La albahaca es, sin duda una de las hierbas aromáticas que más se utilizan en la cocina italiana (el pesto es imposible sin ella), pero da la impresión que en nuestra cultura tiene más pasado que presente, aunque en los últimos años haya aumentado su protagonismo al acompañar ensaladas y platos basados, casi siempre, en el tomate.
Su origen está en India e Irán de donde pasó a los países árabes quienes introdujeron esta hierba en la isla. Llegada a Europa, tuvo, inicialmente, finalidades y significados diversos. Para unos, significaba protección contra los escorpiones, para otros representaba el odio, para otros, el amor.
Según parece el vocablo castellano proviene del árabe al-habak, cultura que lo utilizababa con frecuencia en su cocina, dejando huella en la nuestra. En el medioevo era una hierba bastante utilizada en cocina y aparece en el primer libro de cocina escrito en la península Ibérica, el libro de Sent Soví (1320) como alfàfegua. Del catalán pasó a algunas regiones españolas con el nombre de alhábega, hasta llegar a albahaca.
Al margen del aroma inconfundible que aporta a algunos platos de nuestra cocina, se le considera un repelente contra los mosquitos y en algunas parroquias, como la de Ariany, el día de su fiesta patronal, el último domingo de agosto, significa una bendición y por ello se reparte un buen ramillete a cada uno de los fieles.
