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Desde Inglaterra

Bon Fire Night

Bon Fire Night

El próximo 5 de noviembre la invernal noche inglesa se iluminará con la luz de miles de hogueras y fuegos artificiales, en recuerdo a un suceso ocurrido hace exactamente 410 años, que de haber triunfado podría haber cambiado la historia del país. Me refiero al atentado abortado in extremis contra el rey Jacobo I, conocido en la historia inglesa como la conspiración de la pólvora.

Para entender su importancia, hay que remontarse al siglo XVI. En su primera mitad Inglaterra estuvo gobernada por un monarca singular, Enrique VIII, que rompió con el papado e instauró una nueva religión oficial, la anglicana. El motivo esgrimido para justificar tan traumática ruptura, que el papa no autorizó la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón para permitirle casarse con Ana Bolena, es solo la punta del iceberg. Detrás se escondían motivos políticos y económicos bastante más complejos. Tras el cisma, Enrique se convirtió en jefe supremo de la nueva iglesia, e inició una dura persecución contra los católicos que rechazaban convertirse y seguían fieles a Roma.

En esa época, el inicio del mundo moderno, el concepto de libertad religiosa o de libertad de culto simplemente no existía. No había separación Iglesia-Estado, y todos los súbditos de un rey profesaban su misma religión. Cualquier disidencia era perseguida, con la excepción de los judíos, que eran tolerados pero sometidos a muchas restricciones y arbitrariedades. La ruptura con Roma fue traumática, y de hecho a la nueva religión le costó muchísimo imponerse. María, hija de Enrique, desandó el camino andado por su padre. Impuso el catolicismo otra vez como religión oficial y persiguió a los nuevos anglicanos. Por la violencia de su represión se ganó el sobrenombre de Bloody Mary, María la sangrienta, y sí, de ahí viene el nombre del cóctel, en su honor. A su muerte fue sucedida por su hermanastra Isabel I, que volvió a imponer el anglicanismo y de nuevo persiguió a los católicos. Isabel reinó en la segunda mitad del XVI, y a su muerte subió al trono Jacobo I, anglicano. El catolicismo, aunque severamente hostigado, no había sido eliminado, y de hecho amplias capas de la población seguían siendo fieles a Roma.

El contexto de guerra religiosa imperante es el caldo de cultivo de la conspiración de la pólvora, que tiene a Guy Fawkes como personaje más popular, aunque no fuese el líder de la trama. Criado como anglicano, en su juventud se convirtió al catolicismo y luchó en los Países Bajos a las órdenes del ejército castellano. Entonces los Países Bajos eran parte de la Monarquía Hispánica, pero se habían revelado contra el rey y luchaban por su independencia. Fawkes ganó fama como militar diestro y capaz. En un viaje a Castilla pidió al rey Felipe III que invadiese Inglaterra y la devolviese a la senda de Roma, pero el monarca, tras la fallida experiencia de la mal llamada Armada Invencible y siempre falto de dinero, desechó el plan. A Fawkes el revés no le afectó demasiado, ya que poco después inició la conspiración, con un objetivo en mente, matar al rey e imponer de nuevo el catolicismo en la isla. Un plan ambicioso, y que estuvo a apenas horas de triunfar. El 5 de noviembre de 1605 se abría el Parlamento en Westminster, y el rey debía estar allí, reunido con la flor y nata del país.Con la ayuda de sus compinches, Hawkes consiguió colocar en el sótano del Parlamento hasta 40 barriles de pólvora, que debían estallar segando así la vida del rey. El plan era perfecto hasta que uno de sus aliados cometió un error: avisó por carta a un parlamentario de que no acudiese a Westminsnter. La carta terminó en manos del rey, y la conspiración se fue al traste. Los oficiales reales pillaron a Fawkes in fraganti. Fue inmediatamente detenido y torturado salvajemente hasta que cantó. Para celebrar el fracaso de la conspiración, se tiran fuegos artificiales y se encienden hogueras (de ahí el nombre, Bonfire night o Noche de las hogueras) donde aún hoy en día se siguen quemando muñecos que representan a Fawkes, aunque para ser fieles a la verdad, este no fue quemado vivo, sino que murió según las costumbres de la época: colgado, destripado y descuartizado. Actualmente la Bonfire Night tiene un carácter festivo y familiar, y se ha convertido en la excusa perfecta para pasar la velada haciendo barbacoas. Si algún voluntario me envía un botifarró o una llangonissa, prometo unirme para darle un toque mallorquín. Salut i força!!

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