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Oblicuidad

Criticar el hotel en que no te has alojado

Criticar el hotel en que no te has alojado

Los críticos de prensa tenían el privilegio de censurar a conciencia productos de ocio, sin necesidad de haberlos padecido. Internet ha democratizado este placer, con páginas donde se venden y compran comentarios falsos a tres euros la unidad. Cualquiera puede evaluar un libro de Amazon sin haberlo leído, o denigrar un hotel de Tripadvisor sin necesidad de haber contratado una habitación. Mejor dicho, sin necesidad de que exista el establecimiento hotelero en cuestión.

En su línea de periodismo de cibercámara oculta, el Sunday Times propulsó a la cima de los superventas de jardinería de Amazon el libro Everything Bonsai! Fue redactado atropelladamente por una escritora de alquiler de la India, que cobró 90 euros. El volumen carecía del mínimo interés, pero fue catapultado gracias a comentarios desmedidos de personas que no habían torturado sus neuronas con el subproducto literario. De camino, el rotativo de Rupert Murdoch descubrió que los profesionales de la promoción o denigración a sueldo recurrían a cuentas en facebook de adolescentes, que ignoraban la manipulación.

Como de costumbre, Amazon anunció que depuraría sus controles y anunció una oleada de demandas, a impostores que habían parasitado sus páginas. Al mismo tiempo, la revista de viajes Which? insertó dos hoteles inexistentes en las listas de la todopoderosa Tripadvisor, cuyas calificaciones provocan temblores en los gigantes turísticos.

Por si la inclusión de establecimientos ficticios no fuera suficiente, la revista Which? los promocionó con una veintena de comentarios igualmente falsificados. Se ensalzaba el spa de una modesta pensión, o se celebraba un hotel "perfecto si está usted en la capital", cuando se encontraba en una zona rural. El paraíso de la confianza de los viajeros tampoco es de fiar.

Los expertos sugieren que las críticas vengan acompañadas de una factura, que acredite el uso del libro o del hotel. Este requisito mínimo frustraría el acceso comunitario a la crítica. Si la mayoría de comentarios a artículos de prensa se cometen sin proceder a su engorrosa lectura, quién va a someterse a unos centenares de páginas o a una noche de estancia, antes de redactar una docena de líneas incriminatorias.

El consumidor ha dictaminado que el grado de fiabilidad aumenta si les engaña más gente. Es una precisión histórica a la mentira mil veces repetida de Goebbels. Para convertirla en verdad, es necesario que surja de mil gargantas diferentes.

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