Es sambenito del varón estar dominado por sus instintos más primarios, como leer en el wáter. Sin embargo, no se puede afirmar que ello sea completamente cierto. No voy a negar que, a la vista de cualquier mujer de fisonomía prometedora; cualquier grupo de prejubilados, jubilados, adultos, jóvenes o adolescentes masculinos; someterá su condición a una evaluación contundente y probablemente ruidosa. Tampoco negaré, porque la evidencia no lo aconseja, que entre las prioridades del domesticable varón no se encuentra en buen lugar la respuesta intelectual, al menos no entre los cinco primeros lugares.
Personalmente, les diré que, a mí, las mujeres que destacan exclusivamente por tener un físico espectacular no me dicen nada. De hecho, ni me dirigen la palabra.
