Estamos en plena temporada de alcachofas. Las consideradas "nuestras", las negras, con unos precios que siguen estando por las nubes a causa de su tardía y baja producción hogaño. Pero el precio de las alcachofas blancas es totalmente accesible y sus cualidades son similares, al margen de una ligera, aunque importante diferencia en el sabor.
Hay quien opina que los antiguos ayunos por motivos religiosos, se debían a depuraciones del organismo. Sin duda, la sabiduría popular conocía también los efectos depurativos de la alcachofa y de la alcachofera, para mejorar la salud del hígado y ante eventuales molestias se preparaban (de ello hace pocas décadas) brebajes de hoja y tallo de alcachofera, algo realmente muy amargo, difícil de tomar. En cambio, una alimentación que aproveche durante unas semanas la presencia de este vegetal en el mercado, puede constituir un menú muy saludable para el hígado ya que contribuirá a su limpieza.
Egipcios y romanos conocían la alcachofa silvestre, esto es, el cardo. Fueron los árabes quienes trajeron a la isla su cultivo, donde arraigó. Desde entonces fueron mejorándose las variedades, menos espinosas y más aprovechables.
Es pobre en grasa y tiene aceptables cantidades de hidratos de carbono y de proteínas. Cuenta con una sustancia de gran valor medicinal: la cinarina, que actúa sobre el hígado y estimula la producción de bilis.
