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Reportaje

Mercat de Santa Catalina, el peligro de morir de éxito por los bares

La proliferación de negocios de restauración en el interior del Mercat de Santa Catalina está alejando a la clientela tradicional, según Virgilio Izquierdo, su presidente

Virgilio Izquierdo asegura que nació en el Mercat de Santa Catalina. Lo cierto es que con apenas unos meses de edad dormitaba en un cajón de manzanas bajo el mostrador en el que sus padres despachaban lo que se conocía en la década de los cincuenta del pasado siglo como ultramarinos.Hoy, cumplidos los sesenta años, es el presidente del mercado y también preside la Federación de Mercados Permanentes de Mallorca, asociación que agrupa a los cinco existentes en Palma: Santa Catalina, Olivar, Pedro Garau, Llevant y Camp Redó, además del Mercat Municipal de Inca. La herencia de sus padres son dos charcuterías. El negocio familiar no tiene trazas de desaparecer, puesto que tanto su hija como su yerno, que optó por dejar de lado su licenciatura en Derecho para trabajar en el negocio del suegro, hasta el punto de ser un experto cortador de jamón, aseguran la sucesión.

El Mercat de Santa Catalina se ha convertido en un centro de ocio de primer orden en Palma, lo que está generando no pocos problemas al mercado por la proliferación de bares. Virgilio Izquierdo explica que "con la cuestión de los bares tenemos un serio problema que es necesario solventar, porque de seguir las cosas tal como están corremos el peligro de quedarnos sin los clientes más tradicionales del mercado".

No hay constancia de la fecha exacta en la que el Mercat de Santa Catalina apareció, aunque, según su actual presidente, posiblemente a finales del siglo XVIII y principios del XIX ya estaba presente en la vida de la barriada de Santa Catalina, entonces y hasta hace poco más de setenta años, un núcleo urbano nítidamente diferenciado del resto de Palma. Virgilio conoce la historia de la barriada; nació en ella, concretamente en el Carrer Gran, la calle de San Magín. "El mercado siempre ha constituido un elemento esencial de la barriada, sin él no se puede comprender lo que ha sido y lo que es Santa Catalina, aunque en la actualidad las cosas han cambiado tanto que ya nada se parece lo más mínimo a lo de antes", manifiesta.

Insiste en que no hay una fecha concreta en la que datar la apertura del mercado. "La verdad es que nadie sabe cuándo se inauguró", afirma, remachando la certeza diciendo que "no lo sé yo y no lo sabe nadie". Eso sí, asegura que es el mercado permanente más antiguo de Mallorca. Los padres de Virgilio Izquierdo abrieron su tienda de charcutería el siete de enero de 1950. En Palma, a duras penas se estaba empezando a emerger de los oscuros años de la posguerra. Todavía estaba vigente la cartilla de racionamiento. "Lo cierto -dice- es que he vivido la evolución del mercado desde que nací en 1955". Comenta que ha visto cómo en el mercado se vendía pescado fresco los domingos por la mañana. "Eran unos tiempos en los que los clientes venían a comprar todo el sábado y también los domingos, nada que ver con lo que sucede hoy en día", explica.

La reforma de 1977

La primera gran reforma del Mercat de Santa Catalina se acometió en 1977 cuando se crearon los puestos tal como están ahora. "Lo que es el mercado es el resultado de la reforma de 1977, aunque el edificio es muy anterior, posiblemente de los años treinta, seguro que de antes de la guerra", precisa. Todavía subsiste la escalera que conducía al sótano utilizado como refugio durante la Guerra Civil. El refugio tenía un pasadizo que desembocaba en el Jonquet. La puerta que da acceso al sótano está tapiada. Hoy son 53 los puestos de venta ubicados en el perímetro del Mercado. Desde 1977 prácticamente ha desaparecido la mitad. Tan solo en el año 2000 cerraron 23 debido, según Virgilio Izquierdo, a que "la oferta que nos vemos obligados a dar ha cambiado sensiblemente". Al preguntarle qué es lo que tiene más demanda afirma rotundamente que "los bares", y ese, dice, es el gran problema que el Mercat de Santa Catalina ha de solventar.

