Fueron unos maestros del engaño. Unos habilidosos timadores estafaron a una pareja con la compraventa de un lujoso edificio en Peguera, en Calvià, en el verano de 2014. Bajo una identidad falsa, se hicieron pasar por agentes inmobiliarios. El 'cerebro' del fraude simuló actuar en representación de un potencial comprador, que en realidad nunca existió, y se interesó por adquirir la finca de apartamentos de Peguera, propiedad de un matrimonio español. Hicieron creer a las víctimas que formalizarían la venta del inmueble en una notaría de la calle Sindicato, en Palma, pero un día antes quedaron en la sede central de un banco para verificar el dinero que iban a recibir en concepto de comisión: 450.000 euros en efectivo, repartidos en billetes de 500. Fue en esa ocasión, cuando uno de los acusados, un joven rumano de 30 años, con una rapidez pasmosa apenas perceptible, hizo un cambiazo del sobre con los 450.000 euros por otro sobre con varios montones de papeles blancos recortados en forma de billetes en el que solo asomaba uno de 500 euros verdadero.

Tras el engaño, el sospechoso salió de la sucursal bancaria de Palma con el dinero de curso legal en su poder. De forma inmediata, abandonó la isla. Al día siguiente, ninguno de los dos estafadores se personaron en la notaría de la calle Sindicato para cerrar la venta del edificio de Peguera. El fraude ya se había descubierto.

Cuatro años después de estos hechos, ayer por la mañana, uno de los acusados, el considerado el 'cerebro' de la trama que había estado en paradero desconocido, fue condenado por la Audiencia de Palma a un año de prisión por un delito de estafa.

El sospechoso, otro ciudadano de origen rumano, compareció ante el tribunal de la sección segunda a través de videoconferencia desde Marbella, en Málaga. El hombre admitió los hechos y los cargos y aceptó la pena de un año de cárcel, una multa y una indemnización de 150.000 euros. La condena de prisión se le sustituye por una multa de 24 meses a razón de tres euros diarios, a la que hay que añadir otra multa de otros seis meses con la misma cuota. En concepto de responsabilidad civil, los 150.000 euros de indemnización ya se han pagado.

El caso acabó ayer en una conformidad después de que la fiscalía, el abogado de la acusación particular, David Salvà, y el letrado defensor alcanzaran un acuerdo.

Meses antes, en septiembre de 2017, el otro sospechoso ya se conformó en la misma sección segunda y aceptó una condena de dos años de cárcel, una multa de seis meses con una cuota diaria de tres euros y la misma indemnización de 150.000 euros. La sala le suspendió la pena por un periodo de dos años.

La estafa se remonta a finales de agosto de 2014 cuando el principal sospechoso, de nacionalidad rumana y bajo la identidad falsa de Ianis Kapetanos, aprovechó la información que previamente le había dado una tercera persona y simuló actuar en representación de un potencial comprador que quería adquirir un edificio ubicado en Peguera. La finca era propiedad de una sociedad de la que eran titulares un hombre y su esposa.

Antes de la compra, el otro encausado, también con el nombre falso de Luca Tarzien quien dijo ser el sobrino del primero, debía comprobar el estado y condiciones del inmueble. Este joven además fue el encargado de recoger el primer pago de la comisión exigida que ascendía a 450.000 euros en metálico en billetes de 500.

Así, el 25 de agosto de 2014, el muchacho, con el pretexto de haberse pactado la entrega del dinero de una forma determinada, se personó con el dueño del edificio en una entidad bancaria situada en la avenida Alexandre Rosselló, en Palma, donde se le mostró la cantidad de 450.000 euros que estaban depositados en una caja de seguridad. El acusado, tras verificar el importe, apiló los fajos de billetes de dos en dos y los introdujo en un sobre de color marrón que extrajo de la cartera que llevaba consigo. Lo cerró y lo firmó.

Acto seguido, introdujo el sobre en la cartera durante unos segundos para cambiarlo por otro que contenía tres montones de folios recortados en forma de billetes y agrupados con gomas, sin que la víctima pudiera percatarse del cambiazo, ya que este segundo sobre mostraba un billete de 500 euros verdadero. Al salir de la sucursal con el dinero, el acusado se marchó de la isla de forma inmediata. Los sospechosos hicieron creer falsamente al perjudicado que al día siguiente irían a la notaría para formalizar la venta.