La Callet, variedad autóctona de Mallorca, gracias a la audacia y tesón de una serie de jóvenes vitivinicultores isleños, resurgió. Variedad, en auge, que, no hace tanto tiempo, se la consideraba de segundo orden, por su menguada coloración, aunque de alta rentabilidad. La elección de la tierra más idónea, la selección de los granos de cepas venerables y rebajes en la producción han logrado vinos cada vez con tonos más subidos, como mayor grado alcohólico. Una finca recuperada para la Callet es Son Artigues Gran, en los límites de Felanitx con Porreres, por la familia germana Gayda. Uno de sus recientes aportaciones es el tinto Callet 2013, en donde reina esta variedad. Tras una selección de la uva muy rigurosa, se vinificó. Su crianza rondó los seis meses, pespecialmente en barrica francesas y USA. Su capa está bien cubierta. Muestra aromas intensos de frutas del bosque otoñal y especias uaves. Es atractivo en boca y goza de buen final.
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