Un teléfono averiado desencadenó el parricidio de Costa den Blanes. Bogdan K. acuchilló hasta la muerte a su padrastro y dejó malherida a su madre tras una discusión porque el joven pidió un móvil nuevo, según relató ayer la mujer, Elena K. en su primera declaración judicial. Ella replicó que el terminal estaba todavía en garantía y le dijo que se encargara de tramitar la reparación. "No esperes que te lo den todo hecho", apostilló. El acusado, sin apenas mediar palabra ni darle opción de defenderse, empezó a acuchillarla y atacó también a su padrastro, Pere Antoni Serra Crespí, cuando el hombre acudió a defenderla. La mujer recordó también cómo su hijo le tomó el pulso y siguió asestándole cuchilladas al comprobar que seguía viva.

Elena K. compareció ayer por la mañana durante algo menos de una hora en el juzgado de instrucción número 10 de Palma. Acudió por su propio pie y nadie diría que hace solo tres semanas estuvo a punto de morir por las 21 cuchilladas asestadas por su hijo. La mujer estuvo varios días hospitalizada en estado muy grave y sigue bajo tratamiento por los fuertes dolores que padece. En su declaración como testigo ofreció con serenidad un relato vívido y claro, aunque con algunas lagunas, de lo ocurrido el pasado 11 de enero en su chalé del número 23 de la calle Santa Lavinia, en Costa den Blanes (Calvià).

La víctima, nacida en Ucrania hace 46 años, explicó que aquella noche estaba en la vivienda con su hijo Bogdan, de 27, y su marido, Pere Antoni Serra, de 61. Al joven se le había estropeado el teléfono móvil y le pidió una nuevo a su madre. El aparato era relativamente nuevo y todavía estaba cubierto por la garantía, por lo que la mujer se enojó. Fue a buscar la factura y se la entregó a su hijo para que tramitara la reparación, al tiempo que le reprochaba su falta de iniciativa. "No esperes que te lo den todo hecho", le espetó la mujer al joven.

Fue la enésima discusión familiar por la actitud pasiva de Bogdan K., a quien su madre y su padrastro echaban en cara que no trabajara ni mostrara intención de hacerlo. Para Elena K., aquella fue uno más de los numerosos enfrentamientos que ella y su marido habían tenido con su hijo por idéntico motivo. Una tensa situación que alcanzó su punto álgido a mediados de 2015, cuando la pareja denunció al joven y a este le impusieron una orden de alejamiento. El caso llegó a juicio, pero Elena K. acabó renunciado a las acciones penales y Bogdan, acusado de una falta de amenazas, fue absuelto.

Según declaró la mujer, aquella noche no hubo ninguna pelea y el asunto parecía zanjado. Pero de pronto, pasadas las nueve de la noche, el joven se abalanzó sobre ella con un arma blanca en las manos y empezó a acuchillarla sin mediar palabra ni darle opción alguna de defenderse. Los recuerdos de la víctima se van desvaneciendo con la sucesión de puñaladas, pero sí pudo rememorar cómo su marido, alarmado por sus gritos, apareció en la escena con un palo de billar y golpeó a Bogdan K. para poner fin a la brutal agresión.

El joven se revolvió entonces contra su padrastro y también a él empezó a coserlo a puñaladas. Para Elena K. lo ocurrido a partir de entonces son recuerdos sonoros, de los gritos de su hijo y su marido, que recibió unas 25 cuchilladas. La víctima confirmó también que cuando yacía en el suelo, malherida y sobre un gran charco de sangre, el joven se acercó y le tomó el pulso. Al comprobar que seguía viva, volvió a clavarle el arma varias veces.

Bogdan K. está entre rejas desde la noche del crimen. Él mismo llamó al 112 para confesar lo ocurrido y fue detenido por la Policía Local en el chalé. Su padrastro falleció allí mismo y su madre agonizaba cuando llegaron los servicios de emergencias. Elena K. ingresó en estado muy grave en Son Espases, pero logró recuperarse.

El joven, amante de las armas y la parafernalia militar, explicó que tras discutir con su madre cogió una bayoneta de su habitación con la que atacó primero a su madre y después a su padrastro. Creyéndolos muertos, lanzó el arma al jardín. Pero comprobó que aún respiraban, fue a por un cuchillo de cocina y volvió a atacarlos para rematarlos. De hecho, cuando llamó al 112 anunció que los había matado a los dos.

Bogdan K., acusado de dos delitos de homicidio -uno consumado y otro intentado- dijo haber explotado por la falta de cariño que sentía y los continuos reproches de la pareja.