Una simulación de Salvamento Marítimo, tras analizar las corrientes y el fuerte oleaje, apuntaba a que el joven belga desaparecido el pasado domingo en Santa Ponça había sido arrastrado hacia una zona costera y descartaba, por tanto, que fuera llevado mar adentro. A raíz de este estudio, la búsqueda se centró en el litoral.

A primera hora de la mañana de ayer, las pésimas condiciones climatológicas hicieron inviable que las embarcaciones de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil embarcaciones de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil se echaran a la mar. De acuerdo con el análisis de los primeros, los barcos se tendrían que acercar a las costa y hacer cabotaje para ver si encontraban algún vestigio del desaparecido. Esta maniobra suponía una temeridad, ya que se corría el serio riesgo de que fueran proyectados contra las rocas por el fuerte oleaje.

Pese a que las condiciones también distaban de ser óptimas para volar, el helicóptero de la Guardia Civil oteó desde el aire todo el tramo de costa en busca de alguna señal del joven. La mala visibilidad y las fuertes rachas de viento convirtieron esta labor de rescate en una tarea titánica.

Asimismo, los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) del Instituto Armado recorriendo este tramo costero de Santa Ponça para ver si hallaba algún indicio de la víctima. Los buceadores portaban en el vehículo la lancha semirrígida por si era preciso lanzarse al agua, pese al pésimo estado del mar, para rescatar al joven.

Por su parte, la Policía Local de Calvià estableció tres puntos de observación, bien distantes entre sí, con el que pretendían peinar buena parte del litoral. Un enclave estaba situado entre es Caló des Monjo y sa Platja des Morts, el segundo en la playa de Santa Ponça y el tercero entre Santa Ponça y las islas Malgrats. En cada uno de estos tres lugares había dos agentes oteando las rocas y la costa. A estos había que sumar otros dos efectivos de refuerzo.

Ausencia de luz

Además, personal de Protección Civil peinó la zona y realizó numerosas batidas en busca del joven desaparecido. El fuerte oleaje reinante no invitaba ayer al optimismo sobre la suerte que podría haber corrido la víctima. Todo este dispositivo se mantuvo hasta que la luz solar lo permitió. Cuando la oscuridad se echó encima, la búsqueda solo se limitó a patrullas aisladas que recorrieron las inmediaciones a pie.

Los hechos tuvieron lugar en torno a las tres de la tarde del pasado domingo a la altura del número 28 de Vía Cornisa. Dos jóvenes de nacionalidad belga, ambos de 34 años, se acercaron a las rocas y se pusieron a pescar con caña en un rompeolas. El mar se había encrespado, ante la llegada de la ciclogénesis explosiva. Una ola arrastró hacia el mar a uno de los jóvenes, mientras que el otro se pudo poner a salvo a duras penas. No pudo hacer nada por su amigo. La última vez que le avistó se encontraba a unos doscientos metros de la costa.

El testigo avisó con su teléfono móvil a los servicios de emergencia para alertar de lo ocurrido. Un dispositivo especial se activó de inmediato, aunque el principal problema que se encontraron fueron las escasas horas de luz que quedaban, tan solo tres.

En torno a las seis y cuarto, el helicóptero Helimer 204 de Salvamento Marítimo tuvo que regresar a la base, ante la ausencia de luz. También se había movilizado la embarcación Salvamar Acrux, que zarpó desde Portals, para proseguir el rastreo desde el mar. El barco también se vio forzado a regresar poco después.

La zona en la que se produjo el accidente es muy frecuentada por pescadores. Colocan las cañas en las rocas y esperan hasta cobrarse las piezas. Sin embargo, la tarde del domingo no lo hacían nada aconsejable. La llegada de la tormenta Ana venía acompañada de fuertes rachas de viento y permanecer en las proximidades del mar constituía un serio riesgo.

De acuerdo con la previsión meteorológica, hoy se espera que empiece a remitir el temporal y la búsqueda del joven desaparecido se pueda reanudar con un mayor número de efectivos por tierra, mar y aire.