Arnau M.N., el acusado de asesinar de dos disparos a Ángel Abad, amante de su esposa, en su bar de Porto Cristo recurrió ayer a la teoría de la conspiración para tratar de autoexculparse del crimen. "Alguien me tendió una trampa y puso el revólver ahí", en alusión a su taller mecánico. Con esta maniobra trató de desmontar la abrumadora retahíla de pruebas presentadas en su contra. El fiscal solicita para el procesado 22 años de prisión, veinte por asesinato y dos por tenencia ilícita de armas.

Pese a este ardid utilizado por el procesado para negar su participación en el crimen, el fiscal y la acusación particular hicieron hincapié en la ingente cantidad de pruebas que apuntan a Arnau M.N. como el presunto autor material del asesinato de Ángel Abad en su bar de dos disparos. El acusado era un aficionado al tiro olímpico. Además, el revólver Llama Scorpio, hallado en su taller, fue el arma con que el que se cometió el crimen de Ángel Abad. Las huellas dactilares del encausado fueron encontradas en una taza de café dentro del bar el día de autos.

El juicio con jurado se inició ayer en la Audiencia Provincial de Palma. Los hechos que se sometieron a su veredicto ocurrieron entre las siete y las ocho menos veinte de la mañana del 24 de junio de 2014 en el interior del bar Gorli, situado en la calle Bordils de Porto Cristo.

El empresario, que mantenía una relación sentimental con la esposa del acusado, se encontraba preparando el bar a primera hora de la mañana para su apertura. El encausado mantuvo una breve conversación con él antes de descerrajarle, presuntamente, dos disparos a corta distancia con el revólver Llama Scorpio, que fue encontrado en su taller.

Uno de los impactos alcanzó a la víctima en el hemitórax izquierdo y el otro le alcanzó la región cervical. Los dos proyectiles utilizados, del calibre 38, quedaron alojados en el cuerpo de Ángel Abad. Los disparos le causaron la muerte como consecuencia del shock hemorrágico que le había provocado.

Tanto la fiscal como el abogado de la acusación particular, Tomeu Salas, abundaron en su exposición ante el jurado en el móvil del acusado para cometer el crimen de Ángel Abad: la relación que mantenía la víctima con su entonces esposa.

El procesado negó que el día de autos estuviera presente en el bar Gorli. Sin embargo, una taza con café sobre la barra contenía sus huellas dactilares. Arnau aseguró que lo había tomado la tarde del día anterior. La hija de la víctima, que trabajaba con su padre, rebatió esta hipótesis. "Nunca se dejaba un vaso sucio de un día para otro", aseveró.

Revólver en el club de tiro

El presidente del club de tiro que frecuentaba el acusado también desmontó la versión de este, que negó haber disparado con un revólver, con la que se cometió el crimen. El testigo aseguró que le había visto utilizar este tipo de arma en sus instalaciones.

Por su parte, la mujer de la víctima aseguró que sorprendió 'in fraganti' a su marido con la que después se convirtió en esposa del acusado cuando esta estaba aún soltera. No obstante aseguró desconocer que la relación persistiera. La aludida reconoció que mantenía una relación "de amistad" con la víctima, aunque admitió que los encuentros con Ángel Abad se realizaban a escondidas.