"Llevo treinta años en España sin antecedentes y así voy a seguir otros treinta". De esta altiva manera hizo ayer uso de su derecho a la última palabra el acusado de cometer tres butrones el 14 de diciembre de 2014 en las oficinas del magnate Bartolomé Cursachtres butrones el 14 de diciembre de 2014 en las oficinas del magnate Bartolomé Cursach. El botín que sustrajo, presuntamente, alcanzó la suma de 350.000 euros. La fiscal pidió ayer la pena de tres años de prisión por un supuesto delito de robo con fuerza con el agravante de disfraz.

Tras anteriores suspensiones, el juicio se celebró ayer por fin en el Juzgado de lo Penal número siete de Palma. El encausado, de nacionalidad albanokosovar, se limitó a negar rotundamente su participación en los butrones. Mantuvo en todo momento su negativa, pese a que su imagen, que aparecía días antes de la fechoría comprando herramientas en tiendas de bricolaje, fue expuesta en la sala.

Los investigadores de la Policía Nacional encontraron numerosas herramientas esparcidas en las dependencias del empresario en Son Valentí. Con estos útiles, los agentes los cotejaron con diversos establecimientos especializados en material de bricolaje. Tras obtener la fecha en la que habían sido vendidas, y repasaron las grabaciones de las cámaras de videovigilancia de esos días. En ellas aparecía las imágenes del principal sospechoso de cometer los tres butrones.

Por su parte, el jefe de la investigación policial aludió a una serie de "elementos plenamente coincidentes" entre las imágenes de los establecimientos y la grabación de las cámaras de las oficinas de Cursach. En estas últimas aparecía un individuo, de la misma estatura y de complexión similar con el rostro cubierto, reptando hasta alcanzar una puerta para alcanzar el butrón.

El responsable del Grupo de Robos de la Policía Nacional en Balears recibió información de los homólogos de Cataluña en los que se definía al sospechoso como un butronero de "extrema profesionalidad". "No tiene ingresos conocidos y tiene un poder adquisitivo alto", indicó.

Las especialización del delincuente quedó patente en que no se hallaron huellas dactilares, ni restos de ADN en el robo. Se comunicaba con un compinche con un transmisor y no se intervinieron conversaciones telefónicas relevantes.

A tenor de estos datos, el abogado defensor solicitó la libre absolución de su cliente, al considerar que "no hay pruebas directas y solo un único indicio de similitud con la persona".