¿Cómo llegó "un chico ejemplar y tranquilo, de los que nunca han roto un plato" a cometer uno de los crímenes más salvajes de los últimos años en Mallorcacrímenes más salvajes de los últimos años en Mallorca? El perfil de Bogdan K. que dibujan en su círculo de amistades contrasta con el brutal ataque a cuchilladas a su padrastro y su madre cometido el pasado jueves. Varios de sus allegados coinciden en que sus viajes a Ucrania en pleno conflicto bélico -algunos creen que llegó a combatir- le marcó. "La guerra le dejó mal del coco", asegura un joven que le conoce. "Estaba como traumatizado, muy afectado y triste", dice otro.
Bogdan llegó a Mallorca en 2003, con 13 años, para instalarse con su madre y su pareja en el chalé de Costa d'en Blanes. La mujer, ucraniana, había llegado tiempo atrás a la isla dejando a su hijo a cargo de una hermana suya en su país. "Cuando llegó tenía muy buena relación con su padrastro, pero se fue rompiendo", explica un joven vecino de la familiajoven vecino de la familia, que trabó amistad con el chico. "Estudió en el instituto de Bendinat, pero acabó dejándolo", explica.
Pese a que en 2013 fue detenido por un robo violento, cuentan que Bogdan K. no se metía en líos. "Era un chico ejemplar. Muy tranquilo y un poco reservado. No se metía con nadie", asegura este amigo. Los conflictos familiares no pasaron desapercibidos en su entorno: "Discutía bastante con su madre y su padrastro porque no trabajaba ni estudiaba "No ha trabajado mucho, solo poniendo un par de copas en Magaluf".
En su entorno sostienen que sus viajes a Ucrania entre 2014 y 2016, en plena guerra, le marcaron. Su padre, militar, le había inculcado su pasión por las armas y los trajes de camuflaje. Algunos incluso apuntan que llegó a luchar en el conflicto. "La guerra le dejó tocado del ala. Se le veía muy afectado y triste, como traumatizado", recuerda un joven con el que solía coincidir en un parque. "Sacaba el tema de la lucha y él decía que la guerra no es algo bonito, que allí mueren tus seres queridos", añade.
Bogdan K. llegó a tener una orden de alejamiento de su madre y su padrastro por un episodio violento en 2015, pero la denuncia fue retirada y acabó absuelto. Le perdonaron y en los últimos tiempos, su relación parecía buena. Convivían los tres en el chalé, donde pasaron juntos la Nochevieja y el chico solía encargarse de cuidar el jardín. El chico estaba buscando trabajo y planeaba alistarse en la Legión.
