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Junípero Serra, ´fundador´ de grandes ciudades

El reconocimiento formal de Junípero Serra en California se fue gestando lentamente en las ciudades que deben su fundación a su empeño y tenacidad, principalmente San Diego, Monterey y, por supuesto, San Francisco. En 1884 se celebró el primer centenario de la muerte de fray Junípero y en 1913 el segundo centenario de su nacimiento y ambas celebraciones gozaron allí del aplauso unánime de la población y las autoridades y el impulso decidido de sendos sacerdotes: Ángelo Casanova y Ramón M. Mestres, que se sucedieron en la parroquia de Monterey en dos extendidos periodos de 1868-1891 y 1891-1930.

Ángelo Casanova había nacido en el cantón Ticino, en los Alpes suizos y luego de estudiar en el colegio Propaganda Fide de Génova y ordenarse sacerdote en Italia, fue destinado a California en 1860, primero a Los Ángeles y luego a Santa Cruz, hasta llegar a Monterey en 1868, donde permaneció como párroco hasta su muerte el sábado 13 de marzo de 1893. Dejó un recuerdo duradero en la ciudad y el Monterey New Era se lamentaba en la edición dominical de la pérdida de un buen cristiano que siempre tenía una palabra amistosa para todos. Todos destacaban su servicio desinteresado y su esfuerzo por restaurar la vieja misión de Carmel, muy cerca de Monterey, a la que dedicó su incansable energía.

La ciudad de Monterey, la segunda más antigua de la costa oeste después de San Diego, celebraba y sigue celebrando dos fechas representativas: el 3 de junio de 1770 Junípero Serra fundó allí la misión de San Carlos (muy pronto la mudó al final del valle del río Carmelo); el 7 de julio de 1846 el capitán Sloan en nombre de los Estados Unidos desembarcó en Monterey y el territorio de California se incorporó como el trigésimo primer estado de la Unión.

Ya al poco de llegar procuró que el centenario de la ciudad honrase a su fundador en junio de 1870 "de la mejor manera posible". Según el periódico local, el Monterey Republican, se esperaba para aquel año una gran festividad para reconocer a Monterey como una ciudad centenaria. Para señalar a Junípero Serra como su fundador tuvo que echar mano de un libro, History of California de Forbes. Casanova quería hacer una celebración religiosa el 31 de mayo, aniversario de la llegada de fray Junípero a la bahía, anticipándose al viernes 3 de junio, fecha de la fundación de la ciudad.

Todo ello sirvió para reconocer la historia hispana de California y el papel que tuvieron fray Junípero y las misiones franciscanas. La misión de Carmel estaba en ruinas pero el padre Casanova descubre un documento que revelaría la ubicación de los restos del apóstol de California. Hay más de trescientos invitados de Sacramento y otras ciudades que han venido desde San Francisco en un vapor fletado para la ocasión. Uno de los invitados es el capitán Steele, que alcanzó a conocer las misiones antes de la secularización. Han venido de la Sociedad de Pioneros y personalidades de todas partes. Saludos, canciones, bienvenidas y discursos: el sentimiento general es conforme en su gran aprecio por la labor de los misioneros, aunque sorprende, desde nuestro punto de vista, que lo que más destaca entonces fue que las misiones facilitaron la llegada posterior de los pioneros.

Los invitados accedieron en procesión hasta la vieja iglesia de San Carlos de Monterey donde asistieron a un Te Deum a cargo del padre Doroteo Ambris, párroco de San Antonio de Padua. El padre Rubio además dio un sermón en español y en inglés. Luego una profesión y un desfile de las autoridades seguido por los niños de las escuelas públicas, damas en una antigua carroza de la época mejicana, varios señores a caballo, y muchos caminando hasta la colina que domina la bahía, donde se celebró el almuerzo al aire libre lleno de flores, viejas recetas y vinos locales? Discursos del padre Hudson y del señor Roach, alcalde de Monterey, el momento oportuno para destacar la importancia del puerto de Monterey como uno de los más seguros del Pacífico y reclamar un ferrocarril. Como el anciano señor Jacinto Rodríguez no pudo estar presente, fue en su nombre Joaquín Bolado, que habló en su español nativo con un aplauso general. Luego baile, fogatas y colaciones hasta el anochecer.

