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Impresiones otoñales

Futuro

Futuro

L.a única ventaja que tiene el envejecer es que, si la suerte acompaña, uno se hace lo bastante anciano como para vivir lo que en la juventud era el futuro. A mi me ha sucedido; medio siglo a mis espaldas desde que dejé los estudios de ingeniería y tuve que plantearme tal cosa, mi futuro. Ese tiempo basta para poder comparar lo que imaginaba y lo que ha sucedido de verdad. Como decía John Lennon, la vida es lo que pasa mientras estás haciendo otros planes. Dicho de forma parecida, el futuro nunca es como te lo habías planteado. Pero esa verdad universal se aplica también a las propuestas digamos literarias más allá de lo personal, es decir, a las novelas de ciencia ficción y las películas que reflejan el futuro.

Se acaba de alcanzar en esta semana que hoy concluye la fecha a la que viaja el protagonista de Viaje al futuro II, Marty McFly „no era necesario un apellido tan obvio„, y a los periódicos no se les ha escapado el detalle. Lo más interesante de ese día alcanzado veintiséis años después del estreno de la película es comparar cómo imaginó el futuro Robert Zemeckis, su director, y cómo es en realidad lo que nos rodea. Ni que decir tiene que una parte de los artilugios futuros que se incluyen en la película no existen „los coches, por fortuna, no vuelan„ y otra sí que, por el contrario, se ha hecho realidad. Pero eso mismo es lo que sucede con todas las películas que se refieren a un futuro lo bastante cercano como para que estén vivos quienes en su día las vieron en el cine. El ejemplo perfecto es, a mi entender, 2001 de Stanley Kubrick. Hemos pisado la luna, sí, pero en modo alguno somos capaces de colonizarla como Kubrick imaginaba. La duda principal estaría en por qué el genio del cine que ha hecho de cada una de sus películas un monumento no situó la acción en el año 2101 con lo que se curaba en salud frente a los posibles testigos. Quizá porque le interesaba remarcar lo cerca que estábamos del momento en que el hueso lanzado al aire por un ancestro humano se volvería nave espacial. La verdad es que 2010 es una película mucho peor, quizá porque ya no era de Kubrick. Y para mí el colmo de los desengaños fueron las novelas posteriores de Arthur C. Clarke que prolongaban la saga a costa de tirar la poesía y el misterio por la borda.

El futuro, cuando llega, suele ser peor del que habíamos imaginado. Eso quiere decir que o bien somos demasiado optimistas o los azares tienen peor humor del que deberían tener. En ocasiones, no obstante, salimos ganando. El mundo tremendo que describió George Orwell en 1984 no terminó por presentarse aunque los más pesimistas piensen que en realidad ya está aquí e incluso haya un programa de televisión que le ha robado el nombre al Big Brother. Pero es que en realidad Orwell tendía a las trampas, situando como ficción, o incluso cuento de hadas con animales como protagonistas „Rebelión en la granja„, lo que no era sino una lectura sutil y despiadada del presente.

A lo mejor resulta que el asunto va de eso, de que, artilugios más o menos pintorescos aparte, en realidad hemos llegado a una época en la que el futuro se parece cada vez más a un Día de la marmota permanente. Leyendo las noticias de los periódicos relativas a las infamias „Oriente Próximo; los inmigrantes que mueren a las puertas de Europa„ se diría que incluso vamos a peor. Y para ese viaje al futuro no eran necesarias tantas alforjas.

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