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Reportaje

Círculo Mallorquín, reinventarse para sobrevivir

El Círculo Mallorquín está a un año de cumplir 165 de historia. Su presidente Ignacio Deyá dice que su pretensión es la de situar el viejo Círculo en la modernidad

Cuentan las crónicas que en los primeros años del pasado siglo, en 1904, el bisabuelo de Felipe VI, el rey Alfonso XIII, se desplazó en visita oficial a Mallorca. El anuncio de la misma puso de los nervios a los socios del Círculo Mallorquín, por aquel entonces y como casi siempre apuradísimos de fondos con los que mantener el "casino", ya que no sabían qué hacer para agasajar adecuadamente a sus majestades, don Alfonso y doña Victoria Eugenia. Uno de los directivos del Círculo, Guillermo Dezcallar, hizo una afirmación que ha pasado a la pequeña historia de Ciutat. Dijo: "se hará lo que se deba y se deberá lo que se haga". No está acreditado quién pagó los fastos, en los que el Círculo, desde siempre acendradamente monárquico, se volcó, pero parece que tuvo que ser Dezcallar quien liquidara la considerable deuda contraída para quedar bien con los monarcas.

El Círculo Mallorquín tenía su sede social en el edificio en el que hoy está ubicada la Cámara legislativa balear. Fue en 1982 cuando los socios decidieron vender el edificio a la Comunidad Autónoma, en aquel momento todavía "preautonomía", para que en él se asentara el Parlament. Previamente, se llegó a un acuerdo con Sa Nostra, que condonó una hipoteca. La venta se formalizó en sesenta millones de pesetas, que posibilitaron adquirir la sede, la de la calle de la Concepción, donde ahora se desenvuelve. Se trata de un edificio de dos plantas más un jardín de aproximadamente mil quinientos metros cuadrados de superficie. El abogado Ignacio Deyá, antiguo concejal del PP en el ayuntamiento de Calvià, es el presidente de la entidad desde octubre del pasado año. Afirma tajantemente que "el Círculo Mallorquín ya no puede ser considerado una institución rancia, hemos eliminado por completo esta característica, aunque, en lo esencial, siga siendo eminentemente conservador, pero abierto a todos, sin excepciones". Añade que, al contrario que antaño, "ya no se utilizan las bolas negras para vetar la admisión de nuevos socios; las bolas negras desaparecieron hace mucho tiempo". "Ahora se requiere el aval de dos socios y la aprobación de la junta para pasar a ser miembro del Círculo, como sucede en casi todas las instituciones de sus mismas características".

321 socios

El Círculo cuenta con 321 socios que abonan una cuota mensual de 40 euros. Los menores de 36 años disfrutan de una reducción del 50 por ciento. Deyá manifiesta que están llevando a cabo una campaña de captación para situarse en los 365. "El número no es caprichoso -dice-, se debe a que el tesorero de la junta, Nicolás Dameto, estima que un socio por cada día del año es el número adecuado para que el mantenimiento quede plenamente garantizado". Pese a los problemas económicos que se han tenido que superar no puede decirse que la fortuna sea especialmente esquiva con el Círculo. Salvo Carlos Fabra, el expresidente de la Diputación de Castellón y otros delincuentes a los que la lotería les toca una y otra vez, no es frecuente que la suerte se pose por dos veces en el mismo lugar. Pero es lo que le ha ocurrido al Círculo Mallorquín.El "gordo" de Navidad ha "caído" por dos veces en la institución. La primera fue el 23 de diciembre de 1886. Fueron cinco millones de pesetas, los correspondientes al primer premio, de los que se beneficiaron los socios, ingresando el Círculo en su esquilmada tesorería 250.000 pesetas. Julio Sanmartín, en su libro "Los cien años del Círculo Mallorquín", refiere que "los transeúntes, que se hallaban en las inmediaciones del Círculo, contemplaban asombrados el paso de catorce carros cargados con talegos repletos de monedas de a duro subiendo cansadamente la cuesta del Conquistador, camino de la sucursal del Banco de España".