El padre Casanova se había propuesto reconstruir la misión, cuya cubierta se había derrumbado luego de la desamortización y permanecía abandonada, poco más que un refugio para el ganado. En ocasiones los habitantes del valle, unos pocos descendientes originarios, le pedían que bautizara a los niños en la sacristía con la imagen de Guadalupe, que era lo único que se mantenía cerrado y en pie de la vieja misión, para que fuesen bautizados en la misma pila que sus padres y abuelos. De igual modo, cada año dirigió la romería que desde el pueblo del valle de Carmel llegaba las ruinas de la basílica el 4 de noviembre, fiesta de San Carlos, como lo habían hecho desde los tiempos de Junípero.

Primero se restauró la misión de Dolores en San Francisco, con motivo de celebrarse su centenario en 1876. Casanova ordenó limpiar las ruinas, indagó en los archivos y finalmente halló el lugar de la tumba del santo, que se descubrió un martes 31 de enero de 1882 en un sencillo ataúd de madera. El periódico de aquel momento, el Monterey Argus, daba cuenta detallada del hallazgo, destacando la excitación que había provocado en Monterey el descubrimiento de los restos intactos del "ilustre fundador de la ciudad". Los rumores de que se los habían llevado a España y las mismas ruinas envolvían todo de un ambiente romántico.

Creó un fondo para financiar la restauración con miles de donaciones y emprendió la reconstrucción del tejado para inaugurarlo en el centenario. Esto fue motivo para una celebración aún mayor el 28 de agosto de 1884, cuya crónica mereció toda la primera plana del siguiente domingo del Daily Alta California de San Francisco, que titulaba la crónica con el significativo título de "A Pioneer Padre", sacerdote y pionero.

Fue un día soleado y agradable, propicio para recorrer las cinco millas que separan la ciudad de Monterey de la misión de Carmel: los vehículos disponibles resultaron insuficientes para los visitantes, que esta vez llegaron en el flamante ferrocarril recién inaugurado. Además el camino estaba en mal estado. Lamenta también el editor la incongruencia del nuevo tejado de la misión que "apunta al cielo" pero rompe el estilo y los cálidos matices del adobe y la arenisca.

La ceremonia religiosa comenzó a las 11 de la mañana, y debió ser impresionante por la solemnidad de las vestimentas, alfombras, trajes, sombreros y carruajes, en contraste con la sencillez de los pobladores indígenas, con sus vestimentas brillantes y coloridas, que asistían silenciosos sentados afuera del templo. La bendición fue celebrada por el arzobispo Alemany, también catalán, con otros tres obispos, el padre Casanova y numerosos sacerdotes. Una misa de réquiem llena de entusiasmo: 1500 personas se congregaron en la iglesia, entre los que se contaban numerosas personalidades civiles y militares. Estaban los Bancroft, los Wise, los Kelly, el anciano general Vallejo, y otros muchos. El sermón en español lo pronunció esta vez el padre Adam. La memoria del justo prevalecerá, dijo recordando el salmo. Luego del almuerzo al aire libre llegó el turno al discurso del senador Del Valle, quien con gran elocuencia habló desde el muro sur del santuario: "Hemos venido -señaló- como americanos a rendir tributo a alguien que salvó el país para que fuera nuestro". Luego agradeció al padre Casanova. Aplausos. No solo había arreglado el templo sino que había restituido también el nombre del padre Serra para que las gentes puedan en adelante rendir tributo a su memoria. Además el coronel Donahue y otros ofrecían apoyo para continuar con los arreglos del santuario, James R. Kelly costeaba la pintura, y lo mismo el señor O´Sullivan.

