Disparos de balines, cristales rotos a pedradas, una montaña de tierra en el camino que conduce a la vivienda, la cerradura rociada con pimienta y la puerta de entrada soldada. Los tres okupas que se han instalado en esta vivienda de la calle Campanetdenuncian a los vecinos por hostigarles con estos procedimientos para tratar de echarles.

"El piso es de un banco. La persona que estaba aquí nos dio la llave y lo hemos usado de guardamuebles, pero no hemos molestado a nadie", asegura Celestino, uno de los okupas.

Los tres insisten en que no viven allí. De hecho los muebles que habían colocado ya los han retirado. Lo que no se esperaban al coger las llaves era una oposición frontal a su llegada. Ellos culpan sin ambages a sus vecinos.

Sobre las cinco de la tarde del pasado miércoles, una de las okupas acudió al cuartel de la Guardia Civil en Marratxí para denunciar toda suerte de ataques que supuestamente habían sufrido en las últimas semanas.

Al parecer, esta residencia de Establiments, cuyo titular es ahora un banco, había sido okupada con anterioridad. El morador se caracterizaba por realizar continuas fiestas, con música hasta altas horas de la madrugada, que acabaron por enervar al vecindario. Hasta el punto llegó la presión que el sujeto se vio obligado a abandonar el lugar.

De hecho, este individuo fue el que les entregó la llave antes de abandonar el inmueble. Los nuevos moradores desconocían que también les habían hecho depositarios del odio que había despertado en el vecindario.

"Los vecinos de la zona, tal vez molestos por su entrada en la vivienda, le invadieron el camino que da acceso con una montaña de tierra. Le pusieron una piedra enorme", reza la denuncia presentada en el cuartel del Instituto Armado en Marratxí.

Ataques en aumento

El hostigamiento vecinal para forzar su marcha prosiguió de diversas maneras. "Soldaron la puerta al marco para que no pudieran entrar, llegaron a ponerle un palo dentro del bombín, en otra ocasión le pusieron spray de pimienta alrededor de la puerta de entrada", aseguran.

De acuerdo con esta denuncia, los ataques han ido en aumento paulatinamente hasta materializarse en la rotura de cristales de la vivienda con el lanzamiento de piedras o con balines disparados con una escopeta.

"Dentro de la vivienda todavía tienen sus pertenencias, tales como muebles, prendas de vestir y otras cosas", abundan en la denuncia. "Hemos ido sacando todo poco a poco, pero tenemos miedo de que nos puedan hacer algo", subrayan.

Los actuales moradores hacen hincapié en que ellos no han causado molestias a los vecinos. "Estamos pagando los platos rotos de lo que pudieran haber hecho las otras personas que estaban aquí", resalta Celestino.

Además de presentar las denuncias, se han preocupado de no tocar nada por si la Guardia Civil se decide a acudir al domicilio de la calle Campanet de Establiments para hacer una inspección. Así, las piedras y los balines disparados con las escopetas se encuentran a escasa distancia de los cristales rotos. "No queremos vivir aquí, pero no hay derecho a lo que han hecho", recalca Celestino.