Pere Antoni Serra se temía lo peor por los continuos enfrentamientos con su hijastro. "Esto no va a terminar bien", dijo a sus amigos. "El chico no quería trabajar, vivía como un rey y era agresivo", explica un allegado de la víctima, de 61 años. El joven, Bogdan K., de 27, convirtió anteanoche en realidad los peores presagios de Serra: lo acuchilló hasta la muerte en su chalé de Costa d'en Blanes, en Calvià, y dejó malherida a su propia madre. Las últimas palabras de la víctima fueron para pedir auxilio. "¡Llama a la Policía!", le dijo a un vecino que se interesó por él al escuchar la trifulca. El chico, hijo de un militar ruso y gran apasionado de la parafernalia bélica, había anunciado que quería alistarse en la Legión.

Nacido en sa Pobla, donde su familia es conocida como los de Can Llecó, Pere Antoni Serra se instaló hace muchos años en Palma. Hizo fortuna como empresario de la construcción -en 1989 fundó la empresa Pavimentos Horni-Stamp- y se casó con una británica. De su matrimonio nacieron dos hijas que les han dado ya tres nietos. Acabaron separándose.

Hace algo más de una década, el hombre rehizo su vida con Elena K., una ucraniana a la que sacaba quince años. Ella trabajaba en una agencia de viajes y tenía un hijo de una relación anterior con un militar ruso. El niño, Bogdan K., vivía en su país con una tía pero enseguida se vino a vivir con su madre y su nueva pareja. Los tres se instalaron en un lujoso chalé de la calle Santa Lavinia, en Costa d'en Blanes. Una vivienda de 300 metros cuadrados en una parcela de 900, con piscina y jardín, que lleva unos meses en venta por algo más de un millón de euros. La pareja se casó en marzo de 2014.

"Pere Antoni lo crió como si fuera suyo. Se lo dio todo", explica Ángelo, amigo íntimo del hombre. Los problemas empezaron cuando Bogdan K. terminó sus estudios en el IES Bendinat. "No quería trabajar, estuvo en varios sitios, pero no duraba nada. Pasó por varios locales de Magaluf y Pere Antoni acabó ofreciéndole un puesto en su empresa, pero el chico no quería", recuerda este allegado, que dibuja a Bogdan K. como un 'ni-ni' de manual.

La relación del joven con su madre y su padrastro era como una montaña rusa. "El chico era agresivo y conflictivo. Llegó a pegarles varias veces. Hace un par de años incluso le denunciaron y tuvo una orden de alejamiento de los dos", cuenta. Cuando la mala relación familiar llegó a los tribunales en 2015, el chico puso tierra de por medio. "Se fue unos meses con su padre a Rusia, porque quería combatir en la guerra de Ucrania, pero no sé si llegó a luchar. Le gusta mucho todo lo militar, los trajes de camuflaje y todo eso", recuerda este amigo de Pere Antoni Serra. Bogdan K. amagó varias veces con independizarse. Compartía piso pero pronto regresaba al chalé con piscina y jardín de Costa d'en Blanes. "Vivía a cuerpo de rey", sentencia Angelo. Las discusiones por el estilo de vida del joven no cesaban y Pere Antoni Serra, que hace dos años sufrió un infarto, se desesperaba. "Esto no va a terminar bien", dijo a sus amigos.

Al menos en apariencia, la situación parecía haberse normalizado. Bogdan K., su madre y su padrastro convivían en los últimos meses en el chalé. "Estuvieron aquí celebrando la Nochevieja", recordaba Gabriel, residente en un chalé contiguo. Entre los vecinos de la calle Santa Lavinia no se recuerdan peleas ni discusiones.

Sí oyeron la trifulca del jueves por la noche. "El chico hablaba fuerte, en un tono muy alto", explica Maria Salut Company, que vive en la vivienda adyacente. La riña subió de tono hasta que un vecino salió a su jardín y, desde allí, le preguntó a Pere Antoni Serra si necesitaba algo. "¡Llama a la Policía!", replicó la víctima. Este testigo pudo ver al hombre "en el suelo, peleándose muy fuerte" y llamó a los servicios de emergencias.

Quería auxiliar al hombre, pero no se veía con valor y alertó a otro vecino. "Llamó al timbre, me explicó lo que pasaba y me dijo que fuera con él, que no se atrevía a entrar", relata Tomeu Deudero. Ambos se dirigieron al chalé, que acabaría siendo la escena de un crimen. "En ese momento llegaron dos coches de la Policía Local y [los agentes] subieron corriendo. Al chico lo sacaron los policías, con la cabeza hacia abajo. Dijo que había tirado un cuchillo por encima de las tejas", rememora este testigo.

En la casa, una orgía de sangre. El hombre, cosido a puñaladas, estaba ya muerto y su mujer agonizaba. Tanto que los policías temieron que corriera la misma suerte. "Los de la ambulancia estuvieron mucho rato reanimándola y se la llevaron al hospital. Estaba muy mal", cuenta Deudero.

Los dos vecinos, "horrorizados" por el brutal crimen, definen a la pareja como "encantadores y muy buena gente". También a ellos les habían confesado la mala vida que les daba su hijastro: "Nos dijo que le daba problemas y que discutían mucho".

Pere Antoni Serra no se olvidaba de sus orígenes y cada año acudía con su mujer a las fiestas de Sant Antoni de sa Pobla. Su familia le estaba preparando ya las espinagadas que tanto le gustaban.