La angustiosa búsqueda de un niño de 8 años acabó en el lugar menos esperado. La ausencia del pequeño, que salió del colegio y no volvió a su casa de Sóller, desencadenó el jueves un gran operativo con más de medio centenar de policías, guardias civiles y vecinos tras él. Cuatro horas después de que su madre diera la voz de alarma, un allegado sugirió su posible ubicación. Y acertó. El pequeño, ajeno a todo el revuelo generado y a que su fotografía corría por las redes sociales, estaba escondido debajo de su cama porque creía que le habían robado la bicicleta.

Eran las siete de la tarde cuando una mujer desesperada contactó con un policía local de Sóller. No sabía nada de su hijo de 8 años desde la mañana. Los servicios de emergencias se movilizaron enseguida. Tanto la Policía Local como la Guardia Civil desplegaron a sus agentes por el pueblo. La familia del menor empezó a difundir su imagen e incluso la asociación SOS Desaparecidos pidió ayuda a través de Facebook y Twitter.

Entre informaciones confusas y algunos bulos, decenas de vecinos del pueblo se echaron a la calle linterna en mano para participar en la batida. Recorrieron campos y caminos, pero no había ni rastro del chico.

La alerta llegó hasta la Policía Nacional para que se movilizara en Palma en busca del menor. Hace un tiempo ya se marchó de casa y logró llegar por su cuenta a la ciudad, donde acudió al domicilio de un familiar.

La búsqueda se prolongó durante casi cuatro horas. La madre contó que había encontrado la bicicleta del pequeño en el polígono de Son Angelats, donde la deja cada día para coger allí un autobús hasta el colegio es Puig. Y alguien que conoce bien al niño ató cabos y lanzó una hipótesis que, por su simpleza, parecía descabellada."Habrá ido a buscar la bici y al ver que no estaba se ha asustado. Seguro que está debajo de la cama", pensó en voz alta. Eran casi las once de la noche.

La Guardia Civil, que había asumido la coordinación del operativo, decidió comprobarlo. Y así consiguieron dar con él. El niño estaba escondido debajo de la cama, sano y salvo.

Los agentes lograron aclarar dónde había estado todas esas horas. El niño había seguido su rutina habitual de las mañanas: dejó la bicicleta en Son Angelats y fue en autobús hasta el colegio. La cosa empezó a torcerse al acabar las clases. Llovía mucho y la madre de otro niño se ofreció a llevarle en su coche. Acabaron en casa de esta mujer, donde el pequeño pasó toda la tarde junto al otro menor.

A las siete decidió volver a casa. Regresó a Son Angelats y descubrió que su bicicleta no estaba. No sabía que era su madre quien se la había llevado y pensó que era un robo. Con una mezcla de temor por la posible reprimenda de su madre y tristeza por la pérdida de la bicicleta, se ocultó debajo de la cama, donde pasó varias horas hasta que los agentes lo encontraron.