Virgilio Izquierdo detalla el proyecto que están madurando para evitar que los bares terminen por "desnaturalizar" lo que siempre ha sido el Mercat de Santa Catalina. "La idea que tenemos, que es aplicable a todos los mercados de Palma, es la de que sean verdaderos centros de abastecimiento de productos frescos, lo que quiere decir que nos parece bien que exista una oferta complementaria de restauración, pero lo que no puede ser es que básicamente los viernes y sábados al mediodía los bares acaben por desmadrar las cosas impidiendo que los clientes tradicionales puedan hacer sus compras con normalidad". "En estos momentos -prosigue- los viernes y sábados los accesos al mercado se ponen imposibles: no hay aparcamientos, los capós de muchos automóviles, que permanecen horas estacionados, se convierten en improvisadas mesas para las copas, no hay forma de aparcar, lo que nos ha llevado a perder al clientes tradicional, al que sale con varias bolsas del mercado, porque, en primer lugar, no hay forma de que consiga aparcar su automóvil en las calles adyacentes y después porque en el propio recinto del mercado las cosas han llegado a un punto en el que no es fácil moverse".

A lo dicho añade que "teóricamente" son tres los bares que prestan servicio en el mercado, a los que hay que sumar otros tres establecimientos que pueden funcionar como tales con algunas limitaciones, al tratarse de puestos de comida que acaban por hacer la función de bares. Virgilio Izquierdo reitera que la carencia de aparcamientos constituye "el gran problema". "Tenemos una situación que hay que revertir: los viernes y los sábados al mediodía, el mercado se llena de clientes que van a los bares a consumir, con lo que se espanta al cliente tradicional, al que antes venía a comprar, a lo que hay que añadir que ya empezamos a tener problemas con el vecindario, tanto por la aglomeración como por algunos comportamientos que no son los deseables", dice.

Cumplir la normativa

Lo que solicita Virgilio Izquierdo es que se cumpla la normativa municipal que especifica claramente qué es lo que tiene que hacerse. Al preguntarle si durante el mandato del PP, el del alcalde Mateo Isern, no se pudo solventar el problema, al menos parcialmente, responde que "con el anterior Consistorio hubo siempre buenas palabras y nada más". "Hay que tener en cuenta -afirma- que la burocracia es muy lenta, por lo que cuando se levanta acta de una posible infracción pueden pasar años hasta que el asunto se resuelve". "Con el alcalde Isern -insiste- siempre tuvimos un trato cordial, siempre hubo buenas palabras hacia nostros, pero nada más, porque las soluciones no llegaron". ¿Y con el nuevo Consistorio? Ha habido ya algunas reuniones y, dice, se está a la espera de ver qué medidas se toman.

El presidente del Mercat de Santa Catalina afirma categóricamente que "un mercado tiene que ser el motor de la barriada en la que está emplazado, ha de ser un punto de encuentro, el lugar en el que el vecino de la barriada, cualquier cliente, encuentre el producto fresco que busca; si un mercado pierde esta función, si se convierte en otra cosa, que es lo que corremos el peligro de que suceda con la proliferación de bares, dejaremos de ser un mercado, nos convertiremos en algo distinto, en lo que son, por ejemplo, algunos mercados de Madrid, que de tales solo tienen el nombre, y eso no lo queremos para el Mercat de Santa Catalina ni para ningún otro de los existentes en Palma y el resto de Mallorca". "Lo que no podemos admitir -sentencia- es que la gente salga del mercado sin haber adquirido ningún producto, porque solo ha venido a consumir".

