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Opinión: IT, el payaso y el impuesto, por Lluís Amengual

It ('eso' en inglés) es el personaje que aterra a los nin?os en uno de los libros más famosos de Stephen King.

A quien le guste las novelas de terror más que posiblemente habrá leído ´It´ archiconocida obra de Stephen King. En ella aparece un ser, encarnado en forma de payaso, que aterroriza a siete niños a través de sus fobias y miedos.

Esta semana también se ha presentado nuestro IT balear: Impuesto Turístico (ahorraré la coletilla "sostenible" porque a mi tampoco me gusta que me falten al respeto). A modo de resumen: una ecotasa como la 2001, pero sin que nadie del Govern ose llamarla ecotasa; un impuesto de turismo sostenible pero solo en las formas, no en el fondo.

Al igual que el IT de Stephen King, el payaso del IT balear ha nacido para despertar los miedos y terrores de amplios sectores de la comunidad. El GOB considera que se ha perdido una oportunidad única para obtener un verdadero impuesto ambiental, la Federación Hotelera de Mallorca afirma que perderemos competitividad respecto a otros destinos que no la tienen implantada. El payaso IT ya ha despertado la pesadilla iniciada en 2001 y derogada por el Govern Matas. 13 años después, vuelve el terror.

IT ha nacido, según fuentes del Govern, para ser un impulso al turismo. Así, el nuevo impuesto (abstengo a ponerle coletillas que dulcifiquen su fin) se invertirá en proyectos tan variopintos que van desde la protección y recuperación del medio natural, al impulso de proyectos de I+D+i relacionados con el ámbito turístico, pasando por la mejora de la formación y de la ocupación del sector turístico y desarrollo de infraestructuras relacionadas con un turismo sostenible. Pero el sector turístico que ya se ha manifestado lo ha hecho en contra. No hay que olvidarse que después de concatenar cuatro años magníficos desde el punto de vista turístico, las lágrimas deben seguir presentes en el sector, aunque sean tan vacías de contenido como las de las plañideras en el entierro de la sardina. El Govern, con una voluntad incompresible de agradar a todo el mundo, tiene a todos descontentos nuevamente. Los hoteleros vuelven a estar de acuerdo con el GOB.

Pasearse por cualquier lugar de Balears es suficiente para advertir la situación ambiental de nuestras islas. Tenemos unas infraestructuras que pierden un 30% del agua potable, desde su extracción hasta su consumo, por su mal estado de conservación mientras que las aguas subterráneas se convierten en imbebibles por la intrusión marina; las estaciones depuradoras, la mayoría construidas a durante los años 90, están absolutamente desbordadas en época estival vertiendo al mar miles de metros cúbicos de heces y orín; la mayoría de las playas se encuentran en un estado lamentable después del paso a trece millones de turistas; las zonas protegidas tienen la cartelería desfasada, los caminos mal indicados, los marges de caminos públicos no se levantan, no se mantienen los bosques de zonas comunales...

Según el mismo Govern, la recaudación del IT supondrá entre 50 y 80 millones de euros cuyo destino lo decidirá una Comisión de Impulso de Turismo (in)Sostenible. ¿Con qué criterio se elegirá entre un proyecto y otro? ¿Se emplearán los mismos varemos arbitrarios que la ecotasa del primer Pacto? ¿Qué porcentaje se destinará a medio ambiente?

Balears vive del paisaje y no de camas ni de sábanas. Este motor es el que diferencia las islas del resto de destinos del Mediterráneo. Y como tal, hay que cuidarlo y esto implica invertir dinero, no limosna. Ni menos, mercadear con nuestra inteligencia al hacernos creer que este impuesto nace para y por el medio ambiente. Por todo ello, la presentación del proyecto de ley del IT, el Impuesto Turístico, es una grotesca caricatura, un oximorón de lo que debería ser el reflejo de una sociedad avanzada y que se preocupa por cuidar la base de su economía. IT e IT nunca fueron tan parecidos.

Invertir en medio ambiente es asegurarse el futuro a corto, medio y largo plazo. Y no es una mamarrachada a la que nos tienen tan acostumbrados nuestra clase política. No. Simplemente que el cambio climático es más que un hecho y vivimos del turismo de sol y playa. Cuando suba el mar, y no haya muchos de los arenales de los que vivimos, nos haremos la pregunta: y ahora ¿qué hacemos?

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