Un siglo después, para ser exactos 101 años, el Círculo volvió a ser agraciado con el "gordo". En 1987 le correspondieron dos millones y medios de pesetas del primer premio de la lotería de Navidad.La entidad se embolsó la misma cantidad que la distribuida entre los socios de 1886: 250 mil pesetas. Los otros dos millones largos fueron a parar a los bolsillos de la mayoría de socios de 1987.

Ignacio Deyá da cuenta de las iniciativas que quiere desarrollar durante los próximos meses para "dar vitalidad al Círculo". Casi de inmediato pondrán en marcha clases de baile de salón, campeonatos de bridge y billar y un ciclo de conferencias continuación de las ya celebradas, entre las que destacó la presencia de un descendiente del archiduque Luis Salvador así como los entonces alcalde de Palma, Mateo Isern; el conseller de MedioAmbiente, Biel Company, y el presidente de la Comunidad Autónoma, José Ramón Bauzá. "Lo que de verdad me apetece -resalta Ignacio Deyá- es convertir al Círculo en algo similar a lo que en Madrid ha representado el Club Siglo XXI". "Para lograrlo vamos a organizar debates sobre la ecotasa, las balanzas fiscales, el palacio de congresos y los nacionalismos", añade. "Además, de cara a las elecciones generales invitaremos a los representantes de todos los partidos políticos, sin excepción, a que vengan al Círculo a exponer sus programas", anuncia. Al decirle que, dado el componente ideológico que han tenido los conferenciantes que ha reseñado, el Círculo parece ser un feudo del PP, replica que "en modo alguno, lo que sucede es queestas personas fueron invitadas dado los cargos institucionales que desempeñaban".

Apolítico y aconfesional

Ignacio Deyá deja claro que "los estatutos del Círculo lo definen como apolítico y aconfesional", y argumenta que "esa es la razón de que con las vista puesta en las elecciones generales de final de año tengamos previsto invitar a todos los partidos políticos". Deyá está convencido de que los socios "están encantados" con los cambios que propone y las novedades que anuncia. Explica que en el Círculo existen dos peñas gastronómicas a las que probablemente se añadirá una tercera y que entre sus proyectos está el de celebrar un certamen de pintura dotado con un premio de seis mil euros, a lo que hay que añadir un certamen de periodismo cuya modalidad todavía no está definida. "Lo que queremos -reitera- es poner el Círculo al día, que la sociedad de Palma lo conozca, que sepa que está abierto a todo el mundo, que en él caben todos, sin ninguna clase de excepciones..

El presidente del Círculo sigue desgranando los proyectos que quiere convertir en realidad. Entre ellos se cuenta el de celebrar un acto de recuerdo al que se denominó "Circulito". Fue un salón, habilitado en la planta baja del edificio de Conquistador, hacia finales de la década de los sesenta del pasado siglo, en el que, a modo de discoteca, los hijos de los socios tenían acceso. La idea partió de quien en aquel momento ocupaba la presidencia de la entidad, Antonio Puigserver; acabó por ser algo muy distinto a lo inicialmente proyectado. Durante unos años constituyó uno de los lugares de copas de moda en Palma. Deyá comenta que en la actualidad, el Círculo cuenta con un grupo de socios jóvenes, "que le da mucha animación". Destaca que la junta directiva ha sido rejuvenecida, precisando que el vocal de mayor edad es el vicepresidente, Manolo Alomar.

