La Audiencia de Palma inició ayer el juicio contra un empresario mallorquín y sus dos hijos acusados de haberse apropiado para su uso particular de más de 220.000 euros procedentes de la sociedad que dirigía el progenitor entre los años 2012 y principios de 2015. El padre ayer negó que se tratara de gastos personales. "Son gastos de empresa, no cargábamos gastos personales, no nos quedábamos con las liquidaciones de los repartidores de Coca-Cola", destacó el hombre. Según su versión, él fue socio, creador y fundador de la sociedad que inicialmente se montó para actividades de marketing, publicidad, transportes, logística y eventos. Su cliente principal era Coca-Cola, con el que facturaban más de tres millones de euros anuales. "La distribución de Coca-Cola fue a partir de 2004- 2005", aclaró.

"Era mi empresa, la creé, la fundé, la levanté y trabajé los 365 días del año. Yo era 'l'amo'. A mi hermano le di el 50% de la sociedad, pero él no ha hecho nunca una aportación. Él era mi hermano mayor, era como Dios, iba por delante de mis hijos", manifestó el empresario ante el tribunal de la sección primera en referencia a la entidad domiciliada en Marratxí.

"Mi hermano firmaba las cuentas cada año, nunca las impugnó ni discrepó, ni una sola vez discrepó", agregó el acusado, quien aseguró que todo cambió a partir de abril de 2015, cuando, según su parecer, se produjo "el golpe de estado", ya que este familiar les acusó de apropiación indebida.

"El 5 de abril me invitaron a comer a su casa y el día 10 me entero de que han ido a un notario a firmar para revocarme los poderes. El 13 de abril revocan mis poderes. Mi hermano cambió las cerraduras de todas las instalaciones, las claves de los ordenadores, me cortaron mi mail", dijo el acusado.

La fiscalía pide para el empresario y sus dos hijos sendas penas de tres años de cárcel por un delito de apropiación indebida y que indemnicen en 221.113 euros a la sociedad. La defensa solicita la absolución. El padre ayer confirmó que uno de sus vástagos fue el director gerente de la empresa, mientras que el más joven hizo de asesor externo. Ninguno de ellos llevaba las cuentas de la entidad.

El progenitor, que era el administrador de hecho de la sociedad, justificó los gastos que se cargaban a la empresa. Las reparaciones del coche de su hijo era porque el automóvil lo utilizaba para trabajar, las cámaras de fotos y aparatos tecnológicos que compraban eran obsequios para proveedores y los gastos de una comida fueron por una fiesta sorpresa que acabó pagando Coca-Cola. "Los que ahora me acuchillan, antes me hacían regalos", zanjó el acusado ante la sala.