El ahora condenado reconoció ante el tribunal que en esas fechas conducía un taxi ilegal. "Manejaba un auto particular y llevaba a extranjeros", admitió. La tarde del 10 de septiembre de 2015 paró en una estación de servicio y allí contactó con unos jóvenes británicos, quienes le propusieron que les llevara a una fiesta de un hotel del paseo marítimo de Eivissa. "Me dijeron que me pagarían la gasolina, yo venía de Sant Miquel", añadió el encausado. Según el sospechoso, les llevó en el coche y uno de los ocupantes empezó a drogarse. "Le pedí que no consumiera dentro del auto", manifestó el ahora condenado ante la sala.

Posteriormente, otra persona le pidió que se detuviera para poder ir a un cajero automático en Santa Eulària. "Estacioné mal en una zona amarilla. Uno de los chicos bajó y fue al banco. Me estaba enseñando algo cuando un policía en una moto se acercó. Los jóvenes se asustaron y yo también me asusté", detalló el hombre. "La Policía nos separó y encontró estupefacientes debajo del asiento del coche. La ketamina era de esos chicos. Yo no consumo esta droga. Los chicos tiraron las sustancias hacia el asiento y quedaron todas desperdigadas", dijo el encausado.

En cambio, los agentes que actuaron en este servicio coincidieron en señalar que los británicos explicaron que habían decidido coger un taxi pirata porque así les salía más barato el trayecto.

Una vez en el interior del coche, el taxista les ofreció droga. Como no llevaban suficiente dinero para pagarle, pararon para sacar dinero en un cajero automático.

Uno de los agentes se percató de la actitud sospechosa del conductor, que estaba nervioso, como si ocultara algo, y que lanzó unas pastillas al suelo del coche ante la presencia policial. Mientras, el copiloto se metió algo en el bolsillo. Cuando los policías registraron el vehículo, encontraron más de 30 bolsitas con ketamina, cocaína y pastillas de éxtasis. En la guantera del coche hallaron 2.480 euros en metálico.La sentencia rebaja la petición fiscal, que pedía cuatro años y medio.