Después del "bache" que la red de mercados tuvo que sortear al iniciarse el nuevo siglo parece que han resurgido con fuerza. "Aunque parezca un contrasentido -comenta Izquierdo- a partir de la crisis se ha vuelto a remontar y en la actualidad los mercados funcionan, la gente ha vuelto, aunque corremos el peligro ya mencionado de que los bares los desnaturalicen". ¿Qué demanda el cliente? "Más calidad y más variedad" es la respuesta que ofrece el presidente del Mercat de Santa Catalina, precisando que también "se mira el precio mucho más que antes". Seguidamente enumera las carencias que en su mercado se han de subsanar: "necesitamos un kiosko de prensa, porque ahora no hay ninguno; también hace falta que se instale lo que antes se conocía como zapatero remendón y una droguería".

El mantenimiento del Mercat de Santa Catalina genera unos gastos mensuales de aproximadamente 25 mil euros entre seguridad, limpieza, agua y suministro eléctrico y servicios profesionales. Son gastos que corren a cargo de los titulares de las concesiones de los puestos. "Al Ayuntamiento no le costamos un céntimo", afirma tajante Virgilio Izquierdo, "aunque, eso sí, pagamos religiosamente el IBI, a pesar de que el edificio es de propiedad municipal y no nuestro", dice irónicamente. Esa anomalía se debe a una normativa de carácter estatal que obliga a los empresarios instalados en los mercados municipales a pagar el impuesto de bienes inmuebles a los ayuntamientos. Nunca se han ofrecido razones convincentes de lo que aparentemente constituye un flagrante contrasentido.

Su condición de presidente de la Federación de Mercados hace que Virgilio Izquierdo no pierda de vista la situación de los otros mercados, tanto los de Palma como el de Inca. "La Federación se constituyó hacia el 2001 con la particularidad de que, de entrada, no estaba federado el mercado del Olivar y sí el desaparecido de San Fernando". La razón por la que se puso en marcha se basa en que "nos dimos cuenta de que entre nosotros no nos hacíamos la competencia, como durante mucho tiempos habíamos creído", explica. Fue gracias a Pimeco que se pudo formalizar la Federación. Su función es la de "dinamizar en la medida de lo posible el funcionamiento de los mercados, hacer propuestas conjuntas a la Administración y llevar a cabo campañas de publicidad y otras iniciativas, la mayoría de ellas de carácter solidario", comenta.

Solventar la situación

Virgilio Izquierdo incide nuevamente en la necesidad de solventar definitivamente el problema que se ha creado con la proliferación de los bares. "Vamos a ver -dice-: ha de quedar claro que no demandamos la clausura de los bares ni de los puestos de restauración, porque su presencia ha contribuido a dinamizar los mercados, pero lo que no puede ser de ninguna manera es que se mantenga la situación que estamos viviendo en el Mercat de Santa Catalina, donde, lo repito una y otra vez, los viernes y los sábados al mediodía es imposible acceder para hacer la compra, no se puede". Comenta que la seguridad privada se ha tenido que incrementar, puesto que se han dado algunas conductas incívicas. No hace referencia a ningún caso concreto, pero se ha comentado que una mujer ya de edad, cuyo hijo regenta uno de los puestos, en cierta ocasión no pudo acceder al mercado por impedírselo un grupo de personas que estaban tomando unas copas y no le facilitaron el paso por la puerta más cercana diciéndole que fuera por otro lado. Además, insisteVirgilio Izquierdo, en el recinto del mercado los dos citados días la aglomeración de gente es considerada excesiva.

Esa es la anomalía que se ha de solventar en el Mercat de Santa Catalina. Los cinco mercados de Palma son otros tantos puntos neurálgicos de Ciutat. Por el camino han desaparecido otros dos: el citado de San Fernando, de titularidad privada, y el Mercat del Tenis. A pesar de las dos bajas y de los problemas que ha ido desgranando, Virgilio Izquierdo asegura que los mercados estables de Palma están "plenamente consolidados", son apreciados por los ciudadanos, porque ofrecen productos "de calidad contrastada" a unos precios que "se pueden considerar al alcancer de la mayoría". "Disponemos de lo que se necesita para que las cosas vayan bien, aunque se haga necesario corregir determinadas anomalías para que el futuro esté garantizado", concluye el presidente del Mercat de Santa Catalina.

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