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Desde Francia

Superstición

Superstición

Del latín "superstitio", de "superstes", superviviente, o también de "superstare", sobrevivir, esto según el diccionario francés Le Petit Robert, donde, citando a Voltaire, añade: "La superstición, esa infame", y entre diversas acepciones, me quedo con "El hecho de creer que ciertos actos, ciertos signos, conllevan, de una manera oculta y automática, unas consecuencias buenas o malas", una actitud calificada como de irracional o mágica. Bien, pero no acabo de ver la relación entre lo de sobrevivir y las creencias irracionales. Para ampliar información, cambio de lengua,y en el de la Real Academia española, misma etimología latina, pero sin entrar en detalles, y definiendo el término como "Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón" y entonces ya me mosqueo, por la extraña asociación entre fe religiosa y razón, que por una vez parecen ir de la mano. No puedo evitarlo, y contra de mis principios, busco en Wikipedia y, de nuevo, el "superstare" en el sentido de "permanecer sobre" o "transcender", como para no querer saber nada más, pero sigo sin ver la relación entre la raíz/acepción latina, ese sobrevivir o transcender con el significado de la palabrita en cuestión.

Todo esto a cuenta de que hace unas semanas me saque un billete para viajar en 13 y martes, ni te cases ni te embarques. El precio era interesante, léase baratísimo, y en su momento no le di más vueltas, confirmé la opción de compra en un clic, y punto. Las dudas surgieron luego, a medida que se iba acercando la fecha, y también, digámoslo todo, cuando la borrasca Joaquín empezó a asomar las narices por el oeste de la Península Ibérica. No me considero supersticioso, o mejor dicho, seamos sinceros, no me consideraba, pero por otro lado he de confesar que volar, el avión, tampoco me apasiona. No me encuentro cómodo, y no me refiero al espacio cada vez más reducido que hay entre asientos, sino a la extraña sensación de impotencia que me invade cuando el piloto nos anuncia que entramos en zonas de turbulencias. También de resignación. Procurono transparentar el pánico que siento, e intento tranquilizarme pasando lista a las cantinelas habituales, que si volar es, estadísticamente, más fiable, menos peligroso que la carretera, y un largo etc., pero la procesión va por dentro. Casi siempre me llevo algún libro, así pienso menos y el tiempo me pasa más rápido, pero en cuanto el aparato se mueve un poco soy incapaz de concentrarme. La mirada, eso sí, fija en la página, en plan disimule, pero con el corazón en un puño. Ya tenía escogida la lectura, - el "testamento" político de Varoufakis editado en Francia: "Un autre monde est posible. Pour que ma fille croie encoré à l´économie", en el que se despacha sobre las relaciones peligrosas entre el Estado, el sector bancario y el mundo empresarial - cuando decidí indagar en lo del martes y 13, y más sabiendo que tanto en Francia como en el mundo anglosajón el día de autos pasa al viernes. Total que empecé con el trece, numero maldito, y como referencia la Santa Cena. También en la Cábala esa cifra se relaciona con espíritus malignos, y según la mitología escandinava, Loki, espíritu de la pelea y del mal, se coló en el Valhalla, salón de los banquetes, convirtiéndose en el comensal treceavo, y en el pollo que se montó para expulsarlo, falleció Balder, hijo predilecto de Odin. Empecé a decirme que tampoco era para tanto y más cuando el análisis del "martes" no parecía serio, día de Marte, dios romano de la guerra, el planeta rojo, color de la cólera/sangre € vale, pero viernes, el día de Venus, tendría que ser la otra cara de la moneda. Y si juntamos cifra y día, todo se vuelve más confusas, que si batallas perdidas, referencias históricas validas en su momento para un lugar, región o un país en concreto pero no extrapolables a un universo tan amplio como el que cubre la superstición. O sea que ¡menos lobos Caperù! Si me han seguido habrán podido comprobar que el resultado de tanta búsqueda ha sido positivo y tranquilizador, he descubierto que soy supersticioso pero que no creo en todas las supersticiones. Y, por cierto, el vuelo estupendo, hasta conseguí sestear un ratito.

* Desde Francia. Joan Rigo es profesor de Historia y navegante. Reparte su tiempo entre Atenas y París.

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