"La tienda le trajo muchos problemas. ¡Quizás si le hubieran ayudado más, esto no habría pasado". De esta manera se lamentaba ayer por la mañana una vecina del barrio palmesano de Monti-sion. Allí había abierto un colmado desde el pasado mes de junio la mujer que, presuntamente, acabó con la vida de su hijo y con la suya propia el viernes al intoxicarse con el monóxido de carbono de un brasero que había manipulado previamente. Los investigadores de la Policía Nacional sospechan que se trató de un presunto caso de suicidio ampliado.

Muchos vecinos de Monti-sion se enteraron de la trágica noticia por los periódicos y lo miraban con incredulidad. ¿Es verdad?, preguntaron. El asentimiento se tradujo en abatimiento de los residentes. A medida que pasaron las horas, la trágica noticia no tardó en propagarse por todos los rincones de este céntrico barrio palmesano.

El cierre del colmado es Rebost, en la calle Santa Clara, permanecía echado. Una de las personas más allegadas de la mujer que, presuntamente, había acabado con su vida y con la de su hijo, empezó a sollozar por la mañana al constatar la tragedia. Una vecina acudió para tratar de insuflarle ánimos. "Me he bajado a ayudarla en cuanto la he escuchado llorar", apuntó Juana María.

"Era encantadora"

"Era encantadora. Siempre estaba sonriente", abundó. "El miércoles por la tarde fui a comprar al colmado y me sonrió", recordó. Nada hacía vislumbrar entonces que dos días más tarde decidiría, poner fin a la vida de su hijo y a la suya propia manipulando un brasero en su domicilio de la calle Gabriel Maura. Lo que los investigadores de la Policía Nacional consideran un suicidio ampliado.

Al parecer, según una mujer con la que mantenía una estrecha confianza, su situación económica no era boyante. "Debía dinero en el banco. Había pedido un préstamo y el negocio no le iba bien", indicó una mujer de su entorno. A esta circunstancia se sumaba el trastorno psíquico que padecía su hijo, una mezcla de autismo con síndrome de asperger. "Había cogido el colmado aquí para ayudarle a hacer los deberes. Pero abría y cerraba continuamente. Nunca sabías cuando tenía abierto", recalcó.

Muchas de las personas que conocían a su hijo de 13 años aseguraba a que los problemas que tenía "no se le notaban". "Era un chico supereducado, pero notabas que tenía algo raro", apuntaba. "Mi hijo tiene TDH (déficit de atención con hiperactividad) y sé lo difícil que es criar a un niño así", subrayó.

Por su parte, José Antonio Vadell, peluquero de la calle Monti-sion, no ocultó su gran sorpresa. "Al hijo le he cortado varias veces el pelo y se entretenía jugando con mi gata. A la madre la vi hace una semana en la calle y me dijo que iba a comprar fruta para el colmado. Me resulta increíble que alguien que tiene un proyecto de futuro luego se quite la vida", abundó.