La fiscalía pide cuatro años de prisión para un hombre por aportar correos electrónicos privados de su exmujer para demostrar infidelidades en el proceso de divorcio. El sospechoso, un empresario alemán afincado en Palma, habría accedido de manera irregular a la cuenta de la víctima e imprimió tres documentos que luego aportó en el juzgado. Durante el juicio celebrado ayer, alegó que la mujer utilizaba una dirección corporativa que ambos compartían en varios dispositivos y admitió que había contratado a un detective para constatar las relaciones extramatrimoniales de su excompañera. El procesado fue condenado en marzo pasado por un delito de amenazas en el ámbito familiar.

Los hechos se remontan al año 2015, cuando la pareja dio por concluida la relación y iniciaron un tormentoso proceso de divorcio en los tribunales. En esta demanda, el acusado incluyó tres correos electrónicos recibidos en la cuenta de la mujer durante el mes de abril de 2015 que a su entender evidenciaban las infidelidades de esta. El acusado negó durante el juicio celebrado ayer haber obtenido estos documentos de forma ilegal. Según explicó, la mujer utilizaba una cuenta corporativa de su empresa que estaba configurada para que los correos llegaran a las tabletas y ordenadores que ambos manejaban. De esta manera, no necesitó acceder irregularmente a estos documentos.

El sospechoso añadió que en aquella época sospechaba de su compañera por un viaje a Cuba y por sus abultadas facturas de telefonía, de hasta 500 euros, por llamadas "de varias horas" a ese país. Según admitió, contrató a un detective para documentar con imágenes estas supuestas infidelidades.

La víctima, por su parte, declaró ante la magistrada que la cuenta de correo en cuestión era "personal". "No estaba configurada en ningún Ipad común. Yo accedía a través de mi teléfono. Él me abrió la cuenta, pero le cambié la contraseña y no se la dije. No tenía permiso para acceder a ella", dijo la mujer. Agregó que nunca ha trabajado para las empresas de su exmarido y que en esa cuenta de correo recibía comunicaciones "privadas". La víctima tachó al acusado de "celoso y posesivo" y afirmó que la maltrataba y tenía problemas de alcoholismo. También detalló que fue objeto de un seguimiento por parte de detectives contratados por el procesado, que montaron un operativo en el aeropuerto de Fráncfort para tomar imágenes de un encuentro con un supuesto amante. "Era un amigo, nada más", afirmó sobre esta persona. "Nunca he sido infiel", sentenció.

El único testigo llamado a declarar fue la cuñada del acusado. La mujer afirmó que acudió varias veces al domicilio de la pareja, en la exclusiva urbanización de Son Vida, y que pudo ver varios Ipads, ordenados y otros dispositivos electrónicos. Según declaró, el procesado les comunicó que tenía problemas familiares y que había contratado a un detective para espiar a su mujer.

La fiscal afirmó, en su intervención final, que la versión del hombre es "poco creíble" y puso en duda que llegaran correos de la cuenta personal de la denunciante a los dispositivos del procesado. La representante del ministerio público consideró probado que accedió de manera ilegal a la cuenta de la víctima y pidió una condena de cuatro años de prisión, una multa de 1.200 euros y una orden de alejamiento de 10 años. La acusación particular, por su parte, pidió dos años de cárcel y una sanción de 6.480 euros.

El abogado defensor, por su parte, reclamó la absolución del hombre al entender que no hay pruebas de que obtuviera los correos de forma ilegal. En su alegato, el letrado argumentó que al aportar los correos electrónicos "no pretendía descubrir nada nuevo, pues ya sabía de las infidelidades de su mujer". El caso quedó visto para sentencia.