Una acusada de haberse apropiado de casi 100.000 euros del anciano al que cuidaba en su domicilio en Palma negó ayer en el juicio en la Audiencia Provincial haberse quedado con el dinero entre 2012 y 2015.

La mujer, de 64 años y de origen ecuatoriano, admitió que acompañaba al perjudicado al banco para que él sacara dinero y que en otras ocasiones él le pedía a ella que sacara 500 o 600 euros en el cajero automático y luego ella le entregaba esa cantidad. "Él me enseñó a sacar dinero en el cajero, yo no sabía. Primero yo le acompañaba al banco. Incluso lo llevaba en silla de ruedas a finales de 2013. Él ponía la clave en el cajero. Pero otras veces él me mandaba y yo lo hacía sola", manifestó.

"Él me pedía que yo fuera al banco y él miraba lo que le quedaba en la cartilla. Nunca se quejó de que lo hiciera mal. Yo sacaba el dinero y se lo daba. Todo lo pagaba él. Era un hombre muy inteligente, controlaba todas sus cuentas", añadió la sospechosa, para quien el fiscal solicitó cuatro años de prisión y una indemnización de 97.130 euros, la cantidad supuestamente defraudada, por un delito continuado de apropiación indebida con las agravantes de abuso de confianza y de la elevada cantidad sustraída.

La cuidadora negó haber realizado extracciones en el cajero de más de 2.000 o 4.000 euros. Según su versión, ella sacaba lo que le mandaba la víctima, que falleció a principios de 2016 con 97 años, y que solían ser 500 o 600 euros. "No sé lo que hacía él con su dinero. Su hija también sacaba dinero. Él jugaba a la Primitiva, Bonoloto, Lotería, los ciegos... Se gastaba unos 50 euros", apuntó la sospechosa, quien aseguró que fue dos veces a Ecuador en esas fechas y que los pasajes se los pagaba ella con su sueldo de 1.300 euros. La encausada, que cargó contra el yerno del perjudicado diciendo que él le hizo "toda esta trastada", también reconoció que mandaba dinero a su país, unos 200 o 300 euros cada dos o tres meses, porque su madre estaba enferma.

Por último, la mujer, que trabajó cuidando al nonagenario y a su hijo discapacitado y vivía con ellos en su propio domicilio en Palma desde 1997 a 2015, declaró que a partir de enero de 2015, cuando el perjudicado ingresó en la residencia Cala Estància al empeorar su estado de salud, acudió allí a verle "muchas veces". La acusada agregó: "Él me llamaba todos los días. Yo le iba a ver cada día porque le tenía mucho cariño. Yo no iba a pedirle dinero a la residencia". La cuidadora también aseguró que el hombre tenía plena confianza en ella.

Por su parte, la hija del anciano recalcó que "nunca" fue con su padre a sacar dinero, negando lo que había dicho la acusada momentos antes. La testigo señaló que al final se percataron de que había salido mucho dinero de las libretas de su progenitor. "Mi padre no tenía gastos elevados, no tenía ningún vicio, no fumaba ni bebía", indicó su hija ante la sala.

Gran desfase de dinero

El yerno del perjudicado explicó que cuando su suegro le pasó sus cuentas porque su estado de salud ya no le permitía llevar la administración de la casa detectó un gran desfase de dinero entre unos años y otros. "Examiné del año 2011 en adelante y vi que la cantidad que sacaba era desproporcionada. El mismo día sacaba 600, 600 y 600 euros de libretas diferentes. Lo vi desproporcionado por los gastos particulares que ellos precisaban. Además, todas las extracciones se habían efectuado a través del cajero automático", señaló el testigo.

El hombre recalcó que, al percatarse de ese desfase, le pidió explicaciones a la cuidadora y ella le respondió diciendo que le denunciara. "Yo soy el malo de la película por pedirle explicaciones", manifestó el yerno de la víctima. El testigo también apuntó que en el año 2014 la sospechosa se fue a su país como mínimo tres veces.

La cuidadora se enfrenta a una petición de condena de cuatro años de prisión por parte del fiscal y la acusación particular. Su abogado defensor solicitó la libre absolución. El caso quedó visto para sentencia ayer al mediodía.