Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde Inglaterra

800 años

800 años

Quizá no lo sepan, pero este año se cumplen 800 años de la promulgación de uno de los textos más importantes de la historia no solo de Inglaterra, sino del mundo occidental. Me refiero a la Magna Carta, aprobada en 1215 por el rey Juan sin tierra, o Juan I. No exagero en cuanto a su importancia: por primera vez un rey se ve obligado a ceder parte de su poder.

No se puede entender la Magna Carta sin conocer antes el contexto histórico en la que ésta nació, así que les pongo en antecedentes. A finales del siglo XII reinaba en Inglaterra Ricardo corazón de león, un monarca sui generis: no hablaba palabra de inglés (entonces la lengua de la corte de Inglaterra era el francés, ya que la dinastía reinante, Plantagenet, tenía origen francés) y de los 10 años que fue rey (1189-1199), pasó poco menos de dos en Inglaterra. Los ocho restantes los empleó combatiendo, tanto en Europa como en las Cruzadas de Tierra Santa. Al igual que ahora, en la Edad Media ir a la guerra costaba mucho dinero, así que Ricardo subió los impuestos todo lo que pudo, lo que no le hizo demasiado popular (seguro que Cristóbal Montoro sabe lo que hablo). Además fue secuestrado en Tierra Santa, por lo que a los impuestos se añadió el pago de su rescate. Tras mucho batallar, a Ricardo se le concedió un visado al más allá por obra y gracia de una flecha que se alojó en su cuello, así que subió al trono su hermano menor Juan, que en principio no estaba destinado a reinar. Su reinado fue directamente desgraciado: desde el inicio parte de la nobleza no le apoyó al considerarlo rey ilegítimo (querían que Arturo, hijo de Ricardo, fuese rey), estuvo enfrentado con el papado por la elección del obispo de Canterbury (con la iglesia hemos topado, amigo Sancho), lo que le llevó a a ser excomulgado, y la población estaba resentida contra él por la elevada carga impositiva. Si la situación ya era desesperada, aplíquesele la ley de Murphy: los galeses, entonces independientes de Inglaterra, le conquistaban todos los castillos de la frontera, infringiéndole derrota tras derrota, y como guinda al pastel, llegó una insurrección nobiliaria, que obligó al rey a refugiarse en la torre de Londres. Los alzados no querían su abdicación, pero sí demandaban que les fuesen concedidas una seria de libertades. Entre la espada y la pared, el rey se refugió en Windsor, donde negoció con los nobles (no de muy buena gana, por cierto) hasta llegar a un acuerdo, las 61 cláusulas que conforman la Magna Carta.

Contextualizada la carta, veamos qué dice. En el tema de impuestos (un tema controvertido 800 años después, qué poco hemos cambiado), la Magna Carta fija qué impuestos puede recaudar la Corona y de qué manera, protegiendo legalmente a los nobles ante los abusos del rey.

Además consagra el habeas corpus, y dice que nadie puede ser juzgado al margen de la ley y de los tribunales establecidos. Por primera vez, y ahí radica su importancia, el poder del rey se ve acotado y reducido en favor de la nobleza, que se erige en contrapeso de la autoridad real. También, por primera vez, una carta de derechos reconoce las libertades civiles bajo el imperio de la ley. Nadie está por encima de la ley, ni siquiera el rey. El país se ha volcado en la celebración de estos ocho siglos de la Magna Carta, organizando multitud de actos para conmemorar lo que consideran el embrión de su sistema político, que más que en la confrontación, se ha basado históricamente en el pacto entre la corona y el pueblo, representado por el Parlamento. En la British Library se ha organizado una exposición donde se muestran dos de los cuatro copias originales de la Magna Carta, conjuntamente con una copia manuscrita original de la Declaración de Independencia de Estados Unidos y otra copia original de la Declaración de Derechos también de los Estados Unidos, documentos, estos dos últimos, que se consideran herederos del espíritu del primero. No hay librería en el país donde no ocupen una posición predominante los libros editados en conmemoración del evento, y la BBC ha dedicado a la Magna Carta programas tanto de televisión como de radio. En Salisbury y Lincoln, ciudades que albergan las otras dos copias originales de la Magna Carta, hay programadas actividades durante todo el año, incluyendo exposiciones, teatro, conciertos, charlas, y hasta concursos florales. Uno no puede sino sentir cierta envidia ante la manera en la que los ingleses celebran este hito de su historia, de manera lúdica y festiva, dando a conocer un pasado del que se sienten orgullosos (en este caso, con razón). Salut i força!

Compartir el artículo

stats