La visita de Alfonso XIII no fue la primera que un monarca español hacia a la entidad. Su abuela, la reina Isabel II ya lo visitó a mediados del siglo XIX. Alfonso XII, que también realizó un viaje oficial a Mallorca, no consta que lo hiciera, aunque parece que durante uno de sus paseos por Ciutat, al deambular por Conquistador, se detuvo a saludar a la junta directiva del Círculo. Sin duda fue la de Alfonso XIII la que mayor repercusión tuvo; no tan solo por la reseñada frase de Guillermo Dezcallar sino también por los fastos que se organizaron en toda Palma para recibirlo. Julio Sanmartín refiere en su libro que "al ser conocida la noticia de que don Alfonso visitaría Palma y cursada a Maura (el político mallorquín fue varias veces presidente del Consejo de Ministros siendo finalmente "borboneado" por el rey) la petición de que el monarca honrara al Círculo, don Mariano Zaforteza y Crespí de Valldaura, presidente de la entidad y reconocido militante carlista, encargó al vicepresidente, José Oliver, asumiera las funciones presidenciales, porque en algunas fincas que poseía en el campo se reclamaba urgentemente su presencia". Mariano Zaforteza de ninguna manera deseaba involucrarse en el recibimiento a un monarca que el carlismo jamás reconocíó como el legítimo titular de la corona de España. Así que optó por desaparecer de escena.

Al anochecer del 21 de abril de 1904 y acompañado del presidente del Consejo de Ministros Antonio Maura, Alfonso XIII "puso sus plantas en el Círculo Mallorquín". En el séquito real también fuguraban los ministros de Guerra y Marina. Lo sucedido lo sintetizó La Almudaina: "Con seguridad la nota más calurosa, más entusiasta, más ardiente de cuentas hemos presenciado, la dio anoche la sociedad Círculo Mallorquín", escribió el cronista. Evidentemente, se hizo lo que se debía y se debió todo lo que se hizo.

A partir de la década de los años setenta, el Círculo inició una progresiva decadencia. Después de la Guerra Civil, se había constituido en el centro neurálgico de la vida social de Palma. Los socios del Círculo, en su práctica totalidad, se contaban entre los vencedores de la contienda, así que en él se podían desarrollar sin problemas muchas actividades que otras entidades tenían vedadas. El juego era una de ellas. La ruleta, el póquer y el denominado "bollet" eran los juegos, formalmente ilegales en la España de la dictadura franquista, que disponían de carta de naturaleza en el Círculo sin que a ninguna autoridad se le pasara por la cabeza prohibirlos, salvo esporádicamente y por breves lapsos de tiempo. Cada noche, hasta bien entrada la madrugada, se jugaba tanto al póquer como a la ruleta llegando a cambiar de manos considerables cantidades de dinero. Reiteremos que nunca hubo problemas de envergadura con las autoridades, entre otras razones porque algunas de las mismas eran socios del Círculo y, en determinados casos, asiduos de las mesas de póquer.

Otra de las actividades más conocidas del Círculo eran las cenas de gala que se celebraban, donde hoy se sustancian las sesiones plenarias del Parlament, el denominado salón de las Cariátides, en Nochevieja, víspera de Reyes y San Sebastián. Eran tres cenas a las que solía asistir "lo más granado de la sociedad palmesana", como tópicamente eran descritas. La tradición se mantuvo con fuerza durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta empezando a decaer a mediados de los setenta, coincidiendo con el final de la dictadura. Fueron los años en los que el Círculo entró en una progresiva decadencia, acuciado por la falta de medios económicos y por la reducción del número de socios.

La salvación

La salvación de la entidad, que algunos daban por condenada a desaparecer, se produjo cuando se formalizó la venta de la sede de la calle Conquistador. Los sesenta millones percibidos permitieron al Círculo saldar sus numerosas deudas y adquirir el edificio de la calle de la Concepción en la que actualmente está ubicado. La nueva etapa vio aparecer un Círculo Mallorquín con muchas menos pretensiones que las que había mantenido en el pasado. No era ya el centro neurálgico de la sociedad de Palma. Los tiempos nadan tenían que ver con los de las décadas del apolillado esplendor que le había acompañado.

Al final, el Círculo Mallorquín ha devenido en una entidad ciudadana más de las muchas que existen en Palma. Es verdad que conserva parte de su vieja vitola de prestigio social, pero las semejanzas de lo que fue a lo largo de más de un siglo son pocas. Hoy, el presidente del Círculo quiere "abrirlo" para evitar que desaparezca. "Es imprescindible revitalizarlo", remacha Ignacio Deyá, para quien el Círculo "tiene una finalidad que cumplir en la actual sociedad de Palma".

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