo hizo a cambio de nada y en la actualidad lo hacen a cambio de poder edificar más plantas.

Menos es más fue una frase que Mies van der Rohe repitió hasta la saciedad. Ese estilo internacional, minimalista, resultó tan exitoso que ahora es difícil distinguir entre las imitaciones y el original. Tal vez el éxito del arquitecto fue precisamente realizar una obra que más de medio siglo después de su creación parece tan vigente como si hubiese sido construida este mismo año.

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