Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

Bárcenas, la concesionaria y la caja B del PP

El verbo -afilado e irónico-; se hizo plasma. B. Ramon

Solo un estúpido o un corrupto aceptaría un contrato para la construcción y explotación de Son Espases como el que firmó el Govern de Jaume Matas. Póngase el lector en la situación de quien va a construir la casa de sus sueños, la morada en la que aspira a vivir el resto de sus días. Imagine que en el momento en que va a firmar el acuerdo con la constructora Pepet Corporation se incluye una cláusula muy especial: en los próximos 40 años tendrá que recurrir a Pepet Corporation cada vez que tenga que reponer una bombilla, derribar un tabique o cambiar la nevera. No puede ir a la eléctrica de la esquina ni a Construccions Jaumet ni a la gran superficie que oferta descuentos del 50% en su sección de electrodomésticos. Pepet Corporation le tiene agarrado por el cuello -por no citar otra parte del cuerpo- y le va a chupar hasta la última gota de sangre. Un año tras otro hasta completar las cuatro décadas.

Por increíble que parezca esta es la cláusula que aceptaron esos grandes gestores de la cosa pública que entregaron Son Espases a la Concesionaria. La Concesionaria es un ente al que el personal del hospital se refiere como quien habla de un ser extraterrestre, de una presencia invisible o del Yeti. Faltan gasas. Hay que llamar a la Concesionaria. Como es viernes no quedará más remedio que pedir algunas prestadas a otro departamento. La Concesionaria no las suministra hasta el lunes. Digan a la Concesionaria que instale un punto de corriente, voz y datos. Ella, la Concesionaria, presenta una factura de 1.142,56 euros. Se necesita un generador de vapor que cuesta 26.015 euros, según el presupuesto de una empresa ajena. Lo coloca la Concesionaria y el cargo es de 72.735,13 euros.

Algunos no entendieron la guerra fratricida y sin cuartel entre Villar Mir y Florentino Pérez por convertirse en la Concesionaria. Ahora tienen un dato más sobre las razones que enfrentaron, cual aves de rapiña que se disputan la carroña, a dos empresarios acostumbrados a compartir cenáculos y palcos de estadios de fútbol. La carroña en cuestión es el contribuyente mallorquín. Ese del que, a base de corrupción y gastos innecesarios, apenas queda la osamenta.

Desde hace unas semanas funciona -es un decir- en el Parlament una comisión que intenta discernir por qué la Concesionaria es una y no otra. Por qué la Concesionaria es la empresa a la que se asocia con Florentino Pérez, aunque él intenta desligarse con el argumento de que la sociedad del grupo ACS integrada en la UTE a la que se adjudicó Son Espases fue Dragados que, según el directivo, "tiene sus propios órganos de gobierno y dirección de los que ni formo, ni he formado nunca parte".

Y en eso llegó Bárcenas. Mientras el Parlament andaba en estas cuitas, el extesorero del PP se apareció desde el plasma y habitó entre los diputados. Lo que dijo no es moco de pavo. Afirmó que la sede del PP de Balears -fastuosa, grandiosa y espectacular- la pagaron varios empresarios, entre los que se encontraba Antonio Pinal, que casualmente trabajó en Son Espases. ¿Y quiénes son los contribuyentes que no recordó? Reafirmó que controlaba la contabilidad paralela -o en B- del Partido Popular. Aseguró que ningún partido en campaña electoral se ciñe a los gastos e ingresos que declara al Tribunal de Cuentas -organismo a todas luces inútil-. Confirmó que Villar Mir, el otro aspirante a ser la Concesionaria, dio dinero al PP coincidiendo con el proceso de adjudicación de Son Espases, aunque esto fue, sostuvo, fruto de la casualidad.

Por supuesto, cada vez que un empresario ingresa fondos en cajas opacas de un partido o de un político -a modo de "relaciones públicas, según Bárcenas- terminamos pagándolo los contribuyentes. ¿Cuál ha sido la reacción ante lo que todos sabíamos y que Bárcenas ha confirmado con conocimiento de causa tras 32 años en la casa popular? Negarle tres y treinta veces con la misma contumacia con la que Pedro negó a Jesús. Con una diferencia, el apóstol se arrepintió y hoy es considerado el fundador de la Iglesia. Nuestros políticos no solo no piden perdón, sino que además pretenden que comulguemos con ruedas de molino.

Compartir el artículo

stats