Risas, aplausos, agradecimientos, lectura de odas y poemas, canciones patrióticas y despedidas para concluir una jornada intensa en la que americanos, descendientes de los pobladores originarios y descendientes de las familias hispanas compartieron una celebración que tal vez poseía distintos significados pero un mismo sentido de reconocimiento agradecido.

En 1891 se erigió también el primer monumento dedicado al santo mallorquín, muy cerca de donde quedaba el viejo roble que vio la primera eucaristía en el promontorio que domina la bahía de Monterey. Hecho de granito cristalizado de una sola pieza, lo pagó la señora Jane L. Stanford (1828-1905), aunque dejó a cargo de todos los arreglos al padre Casanova. Nuevamente fiesta y discursos en español y en inglés.

Ramón M. Mestres (1863-1930), condecorado por Alfonso XIII en 1915, había nacido en Berga (Barcelona), y luego de estudiar en el seminario de Solsona y en Baltimore se ordena sacerdote en Los Ángeles, en 1888. Asumió con apenas treinta años la rectoría de Monterey, donde permaneció hasta el final de sus días.

El aniversario se cumplía el 28 de agosto y tuvo un componente espectacular en la ópera "Mission Play" que se estrenó con gran éxito en San Francisco el 25 de agosto y estuvo en cartelera por diversas misiones y ciudades hasta 1935. Menos impactante pero lleno de simpatía, se presentó en Monterey un drama sobre la vida del franciscano preparado por el padre Mestres, que se presentó los días 28, 29 y 30 en Monterey con la participación de muchos aficionados de la ciudad, casi medio centenar de actores locales. La obra en cinco actos incluía también piezas musicales y danzas, y recreaba distintos momentos de la vida del padre Serra. También representaron el 31 la llegada de Serra a Monterey.

El 27 de septiembre se alzó en San Diego una inmensa cruz. En San Francisco colocaron el 22 de noviembre una corona de laurel al pie de fray Junípero. Siguieron celebrando la festividad de San Carlos. Y más importante, el 23 llegaron en procesión solemne a la misión de Carmel donde hubo misa, actuaciones musicales, himnos y un discurso del senador Del Valle. El sermón del padre Mestres destacó el significado que podía representar el idealismo del padre Serra en el mundo moderno. Las banderas de Estados Unidos y España flanqueaban una cruz de plata. Luego hubo un picnic en la explanada del roble centenario y en la tarde sirvieron una colación a los invitados en los salones del colegio y la parroquia de San Carlos. El tren de regreso a San Francisco salía a las 6:30 pm.

Las celebraciones que tuvieron lugar en California por los centenarios de fray Junípero Serra y las misiones otorgaron una seña de identidad a las poblaciones, ayudaron a reconciliarse con su pasado y promovieron la recuperación o de hermosos monumentos históricos además de la creación de nuevos elementos simbólicos que quedaron asociados a los fundamentos de California como comunidad enraizada en un pasado hispánico que se podía hermanar con la nueva realidad de un estado pujante y exitoso, el más poblado de Estados Unidos. Diversos movimientos y especialmente las corrientes indigenistas de los años 60 y 70 juzgan negativamente este patrimonio y cuestionan su significado con una agenda política radical, pero en todo ello también hay un componente de temor y desprecio -también de desafío- por el espectacular crecimiento de las nuevas comunidades hispanas, en su mayoría de origen mejicano. Alcanzan a ser un porcentaje casi mayoritario dentro de una población variada y abierta que por muchas décadas fue modelo de tolerancia y respeto. El último centenario no fue apenas sentido en California y su celebración quedó acallada en un discreto marco religioso. La visita de los entonces príncipes de España y del expresidente Bauzá a la tumba de fray Junípero en la misión de Carmel fue casi de carácter privado. Quizás en la actualidad le resulte más difícil ser un lugar de encuentro, de paz y concordia.

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